ESTRELLAS SINCERAS

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—Y si tú me estas cargando y yo estoy sujetando tu cuello... ¿Quién desabrochará tu pantalón? — preguntó Regina alzando una ceja curiosa.

—No lo sé, tal vez la sirena nos haga el favor. —Regina soltó su risa contagiosa y Kilian la bajó riendo. — ¿Qué tal ahora? —Kilian observó a Regina tomando su corbata e intentó estudiar su comportamiento. — ¿Qué le haces a mi corbata?

—shhhh, intento quitarla; tenía ganas de hacerlo desde que salimos de tu casa. —Ella jaló su corbata y besándolo bajó sus manos hasta su pantalón desabrochándolo, sintiendo cada fibra húmeda de su camisa disfrutó quitar botón por botón, pero Kilian notó que sus manos temblaban al hacerlo, así que tomó sus manos y la miró intuyendo que ella no estaba acostumbrada a hacer algo así.

—Espera...— Susurró Kilian cerrando los ojos.

—Estoy bien Kilian. —Dijo Regina sin levantar la mirada, se encontraba apenada y sabía que si miraba a Kilian se acobardaría, pero él la tomó de la barbilla y la obligó a mirarlo.

—Oye no porque yo tenga ganas lo haremos, quiero que lo hagamos cuando estés cómoda, además quiero que pienses bien si quieres que sea yo el primero.

—pero... ¿Cómo supiste que... no he estado nunca con alguien?

—Intuición masculina, bueno... ven, salgamos de aquí o perderé el control. —Regina aun con la cara hirviendo tomó su mano, ahora no podría gritarle con gusto cuando se enojará con él porque recordaría ese momento, salieron escurriendo su ropa y subieron al auto sentándose en el asiento trasero, era una suerte que el auto fuera convertible ya que ambos se acostaron y miraban las estrellas desde ese lugar, Kilian sabía que ella comenzaría comportarse diferente después de que él supiera aquello sobre ella, así que quiso nivelar la situación. — ¿Por qué no me lo habías dicho antes? —Preguntó mirándola recostada en su pecho. Ella alzó los hombros y aun mirando el cielo le contestó.

—tengo veintinueve años Kilian, no es algo que esté orgullosa de contar.

—No le veo nada malo, dime que no lo ibas a hacer con el imbécil de Alfonso solo para que pasara y ya.

—En mi país miran mal a una mujer de esta edad si no está casada, "solterona" era el título que me ganaría si no me casaba, por lo menos Alfonso sería mi fachada, le daría una mejor vida a mis abuelos y bueno... Alfonso tendría a cambio mi útero.

— ¿no te duele oírte hablar así? No soy mujer y me duele, no te juzgo; solo creo que tú mereces algo mejor.

—Ahora que tengo un poco de dinero por parte de mis tíos he pensado en terminar con Alfonso, pondré un negocio de algo y mi útero estará en espera. Aun así no estoy orgullosa de que los hombres se enteren de mi virginidad a los veintinueve, ahora no podré mirarte a los ojos jamás.

—Podría nivelar eso.

— ¿así? ¿Y cómo? —Dijo enderezándose para mirarlo.

—Podría decirte algo sobre mí para que estemos a mano. —La miró con atención y tomó un mechón húmedo de su cabello.

— ¿Algo íntimo del gran Kilian Krentz?—Kilian asintió y sonrió.

—Yo... soy... virgen. —Regina intentó contener su risa pero al final salió haciendo eco entre las montañas.

—Eso si no lo creería ni en un millón de años.

—Creo que te escucharon reír hasta Narnia. —Sonrió y volvió a ponerse serio. —Ya enserio, mi secreto no lo cuento nunca a nadie, porque es... totalmente extraño.

Engatozada: KilianDonde viven las historias. Descúbrelo ahora