La Musa de todas las musas

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Nos une veinticuatro razones.

Nos separa veinticinco leguas.

Las noches son frías, muy frías. Un gato se estrella en el tejado, maúlla ¿O grita? Corriendo despavorido sobre las tibias y confiadas moradas, parece que escapa ¿De qué?

Él se ha convertido en un ovillo sobre el catre, la frazada no brinda calentura, ni siquiera las danzarinas llamas de una hoguera a su lado derretirían el hielo que cubre su corazón, su podrida alma; si acaso tiene una.

Jirones deshilachados de un alma azotada por la soledad.

Es una tormenta interior que destruye, machaca y arranca árboles de raíz para hacerlos volar por los aires. Lluvia ácida que carcome la piedra de las gárgolas. Castigos eléctricos del cielo que ignoran los pararrayos.

Así se sentía hasta que llegaste tú. La musa de todas las musas, el cantar de los cantares, la única rosa blanca que no fue teñida de carmín por las cartas antes de que llegara la Reina de Corazones. El fuego azul de la magia, el verde de la guerra, el blanco de su alma.

Ahora el motivo había llegado, el rubio asomado entre la niebla, el pararrayo por fin funcionó ¿Saltar, gritar, aullar, qué debía hacer? Él cogió un papel, buscó un lápiz apenas con punta y escribió esta aglomeración de párrafos.

Se siente bien, fue bueno. Una medrosa sonrisa se dibuja, la sangre fluye hasta sus dedos, cada letra, cada palabra es dada a luz sin pujar, fácil, sencillo; hay calor, hay emoción, no existe la duda ¿Por qué? Porque la princesa más hermosa, la luna de los lobos, la cerveza de los escritores, el tesoro de los dragones y la doncella de los caballeros, había llegado a la habitación, a la prisión donde nacen las mejores historias, los best-sellers entre los libros; ya sabes, los más lindos y decorados versos de un poema.

Es bueno no estar solo, cambiar de vista, reconocer un bello rostro de ninfa que haga olvidar las grietas de las paredes. Saber que la depresión en el colchón no es solo por mi culpa. Mientras tanto la musa realiza su mejor trabajo: inspirar. Sobre la mesa se van acumulando los papeles, los mundos, los amores y traiciones, el gordo tabernero y la perfecta pianista, el ave atroz y el desahuciado sin esperanzas. Capítulo uno, dos, tres y así hasta que la musa termine los giros, las poses y los gráciles movimientos del ballet más precioso que se haya danzado jamás.

Porque el mejor ballet nunca se ha mostrado sobre el proscenio delante de una multitud con suficiente dinero para costear la entrada, el mejor ballet no ha sido mostrado en las cámaras, el mejor ballet nunca fue presentado delante de reyes o príncipes... No, el mejor ballet fue ejecutado en cuartuchos polvorientos, hediondos a sexo, guardado, óleo y tinta... Tinta para escribir.

¿Se acabó? Sí. Todo libro tiene un "fin", la inspiración no es para siempre o quizás... No por el momento.

¿Por qué?

Bueno verás...

Nos une veinticuatro razones.

Pero nos separa veinticinco leguas.

Deslizándome hacia la locuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora