OBSESIÓN

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Cuando la luz del sol iluminó la pequeña habitación donde estaban Regina fue la primera en abrir los ojos, aun se encontraba enredada entre las piernas de Kilian, era un sueño del cual no quería despertar, tranquila dejándolo dormir observó la habitación donde se encontraban, el techo casi se caía en pedazos y había un poco de humedad, tampoco estaba segura de que color eran las paredes de tan despintadas que estaban, pero aun así no importaba nada; ella hubiera podido ser feliz así en una casa simple y sin mucho dinero con tal de estar con él ahí amándose, no era mucho lo que pedía, solo a él. Se inclinó un poco y lo observó durmiendo, él respiraba tranquilo; como si no tuviera de que preocuparse, y por ello Regina no se arrepentía de no contarle lo que le haría hacer Ferdinant, no quería terminar con la paz que él ahora sentía. Así que zafándose poco a poco de su abrazo quiso irse sin que él lo notara, pero no funcionó, en cuando se empezó a soltar de sus brazos él la sostuvo más fuerte atrayéndola a su cuerpo.

— ¿A dónde crees que vas mi amor?— Le preguntó aun con los ojos dormidos y respirando a su oído. Y lo único que hizo fue descontrolar más a Regina quien no quería sufrir más al dejarlo.

<< ¿Por qué en las malditas películas siempre funciona dejar a la persona dormida y aquí no?>>, pensó maldiciéndose, se giró frente a Kilian y él abrió un ojo con esfuerzo para verla.

—Ya había olvidado tu manía por verme dormir... ¿te diviertes?— volvió a preguntar con esa voz irresistiblemente ronca que la volvía loca.

—Sí, me relaja verte tranquilo. — respondió en un susurro.

—Es porque te tengo en mis brazos, ¿Qué más puedo pedir? —Regina cerró los ojos pensando en cómo decirle que sí iría a México, algo tenía que inventarle por era claro que no regresaría en mucho tiempo.

—Tenemos que hablar. —Dijo aun susurrando y Kilian abrió los ojos como si con esas palabras ella hubiera terminado con la paz.

—No quiero saber nada Regina.

—Pero Kilian...

—No

—Mañana regresaré a México. —él la soltó y se acostó boca arriba mirando el techo.

— ¿te casaras con Alfonso? —preguntó sin mirarla.

— ¿Qué? ¡No! Yo terminé con él cuando volví de tu mansión, más bien es una oportunidad muy grande de trabajo con... Ferdinant. —Kilian se incorporó de inmediato y sé paró de la cama quitándose las cobijas enfadado, miró por una pequeña ventana y se giró con los ojos llenos de furia hacía Regina.

— ¿Sientes algo por él? Es que no me molesta que vayas a tu país, lo que me molesta es que tengas que ir con él. —Regina notó que ahora él se llevaba la mano a su pecho por el dolor que ahora le ocasionaba e intentó calmarlo sin llegar contarle todo.

— ¡Kilian! Yo no siento nada por él, no pienses tonterías, yo te amo y eso jamás va a cambiar, desde que nací te pertenezco, no quiero que lo dudes jamás; quiero que recuerdes que aunque estemos separados sea por lo que sea siempre serás tú el hombre de mi vida, te lo dije ayer y te lo confirmo hoy.

— ¿Entonces por qué te irás?—Regina se pasmó por un lapsus de tiempo e inventó una excusa para librarse de su pregunta.

—Tú debes entender que yo también necesito crecer Kilian, tengo el sueño de ser una gran fotógrafa y con el proyecto de Ferdinant en México me lanzaré como una de las mejores— La lagrimas que salían sin permiso de sus ojos la traicionaron, le dolía ocultarle las cosas pero tampoco le diría que Ferdinant la obligaría a casarse con él, así que prefería mentirle en ese momento. Y Kilian al mirarla llorar se acercó a la cama para mirarla de cerca.

— ¿Por qué siento que me escondes información? ¿Si sabes no? Con él don de guía puedo sentir cuando mientes.—Regina al ver que él no cedería tan fácil se enredó en una sábana y se paró, tenía que ser un poco dura con él ya que si no lo hacía el jamás la dejaría,

— ¡¿Por qué me haces más difíciles las cosas Kilian?! ¡No tienes idea del trabajo que me cuesta dejarte sabiendo cuanto te amo!—Logró decir sollozando.

— ¡Entonces quédate! Yo sé que no puedo darte la misma oportunidad que te da Ferdinant pero puedo ver de qué forma puedas crecer en ese ámbito, yo... no quiero perderte de nuevo, ¿tienes una idea del dolor que me ocasiona el don de guía? ¡Todo el tiempo me pide a gritos abrazarte, besarte y hacerte el amor con cada oportunidad que tenga! Y si no lo hago, se vuelve una obsesión, cuando te fuiste la mansión me tuvieron atado a una cama por días porque lo único que quería era estar a tu lado y no podía, ¿sabes que hice este tiempo para controlar el maldito don? ¡Ponía fotos tuyas en el baño...! ¡En la cocina, y hasta en cada puerta por que el maldito don me desequilibra!, ¡¿Y tú llegas y me seduces para decirme esto?!—Al notarlo tenso se acercó a él y tomó su cara entre sus manos.

—Mírame, tienes que vivir en paz con el hecho de saber que yo te amo a ti y nada más, a veces las cosas no se planean, simplemente pasan y uno las tiene que afrontar, somos más fuertes que ese don, yo estaré feliz desde donde esté con el simple hecho de saber que tú eres feliz y tú debes sentir lo mismo.—Regina se puso de puntitas y le dio un beso que él aceptó un poco enojado, pero en cuanto Regina separó sus labios de él su mirada había cambiado.

—Quiero que te vayas. —Sus ojos fríos la miraron sin poder rogarle más, y ella comenzó a cambiarse lo más rápido que pudo, sin mirar a Kilian caminó hasta la puerta y cuando iba a girar la manija Kilian empujó la puerta para que ella no saliera ocasionándole un susto de muerte, cuando ella lo miró ahora tenía un efecto dominante, su actitud posesiva llenaba la sala donde estaban de tensión. —Yo quiero que te vayas, pero el don de guía no. — Regina se sentía pequeña a su lado, Kilian medía un metro noventa y ella un metro sesenta, así que era muy diferente.

—Kilian tienes que dejarme salir, si continúas con esa actitud harás más difíciles las cosas. —Kilian la tenía atrapada contra la puerta sin darle opción de escape, estiró su mano a su cara y con expresión triste besó sus labios para después él mismo abrir la puerta con todo el dolor de su corazón, ella comenzó a llorar y subió corriendo al auto de Katherina quien la esperaba desde la mañana. Él solo la observó mientras subía al auto muerto de ganas de correr tras él para no dejarla ir, pero su razón lo detenía, aunque ella le había dicho que era para su crecimiento personal, algo no le cuadraba y el don de Guía lo sabía, tampoco podía obligarla a quedarse, así que un poco tenso vio el auto arrancar y entró a su casa intentando asimilar lo que pasaría.

 Él solo la observó mientras subía al auto muerto de ganas de correr tras él para no dejarla ir, pero su razón lo detenía, aunque ella le había dicho que era para su crecimiento personal, algo no le cuadraba y el don de Guía lo sabía, tampoco podí...

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Engatozada: KilianDonde viven las historias. Descúbrelo ahora