HADA ALBINA

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Mientras Regina disfrutaba de los nuevos cambios en su vida, Kilian regresó a Londres casi dos semanas después de ella. Jamás había sufrido tanto y menos por una mujer; aunque parecía ser un hombre totalmente experimentado con la vida realmente no pensaba enamorarse tan pronto, cosa que le había afectado después de la partida de Regina, y aunque esta vez no había querido ser el villano lo había logrado. Cuando Regina abandonó la mansión de los Krentz sus hermanos tomaron medidas preventivas para que él no hiciera alguna tontería a causa del hechizo de Guía, por días tuvo que permanecer encadenado a una cama; ya que los deseos de buscarla y tenerla cerca lo torturaban, cuando Devlin decidió que era el momento de dejarlo ir a su casa Kilian se enfadó con ellos. Lo peor fue cuando tuvo que afrontar la soledad en su casa; de nuevo, sin duda a esa casa le hacía falta la risa de Regina, caminaba descalzo por todo el lugar y recorría su casa sorprendiéndose de varios lugares que ni él conocía de ella.

Los días seguían pasando y cada vez llegaba más lejos, ya no atendía su empresa y ni siquiera tenía ganas de comer, se sentía perdido, le resultaba increíble el grado en que podía afectarle una mujer con tan solo pasar una semana con ella. Dejó  de ser el Kilian Krentz ambicioso que todos conocían y ya no usaba los trajes de empresario que le caracterizaban, ahora la mayoría del tiempo usaba una chamarra de cuero con una playera blanca de bajo, su barba ya no la rasuraba jamás, y su cabello ya lo tenía considerablemente largo. Por días suplanto la comida por botellas de licor y volvió a su época de fumador.

Una mañana se encontraba tirado de ebrio en la sala de su casa y al escuchar el sonar de su timbre abrió perezoso un ojo y después con más flojera abrió el otro, se paró despacio y sin importarle que solo tenía puesto un pantalón de mezclilla caminó hasta la puerta frunciendo el ceño por la luz del sol. A su altura no vio a nadie pero cuando bajó la mirada se encontró con la alegre mirada de Ángela Krentz.

— ¡SORPRESA! ¿Estás listo?— gritó entusiasmada cargando una enorme maleta en sus pequeños hombros.

— ¿Qué haces aquí Ángela?— preguntó arrastrando cada palabra.

— ¿Qué que hago aquí?  ¿Tú me prometiste que saldríamos de viaje juntos lo olvidas?— Kilian cerró los ojos al recordar su promesa. — ¿Te molesta si pasó? Mi piel es muy sensible a la luz del sol. — Ángela entró sin siquiera dejarlo responder y una vez dentro se percató del desorden de la casa, botellas de licor medio vacías, coletas de cigarro acabadas y ropa por doquier.

—Ángela... no me siento en condiciones para viajar.

—Muchachón es que ya tengo los boletos de avión,  por cierto manda saludos Emerick dice que tu empresa va increíble.

—No sabes cuánto me alegro— comentó sarcástico.

—Kilian, ¿has estado comiendo bien? Te miras más delgado, tú jamás descuidas tu físico.

— Es que tengo mejores cosas que hacer...— Ángela caminó hasta su cocina y observó todo lleno de varios vinos y licores.

— ¡Kilian! ¿Es enserio? No quiero pensar que volviste al alcoholismo, — a Kilian sin importarle tomó un cigarro y lo prendió perdido en sus pensamientos, ella se dirigió a él enfadada y quitándole el cigarro de la boca le gritó— ¡Nuestro vuelo sale en ocho horas, te vas a bañar y vas a juntar ropa calientita por que iremos a Paris!

— ¿Que parte no entiendes? No voy a ir a ningún lado.

— ¿Sabes que me molesta de ti? que te has convertido en  un mediocre ¿sabes por qué? ¡Por qué medio crees que Regina no va volver!

— ¡Cállate Ángela!— gritó totalmente enfadado al oír el nombre de la mujer de su vida, pero a ella pareció no importarle y continuó.

— ¡Por que medió crees que jamás podrás vivir sin ella! —Volvió a gritar caminando a su alrededor. — ¡Por que medió crees que no puedes recuperarla! ¿No eres Kilian Krentz? ¡Responde!— le preguntó golpeando su hombro.

—si...

— ¡¿sí que?!— Preguntó de nuevo, Kilian esta vez se sorprendió al oír con esa actitud a la hermana más pequeña de los Krentz.

—Si soy... Kilian Krentz. —Dijo con resignación.

— ¿Eres el mismo Kilian del que todos hablan? ¿El magnate de negocios? ¿El CEO de Krentz Corp? ¿El mismo que ha ayudado con miles de tratamientos contra el cáncer a miles de seres humanos?

—También soy escritor ¿sabes?— Ángela le sonrió y él continuó hablando con voz etérea. —Hace unos meses llegaba de mi trabajo a esta casa y escribía cosas sobre el amor sin necesariamente tener a alguien a mi lado, en verdad lo disfrutaba; yo pedía comida rápida y la disfrutaba tranquilo frente a este televisor, después me transformaba en gato y destrozada uno de mis sillones hasta que me cansaba y dormía,  al siguiente día repetía lo mismo y así fue hasta que me enteré que estaba casado y una mujer llegó a esta casa, por primera vez se ocupó la cocina y por primera vez comí algo delicioso, me sentí amado; y a pesar de siempre estar solo, hoy  realmente me siento perdido.

— ¿Entonces que estamos esperando? Vamos a regresarte al camino Kil, y no estás solo; yo Ángela Krentz juro por mi vida que Regina y tú volverán a estar juntos.—dijo sobre actuando.

—Te escuchas muy segura de tus palabras. —Dijo poniéndose una camisa blanca.

—Tal vez Romeo no te lo ha contado, pero tengo una serie de habilidades; no eres el único que puede conseguir todo lo que quiere Kilian, ahora corre a bañarte porque tenemos muchas cosas que hacer. 

Aunque para la mayoría de los Krentz Ángela era muy pequeña y siempre pasaba desapercibida, ninguno se imaginaba el gran poder que se escondía en ella, su albinismo siempre la había caracterizado y su forma de vestirse con camisetas punk siempre hacía llamar más la atención, al igual que su largo cabello blanco, ella y su mellizo Romeo siempre parecían guardar un secreto sobre ellos, por lo cual ambos se apoyaban en todo.

En el momento en que Kilian cerró su casa para ir al Aeropuerto con Ángela sabía que podía confiar en ella, nunca había pasado tiempo conociendo a ninguno de sus hermanos, pero después de conocer un poco más a la más enigmática y pequeña de los Krentz su curiosidad aumentó, de hecho ninguno tenía que ver con el otro, eran totalmente diferentes, Ángela siempre vestía agregando un toque victoriano a su ropa y siempre parecía estar soñando y viajando a la tierra de los unicornios. Pero en ese momento Kilian la miraba como si ella fuera una especie de hada madrina, una que tal vez... solo tal vez podría ayudarlo, era difícil que Kilian confiara en alguien pero ella se ganaba la confianza al instante de entablar la primera palabra.

—Tengo que advertirte algo Kil, yo no uso dinero de la familia; no soy millonaria como todos ustedes, pero te prometo que esta experiencia te será única.

— ¿Cómo? ¿No tienes dinero? Entonces no era necesario que gastaras en los boletos del avión, yo encantado lo hubiera hecho.

—No, no, no... Yo los compré porque es un regalo que quiero darte, lo hice por amor a un hermano, y cuando se hacen las cosas por amor no duele hacerlas, ¿estamos de acuerdo?

—Si... de acuerdo— Respondió con una sonrisa tierna y pasó su brazo al hombro de su hermana mientras caminaban juntos.

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Engatozada: KilianDonde viven las historias. Descúbrelo ahora