Capítulo 25

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—¡Konrad! —exclamó April entrando en la casa y dándole un beso en ambas mejillas mientras lo abrazaba.

—Hola, Konrad —saludó Sídney.

Verónica entró en la casa sin hablar y detrás de ella apareció Belmont.

—Buenas Tardes.

—Hola, Belmont —dijo Konrad cerrando la puerta —. ¿Qué hacen todos aquí?

—Sid nos contó —respondió April —, y no podemos dejarte solo en este momento tan especial.

—Sid les contó ... —susurró Konrad para sí mismo —¿Qué les contaste Sídney? —preguntó en voz alta y con una mirada amenazante.

—Nada nuevo —dijo Verónica tumbándose en el sofá —. Que aceptaste que te gusta Dasha.

—¡Sídney! —gruñó Konrad furioso.

—Perdón, ellas me amenazaron. Me dijeron que si no les contaba le mandarían fotos al alcalde de Marycella y yo haciendo cosas.

—Yo no fui —negó April —, Verónica tuvo la idea y también la llevó a cabo.

—¿Y por qué sabían ellas que yo te había contado algo Sídney? —preguntó Konrad acercándose a su amigo con una mirada similar a la de un tigre hambriento.

—Les estaba contando lo de Reese y se me salió...

—Ay, Konrad —interrumpió Verónica fastidiada —, igual todos lo sabíamos. Al único que tenemos que juzgar aquí es a Sídney —volteó a mirar a su amigo —. ¿En serio Sídney? ¿Con la tal Reese? —Sídney no respondió absolutamente nada —. ¿Y tú con que vas a salir April? ¿Con Paulo? ¿Con Belmont?

Las miradas de April y Belmont se cruzaron y la chica se ruborizó sutilmente.

—Pues, Reese es bastante linda —dijo Konrad como muestra de apoyo a Sídney.

—¡¿Linda?! —exclamaron Verónica y April en coro.

—Claro que no —dijo Verónica —. Su hermano, él si es lindo.

—El hermano también lo es —concordó Sídney.

—Reese no es fea ni linda, es normal —agregó April —. ¿Verdad, Belmont?

Miró al elfo con una sonrisa y con total seguridad de la respuesta que quería escuchar, pero lo que alcanzó sus oídos borró su brillante expresión facial.

—A mí también me parece muy linda, pero no debemos confiar...

—Me imagino que no tienes ropa para la cena —interrumpió April cambiando el tema —. ¿Verdad, Konrad?

—Tengo que ir a buscar en mi armario a ver que encuentro.

—No —dijo April —. Sídney tenía una ropa muy bonita y te la trajo.

Sídney se acercó con unas prendas dentro de una bolsa y se las dio a Konrad. Eran las mismas que había usado la noche de la cena con el alcalde.

—Ve a cambiarte, te esperamos acá.

—Antes tengo algo que preguntarte, Belmont.

—¡Que vayas a cambiarte! —ordenó Verónica en un grito —. Quiero irme rápido para la casa.

Konrad subió las escaleras y desapareció de la vista de los demás.

—¿En serio Reese les parece tan común? —preguntó Sídney.

—¡Sí! —respondieron Verónica y April al unísono.

Belmont estaba cerca de una ventana y no dejaba de mirar hacia fuera escondiéndose tras la cortina.

Las Gemas De UspiamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora