Capítulo 2

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Rodeó el tronco con la soga de escalada de su hermana y trató de atarlo adecuadamente varias veces sin lograrlo. Sídney se acercó a ayudarlo y con destreza de sobra ató un nudo elaborado y fuerte.

—¿Dónde aprendiste a hacer nudos? —preguntó Konrad.

—Mi hermano me enseñó en un verano —respondió Sídney halando con fuerza la soga para comprobar su agarre.

—¿Cuál de todos tus hermanos? —agregó April mirando a los dos chicos arrodillados.

—Rio.

—¿El soldado?

—Él —aseguró Sídney —. El ejercito lo entrenó en cosas como estas.

Usaron la cuerda atada al tronco del árbol para bajar por el agujero. Sídney y April descendieron con facilidad, mientras que a Konrad se le dificultó y luego de lastimarse la palma de ambas manos lo logró.

Sídney tenía la linterna y alumbró hacia delante. La luz le permitió apreciar que las paredes de la cueva estaban pintadas.

—No veo nada ... esto no alumbra bien —dijo April mientras intentaba buscar a Verónica con la mirada y la linterna de su celular.

—Al menos el tuyo tiene linterna —dijo Verónica junto a una pared —, al mío se le dañó.

—¿Para qué nos hiciste bajar? —preguntó Konrad.

—Ya lo verán ... ¿Tienes algo con que prender fuego en el equipo de escalada? —preguntó Verónica.

—Voy a mirar –respondió Konrad.

Revisó la maleta y encontró entre ganchos, magnesio en polvo y arneses, un par de bengalas.

—Mira —dijo lanzándole una a su amiga y ella la agarró con agilidad.

Con la bengala en la mano, Verónica se arrodilló justo al lado de la pared porque había tocado algo viscoso ahí, antes de que los demás llegaran, y si su olfato no la engañaba había sido cera. Intentó comprender el sistema de la bengala, pero luego de unos minutos se dio por vencida.

—¡No puedo prender esta mierda! —exclamó molesta —. ¿Alguno sabe cómo se hace?

—¡Yo! —alzó la voz Sídney —, mi hermano también me enseñó eso.

—¿Rio? —preguntó Verónica pasándole una bengala.

—Sí —respondió —. Encender una bengala es sencillo —añadió cuando tuvo el artefacto en las manos —. Solo se quita la tapa y con ella se raspa ...

Un ruido invadió la cueva y una luz, entre rojiza y amarilla, se encendió de manera fugaz. Sídney, asustado, lanzó la bengala chispeante por el aire, esta rebotó contra el techo y cayó al suelo. Verónica corrió y de una patada la mandó a una orilla de la cueva ocasionando que la llama tocara la cera.

Fuego nació paulatinamente por toda la cueva, siguiendo el camino de la cera que recorría todas las paredes del recinto y ninguno necesitó más las linternas, ahora veían con claridad. El lugar era grande, mucho más de lo que cualquiera pensó. Estupefactos, los cuatro chicos miraron a su alrededor. Más que a una cueva, el lugar se asemejaba a un armonioso salón, con paredes finamente pinceladas y suelo de mármol.

April se ubicó en la mitad de la cueva y sobre ella, en el techo, descubrió una pintura hermosa. Consistía en un borde circular dorado que rodeaba cuatro ambientes, dentro, estaban el cielo, el mar, un bosque y una parte del bosque en llamas, todo abarrotado con lo que parecían ser personas, pero de distintas y extrañas fisionomías y muy variados tamaños.

Las Gemas De UspiamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora