Capítulo 32.

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Dos meses, ese es el tiempo que llevo aquí. Hablar por teléfono más que una ventaja es una tortura, y es Richard me reclama si llego a pronunciar el nombre de James. Isa por su parte esta hermosa, sus ojos son hermosos pero lo que más me gusta es que cada día se parece más a su padre.

De las pocas cosas positivas es que Richard en este tiempo no me ha obligado a compartir cuarto con el, y es que de solo pensarlo me dan ganas de vomitar. No soporto estar a su saldo, y aunque su trato con Isabella es casi nulo prefiero que este a mil kilómetros de ella.

Mr. Westbrook ha venido un par de veces a visitarnos, la relación que hizo con Isa es hermosa y es que el dice que es como su nieta. No se que pensara mi padre, pero no puedo negarle amor a mi princesa.

Cuando las cosas iban bien con James pensé que este 2018 sería un de los mejores, pero en realidad esto se ha convertido en una pesadilla. Lo único que realmente me hace feliz es poder compartir con mi hija. Ella aun no entiende muy bien lo que pasa, pero a veces se me queda mirando, quizás buscando a James. Ahora que balbucea un poco me muero de amor por ella.

Tengo entendido que Richard tiene que viajar por un par de días, y esa hasta ahora ha sido la mejor noticia que he recibido. Quizás cuando regrese se de cuenta que esto es absurdo y me deje en paz, es tonto pensar que el pueda cambiar de idea, pero por ahí dicen que lo último que se pierde es la esperanza.

– Sophie! – grita Richard desde la primera planta –. Sophie!

Dejo a mi pequeña en su cuna y me voy en dirección a donde grita Richard.

– No grites – le advierto desde las escaleras –. Isabella esta dormida.

– Tu no me dices que hacer – dice y es cuando me doy cuenta que esta borracho.

– ¿Qué quieres? – el me señala.

– A ti – camina hacia mi –. Y te voy a tener.

– Aléjate – sentencio –. No quiero que me toques.

– Ya me cansé de tus estupideces – grita.

Lanza un manotazo para tomarme, pero soy más rápida y comienzo a subir las escaleras. Siento sus pasos atrás de mi, así que en la primera puerta que hay abierta me meto. Richard comienza a golpear la puerta con mucha fuerza.

– Abre la puerta – ordena.

– Vete – digo asustada.

– Que abras la maldita puerta – empieza a golpear a un más fuerte –. Si no la abres tu hija pagara las consecuencias.

Sin pensarlo dos veces abro la puerta, una cosa es que se meta conmigo y otra muy diferente es mi hija. Apenas doy un paso afuera el me da una cachetada, siento como mi mejilla arde y algunas lágrimas salen. Me toma del brazo y me arrastra hasta su habitación.

– Suéltame Richard – le suplico.

– Cállate! – ordena

– Richard mírame – se gira –. Me lastimas.

– Te lo mereces – sentencia.

Con una de sus manos me toma el rostro, para luego tirarme sobre la cama. En estos meses el nunca se ha portado tan violento como ahora, y es que realmente verle en este estado y con este comportamiento me da mucho miedo.

– Ahora si vas aprender que es estar con un hombre – dice mientras se quita el cinturón.

– Richard no lo hagas por favor – el niega.

– Mi amor no tengas miedo – se acerca a mi con una sonrisa –. Tu solo disfruta.

– No quiero – su sonrisa desaparece –. Me das asco.

Sin Miedos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora