Quizás sea un idiota

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Quizás sea un idiota por no considerar lo que siempre ha fluctuado en mi pecho, arremolinándose junto al corazón e inyectando de fuerzas los latidos. A Veces me gustaría decirte que desde el comienzo estuve consciente de ese hecho, que te quería, que una extraña sensación recorría los nervios cuando te pensaba, pero no fue así. Aunque me gustaría convencerme que si. Nunca fue así.

Me jacto de conocer a detalles los sentimientos, pero, paso por alto los mios, y uno en particular ha crecido tanto que es imposible ya hacerse el desapercibido. Estuvo ahí, presente en mis tiempos malos, inmaduros y buenos, tiempos miserables y dichosos... ese sentimiento ha crecido con el paso de los años alcanzando y ensombreciendo cada rincón del alma.

Ahora en mi reflejo estás tú.

Recibí un sentimiento parecido en varias ocasiones, e intenté dar los mismo acumulado de fuerzas. Reí y grité, lloré y odié. Iba por encima de las aguas del tormento de la vida, dejando estelas onduladas por allí en donde mi sombra estaba. Marqué y me olvidaron. A fin de cuentas, viví.

Nadie te enseña a vivir, no tengo idea si lo estoy haciendo bien o mal. Soy un desastre la mayoría del tiempo, supongo que soy pésimo viviendo, pero aún así sigo respirando, he conocido personas que no pueden decir lo mismo, y ya nada en realidad.

Sentí... el objetivo de los días es sentir, y a pesar de que he sentido muchas cosas, soy un estúpido por no advertir esta sensación que iba creciendo dentro de mí, a la rapidez de un árbol y no a la de una gacela. El último se cansa, el primero nunca para de correr.

La carrera por la vida, la bestia persiguiendo la presa, el viento soplando sus orejas, el árbol dejando atrás el suelo, intentando alcanzar el sol antes que otro lo cubra de él, los días recorriendo incesantes sus ramas. El hombre en busca de perpetuidad, queriendo dejar huella, rehusandose al olvido, siente y provoca sensaciones en los demás. La muerte no puede ser el final. Cuando el sentimiento llega a la cumbre, cuando la presa ha caído en sus garras, cuando las ramas se convierten en copas de árboles... ahí, en ese momento, por más efímero o extenso que sea, es cuando uno se siente más vivo. Alguien no te olvidará cuando mueras.

Y yo lo alcancé, logré llegar a ese punto, y puedo afirmar que los días se sienten llenos y los colores más vivos. Lo logré cuando la sensación que fue creciendo, inadvertida a mis reflejos, dominó completamente el corazón.

Este sentimiento lo implantaste como a una semilla, justo en la tierra fértil de mi pecho, y creció entre la maleza y el fango, entre los residuos del aparentar vivir. Ahora lo domina todo, sobrepasa cualquier cosa y se hace más grande con los días, más fuerte con las horas.

Amar ¡Qué delicioso es amar! Como cuando te tocaba la mejor porción de pastel. Me recuerda a los 120km/h por la carretera seis, latidos que iban al ritmo del viento. Amar, es como suspirar, llenar los pulmones de aire al ver el azúl del cielo. Relajarse fumando hierba. Glotonería complacida. Es como sumergirse en el agua, recibir un beso en el cuello. Amar es como jugar todo el día y no lamentarse por ello.

Amar es escribir párrafos sin una idea clara y aún así, no detenerse a corregir.

Quizás sea un idiota por no haber advertido que este sentimiento fue creciendo en mí, desalojando el pesimismo, la depresión y el nihilismo. ¡Pero que mierda importa lo demás! con amar no necesito nada más. Y a ti mi diosa de ébano te amo como nunca nadie lo hará y como nunca jamás lo he hecho. Y es genial. Sé que los sentimientos fuertes suelen ser efímeros. Sin importar lo que dure... lo disfrutaré al máximo.

Espero que tu lo sientas, en el tono de mi voz, en las palabras de mis escritos y en las caricias cuando te hago el amor...



Deslizándome hacia la locuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora