capítulo 27

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Elemento fuego.

Empecé a caminar hacia algunos árboles que rodeaban el campo. Su presencia cada vez era más notoria, y sentía como la naturaleza no aceptaba del todo aquella presencia extraña.

Al llegar a la entrada del bosque vi a una joven rubia de cabellos rizados vuelta de espaldas recogiendo frutas. Su vestimenta era a la de una campesina, pero sabía que ese poder procedía de ella.
— ¿Hola? — Pregunto en voz alta desde uno de los árboles.

Se gira y me sonríe.— Hola preciosa. ¿Que te ha atraído hasta aquí?

Me acerco poco a poco.
— ¿Quién eres? — la observo extrañada.

— Mi nombre es Kenia una campesina de un lugar lejano. ¿ Vendrías conmigo a mi aldea? Tener a una guerrera de compañía me haría estar más segura. — Pregunta con una sonrisa dulce.

— Creo que eres bastante poderosa para defenderte sola. — contesto aún más extrañada.—¿Sabes? Ese poder tuyo me resulta...

Aparece Arminia y Halen.

— ¿ Qué estás haciendo? — Se acerca Halen rápidamente. —¿Quién eres? No puedes estar aquí.

Se acerca Arminia. — Esas frutas aún no están maduras señorita. — pronuncia furiosa.

Se notaba una gran tensión entre las miradas que se cruzaban entre ellos.

— Perdónenme. — alza la mirada. — He sido descuidada al entrar aquí sin ningún permiso. Disculpen las molestias.—Se da la vuelta y se marcha adentrándose en el bosque.

— ¿Quién era esa mujer? — Pregunta Halen.

Yo sólo miraba aquella mujer misteriosa irse del lugar.

— ¡Eh! — Pasa su mano por mi cara quitando mis pensamientos en aquella chica.

Le miro. — No se vámonos.

Está claro que sabe algo. Pronuncia Arminia comentandoselo a Halen mientras nos dirigimos al castillo.

Llegamos y me dirigí inmediatamente a mi cuarto a descansar. Me tumbe pensando en cómo estaría mi madre sin mí, sola y aburrida. Trabajando sin parar y seguro que estará  pensando en mí. También hechos de menos a mis mejores amigas,  no se si podré en realidad con esto.

Me quedé dormida pensando en todas aquellas cosas que acababa de dejar atrás.

Castillo Eterno, Darkana.

En unos de los cuartos más oscuros se encontraba Darkana, sentada en una silla de madera vieja junto a una mesa redonda cubierta por un enorme cristal .

— ¿Sabes por qué estoy aquí no? — pregunta mirando a la oscuridad.

— Me imagino que por tu obsesión con la hija de los Morgan, Johana.

— ¡No pronúncies su nombre! — grita alterada causando un pequeño temblor.
— ¡¿ Sabes cuanto tiempo tarde en presentir el poder de otros?¡ ¡ Tres!

—¿Y por eso te asustas? Veo que no entiendes de como funcionan las cosas. Si el plan que señalo no se cumple, Tendré que aniquilar a todos. Incluido a ti.

Un viento helado congeló la habitación  poco a poco. Provocando que al respirar soltara vapor.

Su cara cambió completamente, se levantó, y se marchó de la habitación cerrando con un portazo. Se dirigió a su trono y se sentó ordenando su comida y a un Whilfo para apoyar sus pies.

— ¡Guardias, llamad a Mark! — Grita con furia

— ¡Entendido majestad!

Aparece Mark con dos soldados.
— Dime, mi preciosa reina.

Se levanta y empieza a andar de un lugar a otro mientras habla. — ¡ El plan no va a funcionar! ¡ Su poder aumenta día tras día! ¡Debemos hacer algo!

— ¿ Y qué propone? — Comenta Mark cogiendo una fruta de la bandeja.

Se para en seco y lo mira con una mirada diabólica. — Quiero que la destruyas. Acaba con ella antes de dos amaneceres o pagarás por ello.

— Pero el plan Señorita...

— ¡ He dicho que no hay plan! No espera, ¡ Ese es el nuevo plan! — Comenta con voz de loca. — ¡Sí!¿ Y sabes que? Destruye la Ciénaga de los Whilfos,  con está estúpida me vale.

— Sí, majestad. — Agachó la mirada y se fue del salón.

Ella se sentó y empezó a sonreír mientras mordia uno de sus dedos.
Whiliana se quedo horrorizada al saber que su hogar estaba en peligro, y su impotencia de no hacer nada le hacía aún peor, dejándola caer en el suelo tirando la bandeja que siempre sostenía.

— ¡Guardias! ¡Llevársela al calabozo hasta que se pudra!

— ¡Sí Majestad! — Comentan dos de los guardias.

Su risa provocaba eco en todo el Castillo, con una voz terrorífica y perturbadora.

Castillo de Leonora

Me levanté y volví a la misma rutina, duchar, desayunar y estar preparada mentalmente.

Me senté en la mesa junto a Halen y Arminia.

— ¿ Donde está Grace? No la veo desde que terminé la batalla con Haize.

Suelta Halen un poco de leche. — Pues no lo sé, puede que este con su madre.

— Es con la que me tengo que enfrentar... ¿verdad? — Pregunto angustiada.

— ¿ Cómo lo has sabido? — Pregunta Arminia terminando el plato.

— Es obvio me toca contra alguien de fuego y resulta que desaparece. — Me levanto. — Bien, ya estoy lista.

Mis piernas decían otra cosa, me temblaba al saber que era ella con la que tenía que luchar.
Se que es muy poderosa, y de hecho es pura. Esta batalla no la tengo tan clara.

— Tranquilizate, se que lo harás genial.—Comenta Halen con una de sus sonrisitas.

— Gracias.— sonrio.

Fuimos a la Arena, se abrieron las compuertas y entre directa y firme. Mi concentración provocó sensación en todos los que observaba, destacando por la valentía o por el enfrentamiento contra la hija de la reina.

Entro Grace con fuego girando en su entorno, dando una espectacular impresión a primera vista en aquel combate.

Se para. — Bueno Johana, está vez no va hacer tan fácil.

— Supuse que dirías eso. Se que no lo es, pero también se que no voy a perder.

Alza la mirada.— Si señor, digno de una Reina.— Sonríe.

Sonó el tambor dando el comienzo al combate. Ella sopló directamente hacia mí con una ráfaga de fuego y me cubrí con el escudo. Levanté de nuevo mi mano y lancé un rayo de luz acumulado dando así una explosión, pero sus llamas la protegieron sin utilizar el escudo.

La gente aplaudía y aludía a Grace, o a las dos. Pero gran parte era por su gran poder que contenía.

Tengo un plan.
Salté con un impulso de la luz y acumule una masa de energía. Al caer hice que cobrará una forma circular para lanzarla en línea recta, cayendo en gran parte provocando una gran grieta, pero lo hice en otra dirección.

— Vaya, así que estas planeando ataques nuevos... — levanta las manos — Yo también tengo un ataque sorpresa.

Caí al suelo intentado caer de pié, pero acabé rodando llenándo de arena toda la ropa y el pelo.

Al Otro Lado Del Mundo.(La Profecía De La Luz)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora