CAPITULO 4 ENCRUCIJADA

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Cuatro años deseando sentir de nuevo esos labios dulces, posesivos sobre los suyos

Cuatro años muriendo por su cercanía; famélica por sentir sus besos.

Y allí estaban ahora en ese ascensor, sin mediar palabras solo deseando sentirse uno al otro.

-Cuatro años negándome esto- susurra el contra sus labios, su respiración es agitada, la de ambos porque las pasión les ha ganado, realmente han sido muchos años el uno sin el otro- Cuatro años deseando sentir tu piel, tus besos extrañándote hasta que dolía, duele el cuerpo, duele el alma. Por ti he estado en el infierno- la acusa ahora con una mezcla de rabia y deseo.

Ella debería rechazarlo, porque la culpa, cuando el sabe que ambos tuvieron la culpa, el por sus dudas, ella por su cobardía.

Pero aquí están deseándose mutuamente, como antes, como siempre y en estos momentos es lo único que importa.

Siente a sus espaldas el frio metal del cubículo y sus manos acarician sus brazos y su piel se eriza a su contacto.

Si boca causa estragos en la de ella, sujeta su cintura con fuerza, adhiriendo su cuerpo al suyo ya ahora ella si siente desfallecer.

Su boca desciende por su cuello y una mano sube a su seno que responde de inmediato.

- Dejaras que te haga el amor aquí- le pregunta entre enojado y excitado.

Ella no entiende porque la ha buscado si sigue molesto con ella, dolido por su abandono, ¿que pretende?.

Su mente se llena de dudas y quiere rechazarlo, pone sus manos en su pecho y trata de empujarlo, pero el es una roca inmovible.

- Por Allah te deseo tanto, que duele- murmura contra sus labios sin darle oportunidad a que ella responda.

Su boca se adueña por completo de la de ella, una rica y perturbadora invasión y que hace que pierda por completo la razón.

El toma sus manos y las eleva pro sobre su cabeza, reteniéndolas allí y que le deje seguir explorando su boca con una necesidad de sacarse, de beber todo de ella, de poseer todo, su cuerpo, incluso su alma.

Ella emite un jadeo involuntario y eso lo satisface.

Se aparta y se queda mirándola con esa mirada que ella no puede descifrar, es como si el estuviera librando una gran batalla interna.

Las manos de Khaled apartan un mechón, su mirada intensa, profunda la envuelve y al parecer lucha contra si mismo por el deseo de volverla a besar.

- Di que quieres que te haga el amor y lo hare- le dice el y la atormenta con su mano acariciando su mejilla, yendo a sus labios y acariciando su labio con el pulgar y vuelve a besarla.

Se separa nuevamente y le pregunta inquisidor

- ¿Tienes algo que decirme Hessa?

Ella traga fuerte y calla.

El parece molestarse ante su silencio y ahora le planta un beso que parece un castigo, no es delicado, es duro, demandante, estrujándole los labios con fiereza robándole en aliento y la voluntad, pero termina volviéndose de nuevo dulce, suave, delicioso.

Pasa sus manos por su cuello buscando ella profundizar, alargar el beso, convirtiéndose en el beso mas voraz que ha recibido.

¿Como pudo vivir todos estos años sin el?, el despierta en ella emociones, sensaciones que ningún otro hombre podría, Es el, siempre fue el, y siempre seria el

Se separan por falta de aire, el acuna sus rostro en sus manos, mirándola directamente a los ojos. Ella gira el rostro para besar esa mano fuerte y áspera que le produce miles de sensaciones con un solo roce.

Destinados II Volveras a MiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora