—¿Crees que tengo miedo porque te sobran los kilos de masa roja, o quieres que tenga lástima por tu escasez de materia gris? —dijo el escuálido, estaba de pie frente a una multitud de rostros conocidos, frente a la chica que le gustaba, sintiéndose el famélico más valiente de todos.
El ogro se levantó, avanzó pesadamente a la vista de todos, alzó dos manos peludas y deformes. Con toda seguridad aquella mole no usó el veinte por ciento de la fuerza, un empujón, solo uno le bastó para sentar de culo al esqueleto que se sentía valeroso y aguerrido.
Las risas llegaron como una oleada del mar embravecido, golpeando con ímpetu el rompe olas, escupiendo espuma blanca en la arena pisoteada, amenazando con devastar todo a su paso si la puerta no se abría... No, ya todo estaba destruido, las relaciones acabaron ¡Quiten ya el estúpido rompe olas!
El esqueleto entendió que por más que te sobre el tuétano o dentro del cráneo aún exista un gelatinoso fragmento ataviado de neuronas, no sirve de nada ¡Nada! Porque las palabras pueden ser silenciadas con un puñetazo y la valentía empujada y pisoteada en el lodazal. A nadie le importará porque después de todo, las bestias que se carcajean hasta derramar lágrimas y vomitar mocos, solo asistieron para ver sangre y huesos rotos.
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Deslizándome hacia la locura
PoesíaEscritos, frases, pensamientos, relatos e intentos patéticos de poemas sin ninguna conexión entre si, no importa donde comiences a leer, cada parte se resume en anécdotas, fantasías y metáforas de un hombre que lentamente se desliza hacia la locura.