MAS QUE MIL PALABRAS

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Cuando llegaron a la casa de Kilian había varias patrullas de seguridad real esperándolos, desde lejos Regina y Kilian se miraron y suspiraron cansados al ver la tediosa escena. Bajaron del auto y la primera en avanzar hacia ellos fue Katherina la guardaespaldas de Regina.

— ¡Esta vez sí estará metido en un gran lio! ¿Sabe que lo puedo acusar de secuestro?—Gritó Katherina a Kilian con saña, Regina por otro lado se carcajeo de las palabras que salían de su boca.

—Katherina... si es malo pero no para tanto, salimos de día de campo; eso fue todo, justo como cualquier matrimonio lo haría. —Al oír lo que la "princesa" Regina decía se confundió, hasta donde ella se había quedado lo odiaba.

— ¡Oh dios mío! ¿Está enferma alteza? ¿Este hombre le hizo algo? ¿Un hechizo? ¿La golpeó y le causó una contusión? ¿Cuántos dedos ve? — preguntó preocupada poniendo sus dedos cerca de la cara.

—Katherina estoy bien, mejor que nunca.

—Sus tíos estaban muy preocupados por usted, me pidieron que se comunicara con ellos enseguida. —Kilian llamó su atención pero ni siquiera lo dejó hablar.

—Y usted, no sé qué le haya hecho a la princesa, pero recuerde que cada vez que salgan a un lado tiene que llamar para que seguridad real los proteja.

—Haber niña creo que no has entendido bien— gritó Kilian un poco enfadado. —Yo no tengo por qué entregarle cuentas a nadie de lo que haga o no con mi esposa, y te tengo noticias, saldremos del país y luego iremos a otro país y ¿Qué crees? Me importa un comino lo que tú pienses, Regina ya es una mujer y puede decidir qué hacer con su vida. —Mientras Kilian seguía enfrentando a Katherina no podía dejar de notar que en verdad tenía toda la pinta de un villano, su voz era sexi pero cuando estaba enojado era totalmente malvada, su cabello negro y su tez blanca lo hacían lucir intimidante, y sus ojos azules color hielo poseían el don de hipnotizar a su víctima para después devorarla completa. Y aun que en verdad pareciera el malo del cuento Regina no le tenía miedo ya que él se había quitado la piel de villano para dejarla ver al príncipe que llevaba dentro.

—Oigan ya basta... Katherina, habla con mis tíos y diles que estoy bien, tengo que viajar con Kilian a Storm Ville, después iremos a México, en verdad aprecio que quieras protegerme pero estaré bien, no necesito el servicio de protección real, cuando llegue a los sitios a donde iremos te llamaré para que estés tranquila. —Katherina respiró hondo y le sonrió. —Ahora tenemos que dejarte por qué tenemos que preparar maletas. —Kilian abrió la puerta de su casa y le obsequió una mirada orgullosa a Katherina quien con sus dedos le dejaba claro que lo vigilaría. — ¿En verdad? Estoy frente a ustedes, puedo verlos... ya paren su guerra. —Ambos entraron y Regina curiosa recordó la carta de la señora de la limpieza. —Tengo una duda... Cuando leí la carta que te dejó la señora de limpieza, decía que ya no aguantaba más el hecho de comprar muebles, porque el gato los rompía, ¿Por qué lo hacías?

—A veces los gatos sacan su estrés así, —Él la observaba tomando con toda seguridad un vaso de la cocina y servirse agua, aun le parecía irreal tener a una mujer en su casa, sin querer se había conseguido a la esposa perfecta, ahora tenía que hallar la forma de que en los próximos tres meses ambos se amaran de verdad. —Ahora que conocerás a mis hermanos creo que tengo que contarte algo de mí que ninguno sabe, y creo que si te lo cuento me sentiré mejor y menos incomodo cuando me veas en forma de gato. —Regina se preocupó y le dio palmaditas a la silla de la cocina para indicarle que se sentara con ella.

— ¿Eres gay?

— ¡¿Qué?! ¿Cómo fue que llegaste a esa conclusión? ¡Claro que no! Cuando te sientas lista te demostraré con hechos que no lo soy. —Aun riéndose de su pregunta se calmó y lo miró tranquila.

Engatozada: KilianDonde viven las historias. Descúbrelo ahora