EN LA PRADERA

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El viaje había sido totalmente largo y cuando llegaron al Aeropuerto de la Ciudad de México se dieron cuenta que no estaban nada cerca de su destino, como se había dicho Kilian rentó un hermoso automóvil aunque tiempo después se arrepintiera de haberlo hecho, ya que pasando la ciudad llegaron a una zona rica en vegetación, poco a poco dejaban de ver los increíbles edificios y lo único que lograban divisar eran algunas granjas, fabricas lejanas y muchas; pero muchas vacas por todo el camino, Victory por supuesto ya se comenzaba a desesperar ya que su único terror era quemar su perfecta y blanca piel, y en cuanto a Kilian no le importaba quitarse el saco con tal de refrescarse.

— ¿Estás seguro que vamos por el camino correcto Kilian? Llevas tres horas manejando y no hay nada más que árboles y casas de granjeros. —Reclamó con voz chillona.

—Sí, estoy seguro, además estoy siguiendo la localización que me dio la hermana de Regina, pero aun así falta tiempo para llegar. —Y mientras terminaba de decir eso el automóvil comenzó a dar pequeños espasmos hasta el punto donde se paró por completo y comenzó a sacar humo del cofre. —No, no y no, esto no puede estar pasando no aquí en medio de la nada ¡Carajo!—Gritó Kilian intentando arrancar el auto.

—Para no estresarme voy a fingir que no está pasando nada y que el auto sigue avanzando mientras canto... ¡la la la la la laaaaaaa!— Gritó Victory y Kilian bajó del auto para llamar al seguro pero... sorpresa, en aquella zona no había señal, intentó calmarse y abrió el cofre del auto y notó que no había ni una gota de aceite, buscó en el maletero pero tampoco había, por pensar en cómo llegar con Regina se había olvidado de llevar lo indispensable para hacer un viaje tan largo, cerró los ojos enfadado consigo mismo y se exaspero mientras Victory seguía cantando.—¡La la laaaalaa la laaaaaaaaaaa!

— ¡Victory si no te callas el asesino en este viaje seré yo!

— ¡Si quieres que me calle entonces arréglalo! ¡Arreglaaaaalo! ¡Arreglaaaaalo! —repitió varias veces y bajó del auto para estirar las piernas.

— ¿Sabes que princesita? Si quieres puedes seguir fingiendo que el auto sigue en marcha, sigue cantando como loca, yo caminaré. —Kilian se dio la vuelta y sacando su maletín siguió caminando.

— ¡Kilian era broma!—Gritó mirando a su alrededor y al ver que se encontraba totalmente sola corrió hasta Kilian y lo tomó del brazo. El sol ya los tenía exhaustos, él ya no podía más pero cada vez que pensaba en parar; venía a su mente la cara de Regina dándole el sí a Ferdinant y entonces como ya varios minutos aceleraba el paso. —Espera... ya no puedo más... tienes que cargarme.

—Como si pesaras tres kilos Victory. —Victory se detuvo un momento mientras él seguía y sonriendo se volvió un rayo de luz y se convirtió en una hermosa y esponjosa gata gris.

— ¡Oh! Si tan solo hubiera alguien que pudiera cargar a esta dulce gatita que se quedó cansada...—gritó sobreactuando, Kilian se giró y la miró acostada a la mitad de la carretera alzando sus patitas para dar más lastima, cansado suspiró y caminó hasta ella para cargarla.

—Que pesada eres, comienzo a arrepentirme de haberte traído— con la otra mano recogió su ropa y caminó, varios metros más adelante; la noche comenzaba a caer y no sabían cómo y dónde pasarían la noche ya que no había ningún pueblo cercano, pero cuando la noche cayó una pequeña luz a la lejanía les llenó de esperanza, al caminar hasta ella procuraban no mirar a su alrededor para no prestarle demasiada atención a la oscuridad que comenzaba a llenar de terror la noche. Caminaron a paso rápido y al llegar los dos se sorprendieron al ver que aquella luz era de una pequeña casita, no había más a la lejanía; así que Kilian se atrevió a tocar. Entonces de un pequeño agujero que había en la puerta salió una escopeta y una voz los desconcertó.

— ¡¿Qué es lo que quieren?! ¡Váyanse de aquí!—Ambos se miraron y fruncieron el ceño al darse cuenta que la voz que oían era la de una niña, entonces Kilian calmó la situación.

— ¡No somos gente mala! ¡Solo que nuestro auto se descompuso y llevamos horas caminando! Necesitamos llegar a un lugar pero nos hemos perdido y si no llego... la mujer que amo se casará con otro. — dijo con un tono de voz derrotado, cuando pensaron que no los dejaría pasar la puerta se abrió y al bajar la mirada una pequeña niña de nueve años sostenía la escopeta, Kilian la observó y al ser morena con cabello negro y ojos castaños le vio un parecido con Regina, ella los miraba poniendo la cara más malvada que podía poner en ese momento, entonces su duro gesto cambió a ternura cuando miró a Victory en sus brazos como gata. — ¿Están tus papás?—La pequeña lo miró y sus ojos se iluminaron, pero negó con su cabeza un poco triste.

—Si no entran se los comerá el Nahual. —Kilian recordó que Regina le había contado aquella leyenda y no dudó en pasar, la casita era tan pequeña que no tenía que caminar para recorrerla, Kilian al ser excesivamente observador se percató que no habían más habitaciones, de hecho solo había una manta en el suelo y un suéter enrollado como almohada, Victory sin hablar lo miró y los dos llegaron a la conclusión de que la pequeña estaba sola, y aun así la niña sacó una pequeña bolsa de plástico, sacó el pan que tenía guardado y se los dio, después sacó sus reservas de leche y también se las dio en un vaso de plástico. Sin duda había calado el corazón de Kilian, ver a una mini Regina sola y dando lo poco que tenía a un par de extraños lo hizo sentir sumamente triste.

— ¿Tu podrías llevarnos al pueblo donde se encuentra esta iglesia?— Kilian le mostró la foto de su celular y la niña lo miró asintiendo. Aquella noche Victory no habló para no espantar a la niña y también sintiéndose mal por ella dejó que la niña durmiera abrazándola, Kilian las observaba dormir mientras observaba por la ventanita la increíble luna llena y las estrellas que se podían apreciar así sin tantos edificios ni casas alrededor, poco a poco el sueño les ganó y cayó en un sueño profundo.

Dentro de su sueño Kilian caminaba dentro de la piscina de la ninfa, el agua estaba a su alrededor y de repente una hermosa sirena salía y lo miraba de frente, ella tenía el mismo rostro que Regina y nadaba a su alrededor, tarareando una canción, se acercaba y le robaba varios besos...

Te estoy esperando mi príncipe...— le susurraba aquella hermosa sirena sin dejar de danzar a su alrededor, cuando comenzó a alejarse Kilian abrió los ojos y despertó. La pequeña seguía dormida y Victory a su lado, mañana sería el día en el que la recuperaría, y lo único que quería era poder abrazarla de nuevo, volver a cocinar con ella o andar sobre los tejados mirando las estrellas.

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Engatozada: KilianDonde viven las historias. Descúbrelo ahora