Capítulo 1
"El chico del sauce"
Emilia era la excepción en muchas cosas por lo que muchos la tildaban de arrogante y creída. Meses antes de cumplir dieciocho, decidió hacer un cambio de look radical, se cortó la larga cabellera que la había caracterizado desde su infancia y se tiñó un mechón de rosa que contrastaba con su cabello castaño oscuro.
Cuando se miró al espejo esa mañana, no podía creer lo distinta que estaba. Iba a ser su primer día como la chica rebelde, en sus propios términos claro, y eso la asustaba un poco. Pero parte de esa conducta implicaba no tener miedo, así que dijo al diablo con todos y alistó para ir al colegio.
Antes de salir del baño, escudriñó a la chica que la miraba desde el espejo: tenía cejas gruesas y simétricas y unos ojos marrones que imponían personalidad, el resto de su cara resaltaba menos, unos pómulos marcados, y un mentón afilado. El cabello bien corto resaltaba más sus facciones, y un mechón rosa miraba tímidamente desde detrás de la oreja. El conjunto parecía pedir por algo más de acción ya que hasta el momento, lo único que avivaba aquel rostro era el agua helada con la que solía experimentar cada mañana para activar sus sentidos.
Después de varios segundos en stand by, salió resuelta de baño y no paró hasta que al entrar al colegio comenzaron a murmurar y señalarla. Algunos le sonreían y ella desviaba la mirada. No, así no deber ser, se repetía a sí misma.
Ese día tenía uno de los últimos exámenes de su colegio. Emilia estaba feliz porque en unos meses sería libre del sistema educativo que la había atado a rutinas innecesarias desde pequeña; además estaba el hecho de que sentía que no encajaba con esa masa de alumnos de hormonas alborotadas.
Luego de rendir Matemáticas, sonó la campana y llegó el ansiado recreo. Todos salían a tropezones, con ansias de tomar aire. Emilia salió del aula junto a sus dos amigas más cercanas: Josefina y Abigail. Tenía pensado comprar algo para comer, pero había tanta gente y ya comenzaban a mirarla y murmurar nuevamente por lo que le encargó a Jose la compra y fue a esperarla bajo un enorme sauce que destacaba en el inmenso jardín del colegio.
—No vendo a menores —susurró una voz a sus espaldas.
Se dio vuelta sobresaltada y se encontró con un chico de un curso inferior. Él reía de forma burlesca mientras exhalaba humo de un cigarrillo y la miraba de manera desafiante.
—No fumo chatarras —le respondió luego de salir de la sorpresa.
— ¿Chatarra? Sí, así llamaría al color de tu cabeza —expresó con maldad.
Esto era el colmo, la estaba sacando de las casillas y para el peor de los males andaba en sus días, así que se agachó simulando atarse los cordones y recogió un puñado de tierra. Luego se se acercó más al chico con aparente inocencia y, en un abrir y cerrar de ojos, le tiró la tierra en los ojos. Se dio media vuelta escuchando insultos de toda clase y rogando que ninguna mano se le posara encima porque eso significaría una batalla campal.
Mientras se alejaba un par de brazos la agarraron y de un sobresalto se dio vuelta, allá estaban sus amigas sonriéndole y agitando comida entre sus manos.
—Ah, ¡son ustedes! —suspiró aliviada.
—Sí, ¿quién más? —preguntó Abigail.
—No te burles, pero esperaba a mi príncipe azul —respondió con sarcasmo.
Las caras de Jose y Abi cambiaron abruptamente de expresión al ver algo detrás de ella. Para desgracia de Emilia, ya sabía qué, o mejor dicho, a quién miraban pero no quería darse vuelta. Tuvo que hacerlo.
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Hielo contra fuego
FantasiSiempre nos dijeron que los opuestos se atraen. Que el agua y el aceite son la pareja perfecta, como el hielo con el fuego. También escuchamos que del amor al odio, y viceversa, hay un solo paso. La cuestión es que no todos quieren dar ese salto de...