UN DÍA COLOR MAGENTA

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—Debe ser una maldita broma, ¿Por qué cuando más te necesito no estás?—Dijo sofocada intentando no lanzar su teléfono, y fue que recordó las palabras de Kilian "No te preocupes, será la última vez que me ves" ¿pero a qué carajo se refería? ¿Por qué las cosas dieron este giro? Salió del edificio aun tropezando, era como si la multitud de gente no la dejara respirar.

— ¿Alteza? ¿Se encuentra bien? — preguntó Katherina quien acababa de llegar y la esperaba a las afueras, la miró aun aturdida y casi a punto de desvanecerse, y es que se notaba a leguas que quería escapar del lugar, y aun que Katherina le estuviera gritando su nombre Regina se encontraba en shock, así que no le quedó otra más que ayudarla a caminar y la llevó hasta el auto de seguridad.

—Katherina... estoy a punto de perder la razón, sácame de una duda; ¿te contrató Ferdinant? —Katherina la observó aun sin saber qué era lo que le había pasado y prendió el auto.

—No alteza, mi familia ha sido contratada siempre por la corona real de España, ¿Qué fue lo que sucedió? Esta sudando frio.—Al ver que Katherina no tenía nada que ver con todo lo que Ferdinant había planeado y que al parecer era en la única persona en quien podía confiar le contó todo lo que había pasado en aquella oficina. Katherina sorprendida por todo lo que ella le contaba se enfureció más, y aun que su deber era ayudarla y protegerla por las amenazas no podía hacer absolutamente nada.

—No quiero que mis tíos se enteren de esto, es un tema muy delicado, y ya sabemos de lo que es capaz esta familia loca.

— ¿y al príncipe Kilian?

—Ya intenté comunicarme con él, es como si su teléfono se hubiera esfumado, y lo peor es que ni siquiera leí los papeles Katherina, soy tan estúpida; me siento tan culpable, su familia me salvó y yo los taché de asesinos para unirme al verdadero villano, ya me había tardado en arruinar todo.

—No alteza, a usted le tendieron una trampa, y estaba bien puesta. No se preocupe, iremos a su nuevo departamento se dará un buen baño y pensaremos bien que haremos, pero no se preocupe que yo no la dejaré sola en esto.

El nuevo departamento de Regina era totalmente blanco, ella lo había escogido de ese color porque le transmitía paz, pero ahora no funcionaba; la situación actual la tenía amarrada de manos. Al entrar arrojó su bolsa al sofá y se tiró en él, tal vez el convertirse en gata le ayudaría a sacar estrés, pero desde que dejó la mansión de los Krentz no lo volvió a hacer. Se quitó las zapatillas de aguja que llevaba y caminó de un lado a otro descalza, era una buena terapia y casi por toda la tarde pensó en alguna solución pero nada, llamó varias veces a Kilian pero el número no existía. Al escuchar que alguien tocó el timbre pegó un brinco y Katherina le indicó en silencio que ella abriría. En cuando la puerta se abrió solo había un mensajero con una maceta y en ella un pequeño árbol de buganvilia, Katherina firmó de recibido y la tomó. Regina al mirar las flores rosas solo pensó en una persona...

—Son de Kilian... —Recordó cuando llegó por primera vez a su casa y le contó la historia de su árbol en la casa de su abuelo, para Kilian también resultaban flores únicas, buscó una tarjeta entre las hojas y la encontró, la abrió y se arrojó al sofá de inmediato para leerla.

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—No le contaré nada Katherina, — dijo bajando la carta en sus manos,— por lo que me dice aquí ha cambiado, si le cuento sobre Ferdinant volverá el Kilian que dejó atrás, creo que lo importante es que viví una buena historia con él, conocí un mundo...

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—No le contaré nada Katherina, — dijo bajando la carta en sus manos,— por lo que me dice aquí ha cambiado, si le cuento sobre Ferdinant volverá el Kilian que dejó atrás, creo que lo importante es que viví una buena historia con él, conocí un mundo de magia y gatos, y aun que fue un maldito imbécil a veces, también supo llevarme al cielo.

—Pero alteza, ¿piensa casarse con Ferdinant Leblanc?

—Ya no tengo de otra, no arriesgaré a ninguna persona, y Kilian tuvo que pasar todo lo que vivió conmigo para ser un hombre diferente, ya no soy su esposa y aun que me parte el alma las cosas son así. Alguna vez me casaría con Alfonso por conveniencia, estoy segura que puedo casarme con Ferdinant solo por crecer profesionalmente. —Dijo intentando convencerse, pero otra parte de ella quería huir de esa pesadilla. —Hoy tengo una cena pendiente, por hoy fingiré que no pasa nada, intentaré disfrutar la noche y mañana... bueno mañana será otro día.

Mientras la tarde caía Regina buscó la ropa más cómoda que tenía, ya no era necesario impresionar a Kilian con un hermoso vestido ya que él amaba mucho mas de ella que lo físico, usó unos jeans, la blusa con la que llegó a Londres y un suéter cocido, se puso rubor y retocó su rímel, sonrió ante su aspecto en el espejo y peinó lo más que pudo su corto cabello.

Cuando llegaron a la dirección que venía en el sobre Regina se extrañó, no era la antigua casa de Kilian ni tampoco un restaurante caro, era una casa un poco mal pintada y en vez de su hermoso auto había una camioneta que parecía caerse en pedazos, y aun que el lugar no parecía digno de un príncipe como él, ella bajó del auto y caminando hasta la puerta de madera tocando tres veces, por primera vez después de mucho tiempo le hizo caso a su corazón, por esta vez él había ganado la batalla contra la razón.

Al abrirse la puerta Kilian se asomó, su imagen era diferente, solo usaba una blusa simple y unos vaqueros a su medida, su cabello estaba descuidado; en su hombro tenía una toalla de cocina y la miraba sonriente con algunas manchas de harina sobre su cara.

—Pasa por favor, la cena está casi lista. —Su voz sonaba realmente feliz, era como si enserio no importara todo lo que habían vivido, esa noche no tenía rencores ni memorias, le dio el paso y saludó a Katherina sacudiendo la toalla de cocina al aire.

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Engatozada: KilianDonde viven las historias. Descúbrelo ahora