—Sídney, concéntrate —gruñó Konrad al ver que su amigo había apartado la mirada de la enciclopedia para ver pasar a Reese por un recoveco de la biblioteca.
—No vas a entender nada si sigues pendiente de ella —insistió Konrad.
El lugar estaba casi vacío, solo los acompañaban cuatro personas más, incluyendo la bibliotecaria.
—No es mi culpa —dijo Sídney volviendo la mirada a su amigo —, es como si no pudiera dejar de verla.
—Entiendo que es mucho más que hermosa, pero es mejor que la evites, al menos por ahora, ya sabes que Belmont le tiene desconfianza, y también a su hermano.
—Es que no es que yo la quiera ver ... o bueno sí —se excusó Sídney con una sonrisa —, pero es como si no lo pudiera evitar. Es como si tú pudieras evitar ver a Dasha.
—Yo nunca observo a Dasha ... y tú ni siquiera has hablado con Reese.
—No la observas, pero quisieras hacerlo.
—Por milésima vez, Dasha no me gusta —masculló Konrad retomando la lectura de la enciclopedia.
—¡Claro que sí! —exclamó Sídney poniendo una mano sobre el libro de Konrad —. No entiendo porque lo niegas, no tiene nada de malo.
—Lo niego porque no tengo nada...
—¡Deberías ir a decirle que te gusta! Lo peor que puede pasar es que diga que tú no le gustas.
—No me gusta, Sídney —insistió Konrad.
—Entonces por qué siempre te pones extraño cuando alguien habla de ella. Mírate, estás enojado sin razón.
—No se me da tan fácil como a ti andar expresando mis sentimientos con la mitad de Uspiam.
—O sea que sí te gusta, solo que no sabes cómo actuar.
Konrad cerró el libro de un golpe y lo puso sobre la mesa.
—Sídney —murmuró y él se acercó para escuchar —, si te digo la verdad, debes prometerme que no le dirás a nadie, ¿entendido?
—¡Sí! —exclamó Sídney emocionado —, o sea no, no le diré a nadie.
—Y luego leerás la enciclopedia sin más distracciones ¿claro? —Sídney asintió —. Puede ser que Dasha me guste —continuó Konrad mientras su amigo no podía quitar la sonrisa de emoción de su rostro —, pero es obvio que yo no le gusto, así que mejor ni lo intento.
—¡Claro que le gustas! —exclamó Sídney alanzado la voz.
—¡Silencio, Sídney! —ordenó Konrad.
La bibliotecaria les lanzó una mirada desaprobatoria y Sídney le sonrió como disculpa.
—Perdón, perdón.
—¿Por qué crees que le gusto? —inquirió Konrad en un susurro apenas audible.
—¡Porque es obvio! Siempre te busca, el tiempo libre que tiene lo quiere pasar contigo y hasta le preguntó a Verónica por ti.
—Uno hace esas cosas por los amigos. Tú y yo somos amigos y estamos compartiendo tiempo libre juntos, April siempre se preocupa por nosotros y es nuestra amiga...
—Pues sí, Konrad, pero con Dasha es distinto —aclaró Sídney —. La única forma para salir de la duda es que le digas que te gusta ... aunque eso sería muy bobo. Mejor intenta besarla y si acepta sabrás la respuesta.
—Nunca haría eso —dijo Konrad reabriendo su libro y bajando la cabeza.
—¡¿Por qué?!
—Porque ¿si no quiere?
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Las Gemas De Uspiam
FantasyApril, Veronica, Konrad y Sidney son cuatro adolescentes que viven en un tranquilo pueblo en medio de una enorme reserva forestal donde nunca ocurre nada emocionante. Al menos hasta aquel día en el que los cuatro amigos son obligados a detenerse med...