Fantasmas olvidados

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Admiro profundamente a aquellos que, elegidos por Dios, tienen el poder de crear personas desde cero, dotarlos de personalidad e historia. No conformes con eso, crean además el terreno donde se desenvolverán, cambian lo que deban de cambiar y manipulan a su antojo las acciones de aquellas criaturas condenadas a ser su entretenimiento.

Intenté una vez crear el terreno, barrí la tierra e hice montañas y valles, puse un rio y un lago sobre una meseta, allí envié dos patos a nadar, se veían hermosos al atardecer cuando el agua teñida de naranja brillaba con más intensidad que el sol. Con barro y arena hice a Adán y de su costilla a Eva y al terreno los envié... murieron. El sol derritió la piel del hombre y la mujer, un terremoto destrozó las cumbres, el río se desbordó y los patos volaron hacia otro lugar... hacia una tierra creada por un elegido de Dios.

No, no soy un elegido de Dios. No tengo el don de crear. Tengo la maldición de contar.

Ellos me visitan cada noche, buscan un taburete y se sientan junto a mí, yo frente a la computadora tecleó lo que me dicen. A veces con sus frías manos me llevan a sus antiguas casas, al parque donde se enamoraron, al bar donde pelearon y a la acera donde murieron. Conozco nuevos terrenos, nuevas montañas y ríos, y nuevos patos que lavan sus alas en lagunas frías del campo. Ellos experimentaron cosas horribles, lo sé porque también siento cada látigo que les dio la vida. Lo que cuenten, lo que muestren, escribo... yo solo me dejo llevar.

Son fantasmas del pasado y del futuro que vienen de visita cada noche suplicando no ser olvidados por la cruel sinfonía del tiempo.

¿A qué loco visitare por las noches cuando muera? ¿Quién escribirá mi historia?



Deslizándome hacia la locuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora