QUIERO OÍR TU VOZ

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Aun confusa tomó el teléfono y buscó su contacto, cuando lo encontró dudó en presionar el botón verde, pero justo antes de presionarlo el teléfono comenzó a sonar y el nombre de Kilian aparecía en el identificador.

—No tiene que hacerlo si no quiere alteza. —Escuchó lejana voz de Katherina y con coraje presionó el botón para responder y sin decir nada lo pegó a su oído.

—Hola mi amor...— Oyó la voz de Kilian y de inmediato su corazón dolió como aquella primera vez que se alejó de él, cerró sus ojos y quiso concentrarse para evitar más dolor.— No sabía si marcarte sería una buena idea... sé cuánto te duele...— al oírlo balbucear se hartó.

— ¿Sabes qué? Detente Kilian— Dijo respirando con dificultad e intentando calmar la taquicardia que le daba. —  no te confundas, este vínculo que tenemos ahora no es porque me ames, es por el hechizo que tu hermano hizo, no te bastó con mentirme; si no que aparte tu familia me mata y me  revive ¿para qué? ¿Para unirme eternamente contigo? ¡Justo con el hombre que más odiaba en ese momento! —Kilian aun derrotado oyó los sollozos de Regina del otro lado del teléfono, no tenía armas para defenderse y ni mucho menos podía excusar a su familia, aun que ellos no lo habían hecho intencionalmente al final sí la habían matado, en ese aspecto la entendía perfectamente.

—No voy a decir nada en mi defensa porque no hay con que hacerlo; te hice mucho daño en muy poco tiempo, pero si hay algo de lo que jamás me voy a arrepentir es de haberte dado la mitad de mis latidos, porque gracias a eso puedo oír tu voz de nuevo. — Una parte de Regina quería arrojar el teléfono contra la pared y la otra la mantenía atenta a la voz del hombre que le había roto el corazón. —Por eso te llamé, porque cada vez que cierro los ojos te veo muerta en mis brazos,  pero el oír tú voz en este momento es como alimento para mi alma, deseo con toda honestidad que me superes porque solo así serás la Regina que yo conozco, con esa risa contagiosa y ese acento tuyo que me encanta.

<<maldita sea, su voz me sigue encantando>>, pensó arrepintiéndose después. 

—Ambos sabemos que el vínculo nos pide a gritos estar juntos todo el tiempo, te propongo algo, aunque no volvamos a estar juntos cooperemos para que esto no sea más difícil.

— ¿Cómo pasará eso si cada vez que pienso en ti tengo ganas de clavarte un cuchillo?

—podemos ser amigos de teléfono, así ambos tendremos una dosis de nosotros y nos evitaremos tu dolor de pecho y mis ansias de ir a buscarte ahora mismo.

— ¿Estas bromeando?

—No... solo sería una llamada amistosa, podríamos hablar sobre lo que hiciste en el día y yo te contaré lo que yo hago, solo como amigos, no te pido vernos solo... solo no me quites tu voz; es lo único que me queda para saber que sigues viva.

—No, es muy pronto y es mucha ganancia para ti, a ti no te duele como a mí cuando pienso en ti, y si a mí me duele yo estaré muy feliz sabiendo que a ti te duele el que no vuelvas a verme y ni mucho menos oírme, eso es justicia; no las estupideces que estás diciendo.

—Regina...

— ¡No! ¿Y sabes qué?  Estoy tan enojada que después de colgarte voy a romper este teléfono y no volverás a saber de mí, no sabrás donde vivo, si respiro o si morí...

—Por favor no, yo te lo suplico...

—No existe forma en la que puedas nivelar la balanza esta vez, Adiós Kilian. — colgó el teléfono y tirándolo lo comenzó a pisotear hasta dejarlo roto e inservible.

— ¿Esta bien alteza?— pregunto Katherina al ver su ataque de ira.

—Si... de hecho me siento de maravilla, Katherina no está permitido decirle a algún Krentz mi ubicación, ni tampoco mi estado de salud o ánimo, tampoco mis planes, es hora de volver a ser yo.

Para lo único que había servido esa llamada era para liberarla,  después de haberle gritado a Kilian sacó parte de su odio, y si en algo tenía razón era en que estaba dejando de ser la Regina que todos conocían. Ella no era una mala persona pero en lo único que podía pensar por el momento era en cómo hacerle daño a Kilian Krentz... y eso era muy simple, el simple hecho de no verla era su peor castigo.

Sintiéndose un poco mejor le lanzó una sonrisa a Katherina y se arrojó a su cama, cerró los ojos y durmió como no lo había hecho en días. Cuando la mañana llegó aun acostada miró por la ventana el día gris, ella siempre los había preferido así, era la única manera de poder usar un buen labial rojo y resaltar. Bajó de la cama dando un gran brinco y cantando se metió a la ducha, observó cómo aun caían varios cabellos mal cortados y rió ante la tontería que había cometido.

Al salir Katherina le prestó algunas prendas que a ella le quedaban, ya que su ropa se había quedado en la mansión de los Krentz, una camisa blanca con un pantalón y un saco negro, para su sorpresa no se veía nada mal, así que salió con Katherina de compras y compró ropa más formal,  un gran cambio siempre cambia tu visión de las cosas ¿no?  Y aunque su cabello no se le veía tan mal, fue a un salón de belleza para que se lo arreglaran un poco, jamás había imaginado llevarlo tan corto y ni mucho menos con un hermoso color negro, se sentía nueva a pesar de todo lo que había pasado. Cuando su chofer llegó por ella al centro comercial donde pasaba la tarde con Katherina salió luciendo un increíble pantalón blanco con una capa de la misma tela, sin duda se sentía mejor.

—Alteza, mi contacto arregló una entrevista con el dueño de la revista Burn, al parecer si está solicitando a un fotógrafo.

—Excelente... era justo lo que necesitaba.

— ¿Le parece bien si vamos ahora? No nos dio un horario pero saldrá de la ciudad en unas horas.

—No hay problema, mientras más rápido sea mejor, ¿Cómo es el jefe?

—No se preocupe, yo averigüe todo sobre él, su nombre es Ferdinant Leblanc y es uno de los hombres más poderosos de Londres, su revista es una de las más famosas a nivel mundial y al parecer es uno de los solteros más codiciados, por cierto en el 2017 fue nombrado  el hombre más sexi por la revista Think, es una revista para jovencitas.

—Dime que tiene 58 años— le rogó para que no le atrajera.

—No lo siento tiene 38.

— ¿Por qué los empresarios de ahora tienen que ser irresistibles? ¿Tienes alguna foto de él?— Cuando Katherina iba a buscarla Regina se arrepintió. — No mejor no me lo enseñes, ya sé que puede pasar algo malo si sé que es apuesto antes de entrar, o te caes en la puerta de su oficina o te manda a llamar a seguridad y te sacan del edificio.

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Engatozada: KilianDonde viven las historias. Descúbrelo ahora