COCINANDO LÍOS

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— ¿Podrías hacer esto mañana?— Preguntó mientras comía sin mirar a Regina, ella se encontraba divertida ya que Kilian comía cual niño pequeño, de repente el teléfono de Regina sonó.

— ¿Bueno? —Al oír la voz de su abuela en México se levantó enseguida. — Abuela tranquila, cálmate, ¿Cómo que mi abuelito está en el hospital? ¿Qué le pasó? Yo... te prometo que veré que puedo hacer, por favor cálmate, te llamaré en un momento. —Colgó y sin terminar de comer fue a la sala y se sentó en el sofá con ambas manos sobre su cabeza, Kilian no sabía cómo preguntarle su estado de ánimo así que encontró una mejor forma de aproximarse a ella.

Mientras Regina pensaba en como mandarle ayuda a su abuelo, un bellísimo gato blanco subió al sofá donde ella se encontraba, ella lo miró un poco espantada y no lo tocó; sabía que un gato no tan fácil se dejaba acariciar, así que él se acercó a ella y subiendo atrevido a sus piernas comenzó a ronronear. Regina estaba a punto de llorar de no ser porque el gato la había interrumpido.

—Eres tan blanco... y suave. —Aun con desconfianza lo acarició, ella no tenía experiencia tratando con gatos, y tener en frente a uno le causaba mucha emoción. —Tu collar dice que te llamas Lían como... ¿Kilian? —Él la miraba intentando entenderla, después de la comida tan deliciosa que había hecho era la única manera de agradecerle <<Tal vez sí haya otra forma, y con suerte cocinará de nuevo>>, pensó Lían y bajándose de sus piernas se alejó de ella. — Creo que no le caí bien. — Susurró a sus adentros, se paró y caminó a la cocina y no solo no encontró a Kilian sí no que además se dio cuenta que él se había comido hasta su plato de comida, le dio gracia y recogiendo los platos los llevó al lavabo.

— ¿Regina? — preguntó Kilian entrando a la cocina solo con un pantalón de mezclilla y sin playera, lo que hizo que Regina se distrajera y que un plato callera al verlo, él sonrió irónico ya que sabía el efecto que él causaba en ella. — Tienes una llamada.—Caminó por entre los trozos del plato hasta llegar frente a él, cuando iba a tomar el teléfono Kilian lo alzó para que no lo alcanzara, bajó un poco la cara y le susurró. —Gracias por la comida. — bajó el teléfono y se lo dio.

— ¿Sí?

—Alteza soy el doctor Anthony Mellark encargado de la familia real, no debe preocuparse ya trasladamos a su abuelo a una clínica particular, y a su abuela ya comenzamos a hacerle estudios para prevenir cualquier enfermedad y así pueda tener una larga vida aun.

—Un... un segundo, ¿Cómo es que ustedes saben sobre lo que le acaba de pasar a mi abuelo?

—Su esposo, el príncipe Kilian nos lo contó, solo bastó una llamada para mover todo, créame su abuelo está y estará bien. La dejo, pase una linda noche Alteza. —El doctor Colgó y Regina se quedó conmocionada con lágrimas cayendo por su rostro, miró a Kilian quien esperaba su teléfono y caminó rápido hasta él y lo abrazó fuertemente. Él sin siquiera moverse no entendía lo que le pasaba, esperaba que le diera las gracias pero no pasaba por su mente aquella reacción, pero al oírla llorar no la alejó.

—No tengo palabras Kilian, no tienes una idea de lo que significaba para mí el que ellos estuvieran bien, — Se alejó de él y limpió sus lágrimas para verlo. — Me retracto de haber dicho que tienes cara perro, no es cierto, eres una buena persona, después de esto puedes pedirme lo que sea y con gusto lo haré.—Logró decir entre sollozos. 

—Yo lo único que quiero es más crema de coliflor...— Regina lo miró unos segundos y de nuevo se lanzó a sus brazos pero esta vez se alejó más rápido.

—Perdón por mojarte con mis lágrimas. —Alcanzó una servilleta y limpió parte de su pecho, al ver que Kilian la miraba sonriente se detuvo. — ¿Por qué me miras así?

Engatozada: KilianDonde viven las historias. Descúbrelo ahora