Lloro bajo la ducha

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De su mandíbula salieron puñales, cuchillos blancos tan largos y afilados que sangraba el aire inocente. Supuse que era una broma, quería creer que era una broma, una simple broma de enamorados. Ella jamás pondría mordaces hojillas en mi cuello, sólo hará danzar armas alrededor, gozará de mi nerviosismo y luego dirá: ¿Te asustaste? Y yo con el corazón desbocado le diré que no juegue con fuego.

Pero una de sus cimitarras me atravesó el costado, cubrí la herida y la observé confundido ¿Que estaba haciendo? ¡La broma es muy pesada, no te pases! Ella seguía danzando con pericia original, sus dagas planeaban en el viento, sus sincronizados pasos producían cefalea, sus palabras enfermedades infecciosas; la danza de la muerte es menos dolorosa que una traición anunciada.

Embelesado por su belleza y la danza, apenas distinguía lo bermejo del celeste, la piel de mis órganos a trozos por el suelo, riñones e hígado mezclados con la mierda intestinal, sangre oscura de una vida anteriormente vacía. El oxígeno que escapa del pulmón, zumba en el ambiente como un suspiro confortable e ilumina el cielo simulando un sol moribundo.

¿Por qué hermosa? ¿Por qué compartes tus sueños con él? ¿Por qué le sonríes como hacías conmigo? ¿Por qué me terminas de hundir si ya estaba en el fondo? ¿Por qué danzas para mí hoy? Déjalo para mañana, quiero respirar un ratito más.

Si me vas a matar, hazlo con el beso de Judas, lo prefiero mil veces a este pozo de cristales que, succionando mi sangre, reflejan las memorias de un pimpollo marchito.

Lloro bajo la ducha para que el silencio no se burle de mí.

Deslizándome hacia la locuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora