Capítulo 41.

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Para el final de la semana aún no tenemos nada que nos pueda ayudar, es demasiado frustrante porque de verdad hemos puesto lo mejor de cada uno para sacar a James de todo esto. Las consecuencias pueden ser multas de gigantescas sumas de dinero y cárcel.

No tengo ni idea que hora puede ser, pero ya es de noche. Aún sigo revisando los datos de los últimos 2 años. La puerta de la oficina que James me dio temporalmente se abre y el entra con algunas bolsas en su mano.

– Ya es tarde – susurra desde la puerta –. Creo que debemos ir a casa.

– Aún no he terminado – sonríe discretamente.

– Sabía que dirías eso – levanta la bolsa –. Te he traído algo para que comas.

– Gracias – entra y cierra la puerta.

Se sienta en el mueble y deja la comida sobre la mesa, veo como el cuidadosamente deja todo listo para que podamos comer.

– Sophie – me llama –. No quiero que hagas esto.

– ¿Qué cosa? – sus ojos van a los míos.

– Sé que quieres ayudarme – pasa una mano por su cabello –. Pero no quiero verte metida aquí todo el día.

– Esa no es tu decisión – niega.

– Hemos estado buscando algo por meses y no hemos encontrado nada – me pongo en pie para ir a su lado.

– Yo apenas llevo un par de días – toma aire.

– No vas a parar ¿Verdad? – niego –. ¿Ni un par de minutos?

– ¿Por qué tendría que para? – me siento en sus piernas.

Sus dedos van a mi blusa y comienza a quitar los botones, rodeo con mi brazo su cuello y lo beso. Recuerdo que alguna vez alguien me dijo que cuando no puedes encontrar los errores debes despejarte y después volver a intentarlo, yo diría que esta es la mejor distracción que puedo tener.

– ¿Ya empezaste a tomar tus pastillas? – niego y su rostro es muy gracioso –. ¿Por qué no?

– Ayer hable con el ginecólogo y dijo que podía ver otros métodos – muerdo mi labio inferior –. No tendremos que preocuparnos por condones y pastillas por tres meses.

Grita de la emoción antes de besarme con pasión, su lengua invade al instante mi boca y sus manos dejan mi blusa para irse a mis glúteos. Me acomodo a horcajadas, puedo sentir la presión en su pantalón que reclama ser liberado. Con rapidez me deshago del cinturón y la cremallera, hago lo mismo con los botones de su camisa y comienzo a besar su cuello y su pecho.

La puerta comienza a sonar como si alguien quisiera entrar, mi corazón se detiene por unos segundos mientras proceso lo que está pasando.

– Mierda – susurro.

– ¿Quién es? – pregunta James enojado.

– Hardy deja de cogerte a Sophie – dice Ian –. Creo que tenemos algo.

– Espero que sea algo realmente bueno – dice James –. Porque si no te mato.

Con sus fuertes brazos James me levanta, comenzamos a vestirnos e intentar disimular lo que estaba pasando. Abre la puerta y yo me siento en donde estaba James.

– Uff aquí huele a sexo – dice Ian apenas entra.

– Déjate de tonterías y muestra – no puedo evitar sonrojarme.

– Encontramos un desajuste en los valores del año pasado a finales de agosto – miro los papales que tiene James –. Creemos que es fue el primer golpe.

Sin Miedos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora