CONSTELACIONES GATUNAS

4.3K 802 43
                                    




Por mucho tiempo Regina quiso oír esas palabras de Kilian, eso en combinación con su voz la hipnotizaban, pero ahora que sabía que era su última noche con él no quería hacerse tantas ilusiones, también ansiaba decirle que lo extrañaba y que moría dormir abrazada a él, pero las cosas no eran tan fáciles. Ni siquiera sabía cómo responder a lo que él le acababa de decir, estaba en blanco.

—Yo... no sé qué decir...—Kilian la comprendió y dio un paso a ella pero ella dio uno hacía atrás.

—No necesitas decir nada, sé perfectamente que tú también me amas, sino simplemente no hubieras despertado cuando se hizo el hechizo de guía. No debería de sorprenderte que te diga que te amo, eso clávalo en tu mente, y por favor recuerda lo que te dije en la invitación, no hago esto para reconquistarte, solo quiero que imaginemos que el ayer y el mañana no existen ¿puedes tan solo darme esta noche? Solo esta. —Regina respiró hondo y se relajó, comenzó a darse cuenta que sí no se calmaba Kilian terminaría por sospechar lo que le estaba ocurriendo, así que le dio la razón, sin decir nada caminó hasta él y lo abrazó, Kilian recargó su mentón en su cabeza y dejó que las cosas se dieran solas.

—Tu... ¿vendiste y regalaste todas tus cosas por mí?—Logró oír a Regina casi en un susurro, entonces la abrazó más fuerte, le había costado mucho trabajo volver a traerla y ahora estaba entre sus brazos.

—Tú fuiste mi motivación, pero también lo hice porque mi vida era una porquería y yo jamás me había percatado, hice un viaje que salvó lo poco que quedaba de mí. —Regina siguió escuchando los latidos de su corazón, intentaba disfrutar cada sonido de su voz, el calor que desprendía su cuerpo la relajaba; era como sentirse en casa, mientras más la abrazaba ella más segura se sentía, no quería pensar en lo que pasaría cuando lo soltará y saliera de su casa.

—Me gusta el hombre en el que te has convertido, pero tampoco me caía mal el empresario, no sé cómo expresarlo, al final tu esencia sigue ahí, con o sin dinero, tú eres Kilian Krentz; estoy muy orgullosa de ti, eres adorable y tienes un gran corazón, eres capaz de dar la vida por otras personas y aun así quieres dar más de ti, ¿Cómo no amarte? Kilian, pase lo que pase tienes que saber que yo siempre me sentiré agradecida contigo por haberme salvado la vida, y sobre todo siempre te amaré, por favor jamás lo olvides.

— ¿Por qué suena a despedida?— preguntó y Regina intentó salvar su pellejo.

—Dijimos que no hablaríamos de lo que pasó ayer y ni de lo que pasará mañana, ¿recuerdas?—Con delicadeza Kilian tomó la cara de Regina entre sus manos y la besó, desde el momento en el que ella lo abrazó él no la había soltado y no planeaba hacerlo, al fin volvía oler su perfume con toques de frutos, era como si ambos hubieran nacido para ser complementados, y aun que Kilian siempre odió a su padre por los maltratos que sufrió cuando era niño por primera vez le agradecía el haberlo casado con ella, se separaron un poco pero sin alejarse por completo, su piel parecía imán, y el don de guía no ayudaba mucho.

—Ya que no pudimos pasar mucho tiempo como gatos, hoy te tengo una sorpresa— él le guiñó un ojo y abriendo un pequeño cajón  le entregó la diadema que ella le había hecho, entonces sin esperar más se volvió un halo de  luz y se transformó en Lían quien la miraba desde abajo, Regina de inmediato le colocó la diadema y así le habló con más confianza. —Es tu turno.

—Pero... solamente me transformé en la casa de tu familia y no lo he vuelto a hacer.

—Pero ahora estás conmigo, y te cuidaré; te lo prometo. — Regina sonrió y cerró sus ojos para concentrarse, recordó un poco las lecciones de Rosael y con mucho esfuerzo sacó la luz que crecía cada vez más en ella hasta que de nuevo regresó a su forma de gata siamesa que tanto le gustaba a Lían. —Eres perfecta. —Gina miró a su alrededor un poco mareada por la transformación y después sintió como Lían se ponía a su lado para que guardara el equilibrio. —Ven sígueme.

Los dos gatos enamorados salieron de la casita de Kilian y caminaron juntos por aquella noche, cerca del lugar había una playa y Lían llevó a Gina  al tejado de una casa muy hermosa, Gina se comenzaba a sentir libre,  como gata tenía la agilidad que como humana no tenía ni de chiste, su visión nocturna le dejaba apreciar mejor todo a su alrededor, y podía oír hasta el más mínimo sonido de la naturaleza, cuando menos cuenta se daba ya ronroneaba; algo que sin duda significaba que estaba gozando la experiencia. Los dos se sentaron observando la luna llena que se encontraba frente a ellos junto con las varias miles de estrellas que resaltaban.

—Cuenta una vieja leyenda que había un gato blanco enamorado de una hermosa gata color miel, ambos tenían dueños así que les era básicamente imposible verse, casi nunca los dejaban salir, y un día los dos cansados por no poder verse se escaparon de su hogar y huyeron a las montañas cercanas a sus propiedades, una vez ahí se miraron por un tiempo, él creía en un dios gato llamado Felis, que significa gato en latín, así que le pidió al dios que los convirtiera en seres inalcanzables para los humanos y así poder amarse, el dios los escuchó y los convirtió en dos estrellas, ¿Puedes observar ese cumulo de estrellas?—Lían alzó su patita para señalar y ella lo encontró.

— ¡Eso parece un gato!

—Pues la leyenda cuenta que desde entonces las dos estrellas más brillantes están unidas por siempre y desde esa lejanía nadie jamás los separaría, esa es la constelación de Felis.

Regina jamás había vivido algo tan romántico, y más cuando ella y Kilian eran dos gatos moviendo cola al viento y disfrutando de su compañía, los dos jugaron unas horas más en aquel tejado y huyeron tras recibir un zapatazo del dueño de la casa. Una vez de vuelta en la casa de Kilian comenzaba a sentirse el calor del ambiente, los dos sabían que pasaría y sin pensarlo dos veces regresaron a su forma humana uno frente al otro, su desnudez no les importaba en lo más mínimo, Kilian tomó la mano de Regina y la guió hasta su habitación que tan solo tenía una cama sencilla, solo eso necesitaba; rodeó su cintura con un fuerte abrazó y la cargó para acostarla con delicadeza en la cama, para él Regina era muy delicada, aunque aparentara ser fuerte y valiente, en el fondo la sentía cual flor, suave y frágil.

Kilian tocó su boca con su pulgar y chocó con la mirada que resplandecía deseo en Regina, ya había aguantado mucho sin ella, al fin se entregaría a sus impulsos, la besó como si fuera la última vez que la pudiera tener y acarició cada esquina de su piel y poco a poco olvidaron el control que tanto luchaban por tener, Kilian dejó de dar rodeos , lento y sin prisa encontraron el ritmo perfecto, un ritmo que jamás olvidarían, cual piezas unidas de rompecabezas quedaron ahí entregándose cada parte de su ser.

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Engatozada: KilianDonde viven las historias. Descúbrelo ahora