El mundo fantástico.
Sentía una invasión inmensa dentro de mí. Se apoderó de mi los nervios y el miedo dejandome paralizada mirando al nomo mágico que estaba en frente de mí.
—Jovencita, Es la hora.— comenta el misterioso enano.
—Lo sé.
Empeze a dirigirme hacía él. A cada paso que daba veía como brillaba más los colores que desprendía de él. Eran colores llamativos; azul, rosa, morado,verde y amarillo.
—Vamos, no tenemos todo el día.— añade mientras me ve exhastua.
—Sí, perdón.
Llegue al punto de estar al lado de ese personaje azul. Nos adentramos en el bosque, no necesitaba luz ya que su brillo resplandecia a todo lo que teníamos cerca. Caminabamos hacía el curioso portal. Tenía muchas preguntas y no podía aguantarme.
—Oye Ermitaño, ¿ Me enseñarás a utilizar mi poder?, ¿ Quién inició la guerra?, ¿ O cómo encuentro a mi família sabrán quién soy?—pregunto con mucha curiosidad.
—No das ni una niña. Me llamo Whill, venimos de una raza llamada whilfos. Somos los protectores de los bosques. Sí, te enseñaré a utilizarlos de verdad cuando lleguemos a mi casa. La guerra la inició La Malvada Hechizera Darkness hace unos 10 años, por su culpa medio de nuestro mundo es narural y hermoso y el otro medio es tenebroso y está repleto de oscuridad. Tu família notarán que eres tú, además están esperandote.
Me quitó las dudas que tenía, pero otras nuevas se manifestaron en mi cabeza.
Joder, enfretarme a una Hechicera con poderes que desconozco es algo que no me puedo imaginar.
—Espera, ¿ Están esperándome? Y ¿como saben que voy a ir?—añado sin contenerme en nada.
—Lo descubrirás parlanchina. - dice mirandome mientras seguiamos el camino.
No es que ayudara mucho esa respuesta, pero por lo menos sabía que no iba a estar sola después de todo. Mi padre, tengo que encontrarlo. Quiero regresar con el para que seamos una familia normal y podamos vivir tranquilos. Mi madre ahora mismo está sola, me preocupa si estará bien. Espero que lo esté.
Cuánto más avanzamos mas largo se me hacía el camino. Quería llegar ya y acabar todo cuánto antes. Whill se paró en seco haciendome que parara yo también.
—Ya hemos llegado.—afirma.
Miré al frente y vi un pequeño charco de agua debajo de un árbol rosa con pétalos brillantes, que se soltaban con la fuerza del aire.— Que bonito, nunca antes había visto nada igual. Había una aroma dulce que me llenaba de satisfacción al olerla.
—Bueno Harrison, quedate con la mente en blanco y tirate al agua para atravesar el portal.—pronuncia mientras miraba hacía el árbol que quedaba junto a está.
No sé como dejar la mente en blanco, es imposible. Mientras piensas en no pensar, ya estas pensando, por lo tanto no sabía que hacer, si tirarme y yasta o preguntarle a él. No mejor no le pregunto, es un borde y más amargado que yo. Ahora que lo pienso nose como me han aguantado, ni como me he soportado yo misma. Me preparé y me tiré sin pensarlo dos veces. Estaba bajo agua, pero podía respirar. Era algo ilógico y fuera de lo posible. No veía nada, hasta que salí del agua. Ahí fue cuando me asombré de verdad. Miré alrededor mía sin creerme nada de lo que veía. Montes con Hermosos árboles de los mismo colores que Whill resplandecian bajo la luz de luna, con unas ramas verdes iluminadas que colgaban desde lo más alto del árbol. En el aire flotaba unas pequeñas luces cómo si fueran luciérnagas. A lo lejos veía una figura de un gran castillo. Parecía un castillo de cuento, de esos que tienen que rescatar a la princesa. En el cielo no sólo había estrellas, había planetas con figuras estrañas que la rodeaban en forma de anillos. Estaban cerca, o estaban lejos, pero eran grandes eso sí. Nunca me habría imaginado algo así. Parecía sacado de un cuento de niños, pero era la realidad. Para mí era un sueño todo lo que veía a mí areldedor.
Salió el nomo azul del portal cuando salí del agua. Era muy extrañó porque no estaba mojada y ni el tampoco.—vamos, es por aquí.—sugiere andando por una senda hecha de piedrecitas blancas que se reflejaba de la luz lunar.
Caminamos y yo no paraba de mirar para todos los lados. Era sorprendentemente el lugar. Mientras asechaba los árboles de colores, pequeñas misteriosas criaturas aún mucho mas pequeño que Whill salían medio escondidas de las hojas,me recordaban a las hadas.Eran naranjita claro, parecido a unos de los colores de la piel humana, mejor dicho, eran cómo humanitos con alas que relucian de un único color puro, el amarillo. Creo habían hembras y machos, se veían femeninas las que llevaba como una especie de armadura plateada que solo le cubría el pecho y la parte inferior, también llevaba una especie de cola de color negro que le llegaba hasta la mitad de la espalda. Los otros tenían armaduras que les cubrían todo el cuerpo y no llevaba nada de pelo ya que les cubrían con un casco. Llevaban pequeñas lanzas con una punta muy fina que deslumbraba de un color verde acua. Habían unos cincuenta aproximadamente, pero a medida que avanzabamos más salían de su escondite haciendome imposible calcular cuanto de ellos había.
—El nombre de su especie es los Mildars. También pertenecen a los guardianes de los bosques. - declara mirandolos plácidamente.
—Son preciosos, en mi mundo los reconocemos por Hadas, que son mitológicas.
—¡Esto no son Hadas pequeña insolente! Las hadas son muy difíciles de ver en este mundo.—exclama mosqueado colocandose las dos manos en en el pecho.
—vale vale, perdón.—digo moviendo los ojos de abajo arriba.
Mientras continuabamos una de los Los Mildars se dirigió hacía mí desde los árboles. Puse las manos para que pudiera apoyarse y Se posó. Que locura, me encanta esta cosita tan graciosa y tan bonita.
—¡Que bien, la profecía se cumplirá!— afirmó con una voz de pito que le quedaba genial mientras me sonreía.
—¿Profecía?, ¿Qué profecía? - insisto pasmada mirando a la pequeñina.
Se hecho a reir y se marchó muy rápido de mis manos dejandome con la intriga.
—¿Qué profecía Whill?—digo mirandolo con la cabeza hacía el lado derecho dónde se encontraba.
—Cuentan una profecía desde qué tu padre llegó para salvarnos. Llegará una chica del otro mundo con la luz mas pura de todas, su resplendor alejara a las tinieblas y lo encerrará en un abismo eternamente. Es un resumen, no me gusta hablar con tontas cómo tu qué no entienden nada.— explicó como si nada.
¡Quieres dejar de llamarme así!, No me importa lo que digas de mí, ¿pero no en mi cara vale? - Refunfuñe con groseridad.
Me miró asombrado pero la apartó enseguida. Debió darse cuenta de que yo me daría cuenta. —pensé malévola con una sonrisita de moflete a moflete. Pero, ¿ A qué venía esa cara de sorpresa?, no dije nada malo que sepa, bueno da igual no me importa este cascarrabias para nada.
Inesperadamente se desvió del camino y se dirigió hacia unas plantas enormes que estaban en medio del bosque. Se paró y abrió las matas, se introdujo sin decirme nada. Hice lo mismo, cogí las hojas y la aparte para pasar. Todo lo que estaba enfrente de mí era ridículo enserio, unas cabañas en árboles mucho más altos que los otros. No cabañas cualquiera, estaban hechas de una madera marrón muy peculiar y con un techo cubrido por gigantescas hojas de color trigo. Habían puentes hacía otros árboles y asi en todos. También habían muchos Whillfos pero no tenía ni idea que hubieran en chicas. Eran iguales pero muchísimo más monas, pestañas largas, trenzas que le llegaban hasta las rodillas y unos trapos de colores distintos cada una en sus pechos y parte íntima. Me fascinaba todo aquello.
—Ven, vamos el Gran Jefe te quiere conocer.— asegura caminando hacía uno de esos árboles.
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Al Otro Lado Del Mundo.(La Profecía De La Luz)
FantasiJohana Harrison era una chica normal con una vida común y corriente, o eso pensaba ella. Desde sus dieciséis, empiezan a desencadenarse varios factores para su verdadero propósito, Destruir la oscuridad con un destino inminente. poder salvar a su...