Capítulo 21 "El primer paso"

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"El punto no es aprender a dejar ir a la gente,

sino aprender a dejar ir el pedazo de tí que se quedó con ellos."

Anónimo.


Lo había decidido, no tenía demasiadas vueltas que darle. Emilia se encontraba sentada en la ventana de su habitación, con el teléfono en la mano, mientras miraba la casa de sus vecinos. Estaba intrigada por qué decisión habrían de tomar ellos. Creía que estarían juntos en todo momento, pero sentía un hueco en el pecho; como si una parte se estaría desvaneciendo y siendo reemplazada por un vacío colmado de ansiedad.

Un desprendimiento se avecinaba, lo intuía, pero no estaba segura de qué. Se aferró al alféizar con fuerza cuando una sensación de vértigo la embargó. Era la primera vez que sentía algo así porque las alturas nunca fueron un problema para ella.

Tal vez todo se trataba de la llamada que estaba por hacer y de las implicaciones desconocidas que esta tendría. Hasta ahora no se había jugado por nada y esa inactividad le estaba paralizando su capacidad de reacción. Era como si un embotamiento la hubiera bañado, cubriendo de niebla su visión a futuro.

El anillo brillaba en su dedo, reflejando la luz del sol en plena tarde. Cerró los ojos y se concentró en su respiración. Necesitaba estar en calma para llamarlo y dar el sí. No sabía en dónde se estaba metiendo, pero tenía por seguro que nada podía ser peor que quedarse a merced de las circunstancias.

Cinco minutos después había hablado con Ícaro y asegurado su puesto bajo su tutela. Él le dijo que pronto tendría noticias y colgó. Eso fue todo. Una conversación tan breve y simple acababa de marcar el resto de su vida.

Miró a los hombres que estaban trabajando en el jardín. Sus tíos querían asegurarse de que no volviera a ingresar ningún intruso en su hogar, por lo que contrataron a una empresa que se encargaba de reforzar cada aspecto de la seguridad de su vivienda. Ella no protestó, aunque pensaba que no era necesario porque la podían encontrar en cualquier lugar.

Desde allí vio cómo llegaban Jose y Abi; habían quedado en juntarse en su casa. Las saludó con la mano y bajó con prisa a abrir la puerta.

Se abrazaron y antes de cualquier tema, le preguntaron qué estaba pasando al ver tanto ajetreo en el lugar. La siguiente hora se fue mientras les explicaba todo.

—Con razón Chester está raro —murmuró Abi—. Es como si no quisiera salir más conmigo...

Antes de que alguna de sus amigas respondiera, la muchacha rompió en llanto.

—Estábamos bien, pero desde hace unos días que no me llama y responde mis mensajes con nada. "Sí, no...", "Hablamos otro día", "estoy cansado" —exclamó entre sollozos.

Jose le dio unos pañuelitos descartables para que se secara las lágrimas y miró a Emilia esperando que la ayudara a calmarla.

—Podrías visitarlo ahora... Pienso que debe sentirse vulnerable y por eso no quiere salir. Imagina el golpe que es para un hombre sentirse incapacitado de defender a alguien.

Las jóvenes la escuchaban atentas, asintiendo con la cabeza.

—¡Yo no quiero que me proteja!, solo quiero que esté conmigo, que... —Hizo una pausa, y miró a Emilia con los ojos transparentes, llenos de lágrimas, de agua cristalina y pura—, que me ame.

Emilia tragó saliva, sin saber qué decir. Era la primera vez que notaba un auténtico sentimiento en su amiga, ¿y si se estaba enamorando? Después de todo, era algo que tenía que haber visto venir. Chester no era como cualquier chico, era el paquete completo: amable, caballero, compañero, cariñoso, una hermosa sonrisa, un físico esculpido por el deporte...

Hielo contra fuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora