EL PODER DE LOS TACOS

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Regina no se movió ya que se sentía inmovilizada por fuerte abrazo de Kilian, podría pensar que él se enojaría, le gritaría o que hasta la volviera a sacar de Krentz Corp, ¿pero qué la abrazara? Eso no iba nada con la personalidad de Kilian Krentz. Sintió que su abrazo se aflojó y tomándola de la cara con ambas manos la miro serio.

— ¡No vuelvas a hacerme esto Regina!... si te hubieran hecho daño ¿Qué cuentas le hubiera entregado a tus tíos, a tus abuelos o al idiota de Alfonso? Aunque él no me importa.

—Solo fue una broma Kilian, no te alteres. — dijo mirándolo caminar de una lado a otro.

— ¿Sabes que en Londres hay mafias que están contra la realeza? Pudieron secuestrarte, vender tus órganos, subastarte o hasta... ¡comerte!

— ¿Comerme?

—Si Regina hay caníbales en el mundo... —Un poco tensa Regina se puso de pie y miró de frente a Kilian.

—Kilian... mírame...—él un poco histérico aun la ignoró pero ella para calmarlo giró su cara hacía ella. — ¡Kilian mírame! Estoy bien, no me llevó ninguna mafia, no me secuestraron y aun mi hígado y mi riñón están en su lugar, además de que nadie pujaría en una subasta ni un solo peso por mí.

— ¿Y por qué no contestabas el teléfono?— preguntó tomando sus manos que ella tenía sobre su cara, Kilian parecía otro hombre, uno adorable en realidad. —Llamé unas cincuenta veces.

—La historia de mi teléfono es graciosa, mientras tomaba fotos a un restaurante de comida Mexicana conocí a Francisco, un Chef mexicano, nos hicimos amigos y me dejó entrar a la cocina a ver como cocinaban, mientras nos pasábamos tips de comida mi teléfono se calló en una de las sopas y... murió, le di respiración de boca a boca pero no funcionó. —Dijo para hacerlo reír cosa que funcionó. —Te juro que te iba a llamar para avisarte que traería comida, hasta olvidé mi broma que planee con tu hermano, al final quería que fuera una sorpresa el traer comida mexicana.

Lo más gracioso del asunto era que ninguno de los dos habían notado lo cerca que se encontraban uno del otro, ¡ni mucho menos que se encontraban tomados de las dos manos! Se miraban atentos sin discutir.

— ¿Estas segura que tienes tu hígado y tu riñón en el mismo lugar de siempre? —Preguntó palpando el abdomen de Regina haciéndola reír, se enderezó y la tomó por la cintura, se acercó mirando su boca despacio cual pantera asechando a un alce, Regina podía sentir como su vientre vibraba de deseo, sintió el momento tan próximo y tan íntimo que cerró los ojos, Kilian tocó su boca con el pulgar y pasando su mano por su nuca la beso lento, quería disfrutar cada sensación, y cuando se perdió en la profundidad de aquel beso y cuando vio que ella lo disfrutaba mordió atrevido su labio, a duras penas se separó de ella y sin abrir los ojos siguieron unidos.—No puedes decir que eso estuvo mal Regina; no me pidas que no me sienta celoso del imbécil de Alfonso, tu eres mi esposa desde el momento en que naciste, no me quites derecho sobre ti. — Regina abrió sus ojos y se congeló al ver tan cerca los ojos azules que la observaban suplicantes.

—Kilian... nos conocimos hace tres días...

—Pero sé perfectamente que tú también sientes esta tensión entre nosotros, ¿Cómo lo explicas? Dime que tú también sientes esto... de no ser así no me habrías besado.

— ¿Y que si también lo siento? ¿Qué chiste tiene sentirlo si tan solo en tres meses nos separaremos?

—Lo único que sé es que tenemos esos tres meses para ver si funciona.

—Pero hemos discutido todo el tiempo Kilian...

—Sí, como cualquier matrimonio lo haría ¿no? Yo no tengo a nadie en mi vida, y tú... bueno, podemos fingir que Alfonso no existe. —Ambos sonrieron tras esas palabras y se miraron.

Engatozada: KilianDonde viven las historias. Descúbrelo ahora