Capítulo 8 "Revelaciones"

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Capítulo 8

“Revelaciones” 

La cena  fue más dolorosa de lo que pudo haber imaginado.  Luego de explicarle, y sacarle en cara, lo costoso que resultará silenciar su acción, la fractura de mandíbula de su compañera, y todas las consecuencias de su mal día, le exigieron que relate los hechos desde su perspectiva, obligándola a revivir cada segundo.  A cada rato Marina repetía en voz alta “No lo puedo creer”, “increíble”, “por qué nos pasa esto” y cosas así. Octavio le tomaba la mano a su esposa dándole fuerzas. Y a ella nadie la consolaba, nadie le decía nada. Se sentía la peor basura del mundo.

Les pidió perdón en muchas ocasiones, cada vez más quebrada. Pero aun así no lograba romper el muro que se había instaurado entre ellos.

Pensó en la oferta de su madre, quizá lo mejor sería irse. No era buena hija, ni buena sobrina. Tal vez en el fondo, el problema de su existencia era ella. No sus padres como había creído todo este tiempo. Quizá no merecía la compasión de otros. ¿Había maldad en ella?, ¿algún monstruo latente, amenazando con despertarse?

Luego recordó las palabras de Chester y su corazón se sacudió. Se sentía vulnerable.

Comió como pudo, tragó cada bocado con fuerza porque sólo sentía piedras en su estómago. Pero no quería contradecirlos. Actuar como si todo siguiera normal era la única alternativa para no quebrarse en tantas dudas existenciales.

Cuando terminó su plato quedó en silencio y cabizbaja. Sus tíos terminaron de comer y Marina le dijo que se retirara a su habitación. Iban a hablar entre ellos dos.

Subió con los pies como plomo, cada paso le costaba mucho. Se tiró en su cama y durmió profundamente.

Se pasó el resto de los días en cama. Jo la visitaba por las tardes para ponerla al día. Para su sorpresa su amiga le dio todo su apoyo incondicional. Decía que en el colegio comentaban algo pero en unos días se olvidarían. Emilia bien sabía que lo decía para subirle los ánimos. Así que decidió quedarse con esa versión y comenzar a revisar el plan académico de algunas universidades para sentirse lejos de Los Sauces, bien lejos.

El próximo sábado sería su fiesta de colación y a pesar de que el director la invitó a asistir, y de hecho sus amigas la obligaban, no se sentía con la confianza para ir y ser juzgada allá. Abi y Jo la llevaron de shoping a la fuerza y tuvo que comprarse un vestido para darles con el gusto y obtener paz por unos días.

— ¿En serio piensas llevar eso? –le comentó Abi mientras le quitaba el modesto vestido negro de las manos y lo colocaba en el lado de los desechados, para que la vendedora los guarde nuevamente.

—Sí… da lo mismo. Ni tengo pareja. Dejen de insistir con eso –replicó furiosa sacándole el vestido de las manos a la vendedora que se disponía a llevárselo.

—No y no. No sabes lo que haces, te vas a arrepentir si no me haces caso –y dicho eso miró a la señora—. Por favor, guárdelo, no vamos a llevarlo.

—Sí lo quiero –contestó Emilia con firmeza.

—Sobre mi cadáver —dijo Abi levantando la voz.

La encargada del lugar las miró con aburrimiento. Luego, un poco enojada, tomó todos los vestidos que habían descartado y se los llevó con prisa.

—Emi, pruébate este —Jo, que conservaba la serenidad pese a la situación, le alcanzó uno que había encontrado.

Emilia lo tomó sin verlo y se encerró en el probador. Desde allí podía escuchar a sus amigas discutiendo. Jo regañando a Abi por ser tan pesada. Por un lado le agradecía y por el otro le molestaba recibir un trato diferencial.

Hielo contra fuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora