Capítulo 7

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A la hora del almuerzo todos en Uspiam disfrutaban de un extraño y efímero momento. Las nubes dispersas permitían a los rayos solares alcanzar la tierra sin obstáculos y producir un poco de calor, que cualquier persona ajena al pueblo solo catalogaría como menos frío.

Konrad leía atento en una silla de la cafetería y alguien ubicó un periódico sobre su ejemplar de El Perfume de Patrick Süskind impidiendo que continuara. Levantó la mirada buscando de quien se trataba, era Dasha Kovac, una chica de cabello rojizo partido por una línea media a lo largo de su cabeza que caía con ondulaciones hasta sus hombros. Su piel blanca tenía pecas regadas por la nariz y cerca de esta en las mejillas. Poseía un cuerpo delgado sin nada especial, sin embargo, que Dasha siempre estuviera erguida, incluso cuando se sentaba, le otorgaba un aire de elegancia.

—Hola Konrad—dijo ella dándole un beso en ambas mejillas.

—¡Dasha! —exclamó cerrando el libro de un golpe y espachurrando el periódico en su interior —. ¿Cómo estás? —preguntó antes de apartar su vista de los ojos caramelo de la chica.

—Bien —respondió ella —. Algo ocupada por el inicio de año.

Dasha ostentaba el puesto de presidenta estudiantil del colegio, lo cual conllevaba varias responsabilidades extracurriculares. Era la encargada de organizar la mayoría de eventos especiales: los bailes, las reuniones de padres, las obras de caridad, los bazares y las decoraciones de festividades.

—Es el primer día del semestre y ya estás ocupada —suspiró Konrad.

—Estoy enseñándole el colegio a los nuevos estudiantes, cosa que nunca había hecho. El año pasado no llegó nadie nuevo ¿sabes? y este año están los tres de nuestro curso y también otros cuantos de cursos mayores.

—Unos cuantos extranjeros —dijo Konrad —, quizá con eso le den a Uspiam un lugar en el mapa —sonrió.

—No creo —agregó Dasha riendo —. Pero bueno, solo tengo unos minutos libres y venía a decirte algo.

—Dime.

—Estás cordialmente invitado a una cena en mi casa el último viernes del mes. Mi mamá preparará su especialidad de postre, torta de banano.

—¡¿Yo?! —exclamó Konrad sorprendido.

—Sí, tú. Mis padres quieren charlar contigo.

—¿Charlar? ¿Conmigo? —titubeó Konrad.

—Sí, contigo.

Konrad estaba atónito. Nunca había entendido nada de su relación con Dasha. Gastaban su tiempo juntos haciendo cosas que usualmente hacían los novios. Iban a cine, salían a cenar y hasta daban paseos por los parques, pero, contrario a su deseo, nunca se habían besado si quiera. Estaba totalmente seguro de que le gustaba aquella chica desde que empezaron a hablar con frecuencia hacía dos años, aunque no tuviera la menor idea sobre si el sentimiento era mutuo.

—No faltaré a esa cena —aseguró Konrad.

—Es a las ocho, no llegues tarde. —dijo Dasha dándole un beso en ambas mejillas —. Me voy, el deber llama.

Konrad no la podía dejar ir así como así, ella le había hecho una gran invitación, lo mínimo que podía hacer era devolverla.

—¡Dasha! —gritó alcanzándola en el camino.

—¿Qué pasa? —interrogó ella dándose la vuelta.

—¿Viste la nueva película de suspenso que están dando en el cine? —Konrad preguntó lo primero que se le paso por la mente.

Las Gemas De UspiamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora