Circo etéreo

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Me siento muy solo. Las siguientes palabras son producto de una profunda soledad, esa maldita prostituta que vuelve a venderme sus servicios a cambio de letras, o talvez a cambio de horas más cerca del suicidio.

El alba está por aparecer sobre las montañas, sonriendo a jóvenes del futuro, generosa con los "productivos", con aquellos que viven para hacer, para crear e innovar y no para sentir. Los que sienten están como yo, presos en sus habitaciones, reflexionando sobre qué tan rápido invade el escalofrío de muerte el cuerpo. Ellos suelen preguntarse si hay alguna forma de muerte sin dolor, pues aunque viven para sentir, temen al dolor más que a la muerte.

Intentó callar las voces de la mente escribiendo estas palabras ensordecedoras, tanto es el ruido que hacen que obligado estoy a llenar con párrafos lienzos blancos. Empleó una máquina de escribir del siglo XXI para liberar la tormenta, pero a veces no es suficiente, a veces no escribo tan rápido y las palabras se quedan cortas.

Quiero gritar entonces, muy fuerte, que se me desgarren las cuerdas vocales, que me invada el llanto, quiero hacerlo, pero vendrán a preguntar qué me sucede y ¿qué voy a responder? ¿Grito porque me estoy ahogando con los días? ¿Por qué me siento solo? ¿Por qué le temo a la muerte y al dolor? No tengo respuesta ¿Todo junto y nada a la vez?

Grito porque quiero libertad y hay ocasiones en las que las palabras no son suficientes. Pero no grito por miedo a tener que explicar, no estoy dispuesto a abrir las puertas que conducen al tifón que gobierna mi alma.

Me siento muy solo. Enserio creí que a esta edad, la soledad no sería ningún problema, que la costumbre haría encogerme de hombros y seguir de largo, pero veo que la prostituta supo jugar sus cartas y cada vez abre más las piernas, devorándo lo que queda de mi, es un agujero negro, un orgasmo donde no existen leyes ni reglas, ni placer ni dolor. Es solo inconmensurable vacío.

Cabizbajo veo mis pies hundirse en miseria, esa extraña mezcla de mierda y vergüenza. A mi lado los susurros del silencio me piden que me cuelgue de la viga del cuarto. La vida mientras tanto permanece impávida, expectante entre el público. Exigen un último acto, algo que haya válido el tiempo invertido. No soy más que un payaso triste en este circo etéreo... ya estoy preparando la soga.

Antes recitare mis últimos poemas o los gritos confinados en letras.

Deslizándome hacia la locuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora