CEO

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Cuando llegó a Londres se sentía como una niña en juguetería, sacó su cámara y comenzó a fotografiar todo lo que se encontraba a su alrededor, y cuando recordó su propósito buscó la dirección de KrentzCorp, había desperdiciado la mitad del día perdiéndose en repentinas ocasiones, hasta que un policía la llevó hasta la empresa, <<ojalá que así fueran los policías mexicanos>>, pensó y se despidió del serio policía.

Y ahí estaba, frente a un enorme edificio tapizado por espejos, comenzó a sentirse nerviosa; no era normal que ella estuviera en Londres pidiéndole el divorcio a su esposo, esas palabras sonaban irreales hasta en su cabeza. Entonces un viento helado la estremeció y cerró el saco súper delgado que llevaba, aun pensaba en como entrar y poder hablar con él pero entonces la voz de Kilian Krentz sonó en una pantalla promocional a su empresa.

"Mi nombre es Kilian Krentz y soy el dueño de KrentzCorp, una empresa con más de cien años de experiencia..."—Su cerebro estaba en completo shock, más que escuchar lo que él hombre decía solo podía mirar lo perfecto y apuesto que era, una destellante piel blanca, una perfecta barba recortada y unos ojos color hielo protagonizaban su rostro acompañado de un cabello un poco rebelde pero que en él lucía sumamente perfecto.

—Maldita sea... esto solo me pasa a mí... es jodidamente guapo ¿y ahora qué hago? ¡No puedo entrar y decirle...Hey soy tu esposa! ¡Carajo! ¿Por qué no lo hiciste más feo Dios? — continuó hablando sola así por casi quince minutos y cuando se descubrió pensando como toda una pesimista se enderezó. — ¡No! Me pongo nerviosa como si hubiera venido a conquistarlo... ¡A lo que vine! —Caminó hasta la entrada y justo en la puerta se regresó temblando. — Rayos... Rayos... Rayos... ya sé a las tres... Una... dos... tres... — Entró y para no arrepentirse caminó hasta la recepción.

— ¿En qué puedo ayudarla? —Preguntó la señora rubia quien la miraba paciente.

—Amm Yo estoy buscando al señor Kilian Krentz. —Sonrió un poco nerviosa y esperó.

— ¿Quién lo busca?

—Regina de la Vega.

— ¿Tiene una cita con él señorita de la Vega?

—No, pero es de suma importancia hablar con él, es algo más personal ¿entiende?

—Lo lamento señorita no puede ver al señor Krentz si no es con una cita.

—No quería decirle esto, pero yo... yo soy su esposa. —La señora levantó su mirada seria hacía ella y se quitó los lentes para observarla, <<ya sé que soy mexicana, pero no miento>>, pensó tensa.—Por favor, solo llámele y dígale que en verdad necesito verlo.

—Bien, haré un intento. — Tomó el teléfono y marcó un número de tres dígitos. — ¿Presidencia? Comunícame con el señor Krentz, gracias. — esperó unos segundos y continuó. —Señor Krentz disculpe la molestia, aquí en recepción hay una mujer llamada Regina de la Vega, y dice ser su esposa, también dice que verlo es de suma importancia... bien, si señor; gracias. — Colgó y miró un poco penosa a Regina.— Ok no sé qué quieras tratar con el señor Krentz, pero de mujer a mujer te advertiré que él solo se dedica a jugar con las mujeres, si no quieres salir lastimada mejor aléjate, no es una persona con la que puedas tratar, me dijo que subieras al elevador, es el piso 42 primera puerta a la derecha. —Regina sintió el corazón en la garganta  y caminando al elevador presionó el botón 42 y cerró los ojos sujetando su vientre, <<no te detengas, no quiero morir aquí encerrada>>,  se repetía mentalmente para no morir a causa de su claustrofobia, cuando la campana sonó el elevador se detuvo y salió acomodando su cabello y asegurándose que su maquillaje estuviera intacto.

—Hola señorita soy...

—Regina de la Vega ¿cierto? Adelante ya puede pasar. — le señaló la tierna chica rubia sonriente, la puerta con el nombre de CEO Kilian Krentz solo hacía que el estómago le doliera, tocó y una voz ronca y varonil le avisó que entrara, respiró hondo por última vez y alzó la vista hasta verlo ahí sentado detrás de su escritorio, justo como en el anuncio de afuera.

—Por favor tome asiento, —sonó el carísimo celular de Kilian y con un dedo le indicó que esperara. —Aquí Kilian, ¿Qué tal Emerick? Sí, ya le confirmé a Devlin mi asistencia, saluda a Madre por mí, adiós. — Colgó y miró a Regina un poco temblorosa. — Como le dijo la recepcionista nadie puede verme si no es con cita, pero vaya que admiro su forma tan original de mentir para ponerse en contacto conmigo y coquetearme— Tal vez podría ser increiblemente guapo y perfecto, pero si había algo que Regina odiaba era que un hombre fuera prepotente, detestaba a los hombres que se creían de más, lo que la hizo reaccionar y volver en sí, se puso de pie tomando su bolsa y suspiró un poco harta de la situación.

—Mi nombre es Regina de la Vega, y no crea que estoy aquí para ver su linda cara— al darse cuenta de lo que acababa de decir cerró los ojos arrepentida pero continuó.— Estoy aquí porque usted arruinó mi boda.

— ¿Yo arruiné tu boda?— dijo poniendo un cigarro en su boca y prendiéndolo con delicadeza.

—Hace tres días estaba a punto de casarme, ¿y qué cree? El juez me dijo que yo ya estaba casada, y el nombre de "Kilian Krentz" estaba en mi archivo, como si usted fuera mi esposo. — Él la miraba atento mientras echaba con gracia el humo de su cigarrillo.

—Oiga, oiga... creí que estaba aquí para darme placer, no la dejé entrar para habladurías falsas— Para cuando Regina lo escuchó sus mejillas ya se habían enrojecido de la furia acumulada, sacó un folder con documentos y los arrojó al escritorio.

— ¡a ver amigo creo que no me has entendido! — esta vez su tono de voz se había elevado y caminó hasta el otro lado del escritorio para mirarlo de cerca, esta vez su enfado iba más allá que su gusto por él. — ¡Estos documentos son de hace 29 años! ¡Tu padre nos casó a ti y a mí para no sé qué planes! ¡Vine desde México a arreglar esto para volver y casarme con un hombre perfecto y no iré a ningún lado si no me firmas el maldito divorcio!— Kilian se encontraba impresionado, nunca  una mujer se había atrevido a alzarle la voz, fumó otro poco y le echó el humo del cigarro cerca de la cara, cuando Regina se dio cuenta de la cercanía se alejó, <<¡Dios su maldito perfume era delicioso!>>,pensó.

—Ok te diré algo, no me gusta cómo me hablas, si no te has dado cuenta yo mando aquí, y ninguna mexicana gritona viene a chantajearme ¿entiendes niña? Haré que te saquen de aquí. —Tomó el teléfono y llamó a seguridad.

— ¡No, por favor! Me pasé un poco pero en verdad es que estoy desesperada, solo lea los documentos. — Su enfado desapareció al ver a los guardias de seguridad y ambos la tomaron por los brazos, la arrastraron hasta afuera del edificio y la aventaron hasta hacerla caer, su cara se golpeó con el anuncio de Kilian y se abrió el labio. Con el poco orgullo que le quedaba se paró y sacudiendo su pantalón se quedó esperando cerca de la entrada a Kilian, aún no se podía rendir.

Y mientras ella se encontraba sentada en el suelo de las afueras de la empresa, Kilian trabajaba feliz en sus nuevos proyectos hasta que Mark Hamilthon entró a su oficina.

— ¿Quién era la mujer que sacaron a la fuerza? ¿Otra de las chicas que conquistaste el fin de semana?— se sentó ajustando sus lentes y mirándolo divertido.

—Una loca que decía ser mi esposa, ¿puedes creerlo? ¿Hasta dónde llegan las mujeres hoy en día por estar con un hombre millonario? Me dio este folder y ordené que la sacaran de aquí.

— ¿Tu esposa?— soltó una carcajada y tomó el folder para seguirse burlando, entonces su sonrisa desapareció y leyó con más atención. —Oye Kilian, ¿por lo menos leíste esto? Parece serio hermano.

—Es una tontería...

—No, quiero que veas esto, es el sello real... esto parece legítimo y mira, es la firma de tu padre. —Kilian un poco exasperado le arrebató el folder de las manos y leyó. — Creo que debiste escuchar a la chica.





 — Creo que debiste escuchar a la chica

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Engatozada: KilianDonde viven las historias. Descúbrelo ahora