La mierda no para de acumularse

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¿En qué momento el tiempo comenzó a pasar tan rápido? Las horas llegan y se van como las sonrisas, los días son suspiros de enamorados descarnados, semanas cuyo comienzo y fin se han borrado con goma del calendario, no existe ahora línea divisoria que me indique cuánto tiempo ha trascurrido.

Los decimales fingen ser números enteros y los enteros negativos. Una ilusión, la manecilla de mi reloj no se mueve, es una maldita dilución hacia lo perdido, lo vagante en altas aguas y desérticos mares, me ahogo en una barca de papel, intentando tocar las piedras esculpidas por las olas en cuchillas, y aún estos filos me tientan ir desnudo a buscar mi vestido.

Un vestido sucio y deshilachado, sangriento, muerto. Creo que he perdido la vocación, la fe o las ganas, quisiera ser constante y todos los días llenar páginas de lo que no es debido, morbo, sexo y acciones que nunca he vivido; amor, odio y emociones que jamás he sentido.

Porque no hay nada más bello que un río, ese caudal de agua tibia que corre por tus dedos sin descuido, cuando no son lo suficientemente rápidos para transcribir lo que la mente ha gemido. Esa es la maldita única razón por la que escribo... Pero desde hace mucho tiempo que esa musa se me ha ido.

Esto es una estupidez, las palabras riman como una canción de rap, o versos de un niño para un trabajo de la escuela, con una profesora de castellano que seguramente se llama Alondra, de esas que te reciben las hojas con una gran sonrisa bajo una nariz de nacida en Argentina. A la mierda las rimas y toda esa basura, el único fundamento que me tiene presionando teclas esta noche, es el despecho, el despecho de un hombre que ha extraviado su motivo, y no encuentra en nada la paz de vivir con un sentido.

Algunos lo llaman bloqueo y otros pereza, sin embargo prefiero referirme a su presencia como "Un lisiado que respira"





Deslizándome hacia la locuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora