Capítulo 11.

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Siento los brazos de alguno de los dos en mi cintura para ayudarme a mantener en pie, el dolor es punzante y la verdad no estoy segura si es una contracción porque aún me faltan un par de semanas. Me aferro al brazo de Ian quien esta asustado.

– Owen – grita Ian –. ¡Owen mierda ven!

Un chico que parece pasante viene corriendo.

– Señor – dice asustado.

– Quiero que bajes al sótano, ya sabes cual es mi coche y quiero que lo estaciones justo en la entrada de los levadores – le ordena Ian.

– ¿Para qué señor? – lo fulmino con la mirada.

– Solo tomas las putas llaves y has lo que se te pide – le grita Ian tirándole las llaves.

El chico asiente asustado y sale corriendo en dirección a los elevadores pero puedo ver desde aquí que esta en las primeras plantas.

– Joder Owen que tienes 22 años usa las escaleras – le grita de nuevo Ian.

La preocupación de Ian me hace reír haciendo que el dolor se intensifique y automáticamente pare.

– Liam tu ven – le llama –. En la planta de abajo queda la oficina de James, necesito que vayas y le digas lo que esta pasando aquí.

– Yo no tengo 22 años pero también puedo usar las escaleras – dice mientras se apresura a bajar.

– Ian duele – me quejo.

– Tranquila – su voz es amigable –. Lo que no entiendo es porque tan pronto.

– ¿De qué hablas? – el señala mi vientre.

– Ian ¿Cuántos meses crees que tengo? – el ladea su cabeza.

– Alrededor de 4 o 5 meses – yo niego.

– Tengo 34 semanas – el dolor va cediendo.

– No parece – me encojo de hombros.

Ian me ayuda para buscar la posición donde el dolor se menos punzante. No se cuantos minutos llevo aquí pero siento que son horas. Ian trata de distraerme pero la verdad lo único que quiero saber en estos momentos es si mi bebe esta bien.

La puerta de salida de emergencia se abre y veo a James correr hacia mi. no me pregunta nada solo se acerca hasta donde estamos, me da un beso en la frente y me levanta, rodeo mis manos en su cuello y siento su aroma inundar mis pulmones.

– Van a estar bien – dice entrando al elevador privado.

Siento de nuevo una punzada y afirmo mi agarre, quizás lo este lastimando pero el dolor me hace doblarme haciendo que James me acomode para no caer.

– James bájame – le suplico.

– No – responde rápido.

– Creo que puedo mantenerme en pie mientras bajamos – el niega.

– No me molesta tenerte entre mis brazos – me mira y me da una sonrisa.

– Pensé que me odiabas – suelto.

– Nunca – frunce el ceño –. Pero no es un buen momento para hablar de eso, además no estamos solos – señala a Ian con la cabeza.

– Por mi no hay problema – dice.

– Llévame a mi casa por favor – su mirada se endurece.

– Nos vamos para una clínica – sentencia –. Estas pálida, tienes dolores y además fría.

Sin Miedos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora