capítulo 8

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El bosque verde

Abrimos el paso apartando las malezas que ocultaban el camino. Seguímos avanzando por la senda hecho con piedrecitas de cristal. Nos encontremos con dos caminos separados, uno ponía Bosque Eterno que se encontraba a la izquierda, en una especie de cartel en medio y en otra ponía bosque Verde señalando a la derecha.

—¿Por dónde es?— pregunté mientras paraba obsevando las oscuras hojas de los árboles del de la izquierda.

— El bosque Verde. Jamás vayas al bosque Eterno, si no quieres perderte y morir.—Responde caminando a la derecha.

—¿Y qué se supone que hay?

—Pues no lo sé. Solo aquél que entra esta condenado a nunca regresar, ¿entiendes?.

—Vaya por dios, y oye Whill ¿Por qué todos los de tu especie empieza por Whil?— añade caminando hacía una senda nueva de tierra.

—Porque nuestra raza llamada Whilfos tienen que llamarse así y punto.- contestó con incomodidad.— Estate atenta, ya mismo nos adentraremos a la jungla. Allí Reinan los animales qué jamás habrás visto.

—¿Son peligrosos?— pronuncio tragando saliva con esperanzas de que dijera que no.

—No te hemos ayudado a sacar tus poderes por gusto Harrison. Hay animales peligrosos sin conciencia,denominado bestias. Luego están los iletrados, pero no te confundas, algunos pretenden engañar.— declaró mientras las luces reaparecían entorno a él.

No pienso responderle. Se me notaría el miedo. Yo no estoy hecha de aventuras, nunca me he sentido tan atacada como ahora. Espero no encontrarme con nada en el camino, ya sea bueno o malo.

Estabamos a punto de llegar al bosque de los animales. Eran Gigantescos cada árbol que observaba acercandome cada vez más, Verdes intensos y oscuros se entrelazaban entre sí. Sus troncos eran de un tamaño inusual y parecía que estaban hechas de raíces que ascendían.

Llegamos a la entrada y nos introducimos dentro de esta. Estaba oscuro, las grandes hojas cubrían muchas partes del cielo azul. Que miedo tenía, a cada paso movía los ojos de una dirección a otra desesperada observando todo el lugar.

—No te preocupes, esta solo es la entrada.— afirma  caminando atento a ruidos.

—Vale.—respondo patidifusa.

A lo largo del viaje empecé a ver zonas con más claridad a lo lejos. Me sentía más tranquila,ya que me daba miedo la oscuridad. Nos fuimos acercando asta que Whill se paró inmediatamente.

—¿Que ocurre? Pregunto aterrorizada.

—Vamos hacer un pequeño descanso.— Responde sentándose en las raíces que quedaban en la superficie.

—Bien, mejor.— contesto menos nerviosa.

Me senté y Whill colocó un círculo de piedras que estaban cerca. Pronunció unas palabras en voz baja, Levantó una mano, abrió la palma, y un fuego fatuo apareció en medio de las piedras cambiando al color naranja.

—¡Joder! No sabías que supieses hacer eso.— añado arrimandome a las llamas.—¿Yo podré hacerlo?

—No, solo las especies no humanas en este mundo pueden usar Hechizos, entre ellos magos,Hechizeras,Brujas, Whilfos, Murguer, Pantrons y seres Demoniacos. Aquellos que están corrompidos por la oscuridad.— Menciona  sacando una gallina muerta y desplumada para cocinarlo al fuego sujeto a un palo.

—¿Qué? ¡Pero si tengo poderes!—Grito angustiada.— ¿Por qué no iba a poder utilizar esos hechizos?

—Creo que nunca me entenderás, tú misma lo has dicho, poder, poder que nace en ti. Los hechizos son conjurados. Es distinto.—Afirma cogiendo el pollo para servir.

—Pues vaya chasco.— refunfuño.

Comíamos a la luz de las llamas mientras oscurecia. Whill insistió en quedarnos a dormir en el lugar que nos encontrabamos. Me tumbe apoyando la cabeza en grandes cantidades de hojas que me dio él.

Se hizo de noche, yo solo ojeaba algunas que otras estrellas que se fijaban en el cielo. Eran preciosas, me imaginaba a todos los lugares que he visto. Me transmitía algo en mi interior que se sentía genial, estaba muy relajada. Giré la cabeza y vi a Whill sentado con los ojos cerrado. Me dio pena, él en verdad me ayuda por su cuenta aunque lo niegue. Se le nota. Me levanté asta quedarme sentada. Mire un reflejo y vi una pequeñita luz blanca que se dirigía al interior de unos árboles raíces. Pegué un bote y corrí detrás de esta para alcanzarla. Me llevó a unos árboles unidos con pequeñitas ventana con rejillas iluminadas por una luz naranja, también tenían un pequeño orificio por donde se adentraban. En medio había un pequeño charco y una especie de tierra azul se ubicaba en el centro. Unas gotas caían de lo más alto de los árboles.

Me puse cerca detrás de un tronco escondida. Me asomé y me fijé bien en lo que parecían ser Hadas, no mejor dicho, sí que lo eran.

Es increíble, este lugar es demasiado mágico para mí.

Salí y me acerqué lentamente para no causar un drama. Ellos me observaban firmes. Miré por una de las ventanitas y ví a pequeñas Hadas viviendo en una especie de casa. Me quedé fascinada por lo que miraba. Me acerqué al pequeñisimo lago y muchos pequeñitos se acercaban sonriendome de moflete a moflete.

—¿Habláis mí idioma?— pregunto subiendo la mano izquierda poco a poco.

No me contestaron, creo que ellas son únicas en su especie. Whill me dijo que no se dejaban ver, pero aquí estoy.

Escuché la voz de Whill pronunciando mi nombre en alto. Me fui corriendo dejando el lugar atrás hacía donde provenía la voz.

—¿Dónde estabas?—pregunta asustado.

—Lo siento, no te lo vas a creer,¡ he visto hadas!— grito emocionada apretando los puños en alto.

—¿Qué has visto que?, Mañana me lo enseñas, ahora duermete.— insiste sentándose cerca de mí.

—¡Vale esta bien! —pronuncio felíz   recostandome en las hojas.

Un rayo de luz me iluminó la cara provocando que me despertara. Me levanté y mire a Whill que estaba plácidamente durmiendo. Escuché un ruido que provenía de la zona dónde llegaba mejor la iluminación. Me dirigí sin despertarlo, tenía mucha curiosidad. Me adentre y miré cada parte de mí alrededor, no había nada.

Me di la vuelta y vi una hermosa Joven de largos cabellos negros que le llegaba asta las rodillas. Llevaba un vestido marrón hasta los tobillos y una especie de arco grande hecho de madera. Parecía que iba a cazar, aunque es extraño, en su mirada oscura había algo que me hacía sentir incómoda.

—¿Puedo ayudarle joven?— Pregunta con una sonrisa malévola.—¿ Qué haces por aquí solita?

Al Otro Lado Del Mundo.(La Profecía De La Luz)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora