ＮＵＥＳＴＲＯ ＳＥＣＲＥＴＯ || ʏᴏᴏɴᴍɪɴ•ᴊɪᴍsᴜ

Capítulo 23: Una sincera disculpa

Miro el frasco que contenía las pastillas que me recetó el psiquiatra y frunzo él ceño.

-No puede ser tan malo.

Cuando estoy a punto de tomar una pastilla, el timbre de la casa suena tres veces. Siento como todo mi cuerpo se tensa al reconocer la manera en la que Jimin solía tocar él timbre.
Con un suspiro lleno de nerviosismo, vuelvo a meter la pastilla y cierro el frasco.

-Te salvó la campana, galán.

No estaba muy seguro de tomar esas pastillas y agradecía cada interrupción que tenía para no tomar ni una.

Al no haber nadie en casa, salgo de mi cuarto y comienzo a bajar los escalones sin ninguna prisa a pesar de que el timbre era tocado tres veces más. Una vez frente a la puerta, la abro y mi corazón empieza a later como loco, volviendo a la vida.

-Hola, Hyung -la voz de Jimin suena con timidez y con un poco de miedo, como si temiera que le cerrara la puerta en la cara. Sus ojos hinchados y rojos.

Entonces, de un momento a otro se abalanza sobre mí, haciéndome perder un poco él equilibrio pero recuperándome casi al instante. Siento como sus brazos me asfixian pero no digo nada por que realmente quería esto.
Mi vista se vuelve borrosa a causa de las lágrimas cuando escucho a Jimin sollozar con su cara escondida en mi cuello.

-H-Hyung -trató de hablar Jimin, con su voz quebrada.

-Jiminnie -murmuro, rodeándolo por la cintura con mis brazos y soltando un suspiro.

No sé por cuanto tiempo duramos abrazados pero mi camiseta estaba húmeda por las lágrimas de Jimin.

-Te extrañé -susurro.

-No tanto como yo, Hyung -habló y una vez más vuelve a llorar.

Mi pecho duele al verlo así pero al menos era por que me extrañaba así que eso me hace un poco feliz. No fui él único que sufrió durante este tiempo al menos.

Lo tomo del brazo después de que se adentrara a mi casa y cerrara la puerta, llevándolo hasta el sofá para sentarnos, nos abrazamos como si de eso dependiera nuestra vida. Como si alguien o algo nos quisiera separar.

-Perdón, hyung -solloza más fuerte y yo solo lo aprieto más contra mi pecho, dándole un beso en la nuca.

-Está bien, Jiminnie... -le beso una vez más la frente. -Todo estará bien.

Siento un nudo en la garganta al recordar que tal vez esté enfermo.

-Tenemos que hablar.

Asiente sin apartar la cara de su lugar, en la unión de mi cuello y hombro.

Y fue así como le conté todo lo que estaba pasando. Jimin no hacia más que llorar cada vez más fuerte y pedirme perdón miles de veces. Cuando terminé de hablar, me separé un poco para mirarle a los ojos pero él se rehusaba a soltarme.

-Jiminnie...

-Solo un poco más, Hyung, siento... Siento que si lo suelto, alguien lo alejara de mí, que desaparecerá y tengo miedo de dejarlo una vez más o que usted se dé cuenta de la muerda de persona que soy y me dejará, no creo resistir algo como eso -murmura, besando mi cuello.

Suspiro, quedándome un poco más así.

Después de unos minutos, se aleja, tomándome con sus dos manitas de mis mejillas y dejándome un pequeño beso en la punta de mi nariz.

Y es ahí cuando le veo él rostro. Un rostro que no se parece al de Jimin, con los ojos como sapo y la cara llena de lágrimas con un puchero en sus labios demasiado grande. Yo debo estar igual.