capítulo 22

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Primera batalla; Tierra.

Mi interior gritaba con fuerzas el deseo de conseguirlo. Siempre he estado en un bucle, así que cuando hay algo nuevo tengo que aprovecharlo. No solamente me ayudará psicológicamente, si no también me ayudará a terminar con todo esto que ha empezado hace una década y encontrar a mi padre. Por culpa de todo esto el tuvo que dejarme.

—Estoy lista,¿Qué tengo que hacer?.—Pregunto enredando mi pelo en una pulsera que traía consigo.

Se puso delante de mí, mirando fijamente mi rostro. — No te preocupes, no vas a luchar conmigo.— Dice soltando una risita. Te voy a enseñar tácticas de combate.

Aproximadamente quedan cuatro horas para que caiga la noche. Tengo que hacerlo cuánto antes. Me puse a unos metros de ella y me concentre entre mis pensamientos.—Estoy preparada.—Respondo seria.

Se queda parada en pié.—Bien, enseñame lo que sabes.

Levanté las manos juntando las palmas creando una esfera distorsionada. Le señale y no tenía ni prácticamente que imaginarlo. Salió disparada en forma de rayo en su dirección. Su color era el mismo qué el de los mismo relámpagos. Ella creo una barrera con una mano y lo paró reflejando la luz cambiandolo al color rojo. Me quede quieta antes la situación, y decidí tirarme al suelo lo antes posible. El ataque pasó de largo y dio contra un árbol dejándolo en cenizas rojas.

—¿Pero que estás haciendo? Se supone, que en una pelea hay ataques y contraataques. ¿Qué pensabas, que de un ataque puedes destruir al rival sin más?— Dice alterada con algunos vapores de humo saliendo de su nariz.

Me levanto y me pongo atenta.
—Lo siento, pero mís actos de reflejos me hacen pensar qué no tengo poder.

Se acerca y me pone su mano en mi hombro.— Cariño, deja de pensar por un momento quieres. Todo es la mente, si te metes cosas que no son las convierte en una enemiga. Concentrate en que puedes hacer cualquier cosa, y que nada te puede parar, ¿Entendido?

Es verdad. Mi madre de pequeña también solía decirme que las personas eran dueñas de sus mentes, y que controlarla sería tu mejor aliada. Y la solución ante cualquier problema.— Tienes razón, enseñame.
—Digo esta vez, segura de mí misma.

—Te voy a enseñar primero los ataques que uno posee.—Pronuncia estricta alejándose hasta una distancia mediana.— bueno, ¿Eso es lo único que sabes?

—Sí, los Whilfos solo me enseñaron eso y a crear la barrera.— Respondo mirando su puesto.

— Pues entonces te voy a enseñar. — Me dice alegrandose por momentos.— Bien, él ataque que has producido se produce al concentrar y liberarlo de forma espontánea, por lo que es un ataque directo, pero nada efectivo. El enemigo sea como nosotros, o sea un animal,sí es fuerte le va a ser fácil repelerlo. Bien, contempla este ataque.

Levanto una mano señalando el cielo con el puño cerrado. Al abrirlo, unas llamas salió de esta, y otras cinco gigantes bolas de fuegos en el aire.
Al mover la dirección hacia un lado, la bola mas cercana se dirigía al lugar provocando una explosión en la arena dejando un hueco enorme con mucho humo que salía del hoyo.

Todo esto me fascina. Poder hacer eso es algo que no tenía en mente.— Es genial.— suelto con una sonrisa.

—¿A que sí? — Responde cerrando el puño haciendo desaparecer el fuego mantenido en el aire.—Atenta, es lo mismo que has hecho antes, pero como te he dicho es un ataque directo. Pues esto es lo mismo, pero convirtiendose en ataques directivos.
Solo tienes que levantar las manos y concentrarte en manipular tu poder trasmitido, creando así, el número que puedas crear. Te recomiendo que pruebes con pocos, si produces mucha energía y te desconcentras explotará.

Levanté las manos señalando hacia arriba con los puños cerrados, me concentré, y produje una bola de luz encima de mí. Abrí las manos y una luz salía de mis palmas, junto con seis esferas de luz que flotaban en el aire. Miré a la derecha, y moví una de mis manos al lugar para dirigir una de esas esferas. Una bola de envuelta de energía fué dirigida al terreno impactando creando un resplandor totalmente deslumbrante. Brillaba y se reflejabas en los pequeños montes cercanos.

Cierro las manos haciendo desaparecer los circulos resplandecientes.— Bueno, ¿que opinas?

Se queda helada y con cara de sorprendida.— ¡Vaya! Eres realmente poderosa. Bien, ahora mira de nuevo y ahora te explico ¿Vale?

—Sí.— respondo de nuevo atenta.

Ella alzo las dos manos y provocó un fuego ardiente. Sus palmas desprendía  llamas, esas mismas llamas que se propagaban en su entorno, como si ella tuviera el máximo control sobre lo que hacía. Sus movientos parecían claros, al moverla hacia arriba estas copiaban el giro haciéndose mas grande y al bajarlas ocurría lo contrario. —Observa bien.—Declara mirándome. Su enorme fuego había cobrado forma, todas las llamas se unieron creando así a un dragón, luego se cambió y formo un elefante enorme.
Cerro sus manos y todo desapareció.

Estoy envuelta. Lo anterior era asombroso, pero ¿Esto? No cabe duda de que aquí es todo posible.—!Es increíble, no tenía ni idea de esto!—Digo acercandome a ella.

—Escuchame Johana, dominar esto, no es nada fácil.— Explica cruzando los brazos.—Se que eres muy poderosa, pero que se te vaya de las manos tendría consecuencias graves. Solo tienes que encender, en tu caso, la luz interior. La que te otorga esa calidez y paz, la que guía tus pasos, la que convierte tus pesadillas en cuentos, y la que te hace sentir bien. Luego, tienes que acompañarlo de tu imaginación, creando la forma que pienses.

Doy unos pasos atrás.—De acuerdo.—Respondo concentrada en lo mío.

—Por supuesto, una cosa más.—Interrumpe mi inicio.— El tamaño  que te imagines no dependerá de como lo pienses, estará reflejado en la cantidad de poder que uno posee.

—Está bien. —Digo concentrada. Levanté las manos inspirada con el deseo de poder conseguirlo a la primera. Y nada de nada surgió. Ni los pensamientos de una pantera, y ni una chispa de luz en mis palmas. Volví a repetirlo varias veces y no surgía nada. Ella me observaba con la mirada de, te dije que era difícil. Inspire, y empecé a levantar las manos confiando en mi tranquilidad, imaginando una serpiete de cascabel.
Ha medida que levantaba los brazos, notaba paz en mi profundo océano de pensamientos entrantes. Unas capas de luz empezaron a surgir brillando pareciendo una lluvia de estrellas. Una serpiente de tamaño grande, aunque no tanto como el de Grace, se arrastraba deslumbrando todo a su paso. Cerré las manos, y la luz cálida se desvaneció perdiendo su intensidad.

Se acerca hacía mí, me pone sus manos en los dos hombros y sonríe.—¡Eres perfecta! Aunque no haya sido a la primera, lo has conseguido hacer de gran tamaño, por lo tanto se nota que vienes de una poderosa familia, de la más incluso. Estoy muy orgullosa.

Que maravilla. Que me admiren de esa manera por venir de una familia, que ni siquiera conozco, es un plagio absoluto para mí.—¡Gracias!—Respondo feliz.

—Aunque... —Se me queda mirando pensativa.— Nose si serás capaz de tener una batalla mañana. Si no reaccionas de manera adecuada, te harán daño Johana. Incluso podrías ponerte en riesgo.

Mi cara se descompone en un santiamén. Se me había olvidado que estos días estaré luchando contra diferentes personas con distintos elementos.— Em... ¿ Porqué no me enseñas?

Pegó un salto hacia atrás de inmediato y creó una llama rápidamente en mi dirección. Levanté una mano y creé una barrera. Impactó destruyendo de nuevo mi barrera, pero no llego hasta donde me encontraba. Fué bastante resistente.

Se ríe.—Estas lista. No hay nada más que ver. Vámonos ya es tarde.— Dice dirigiéndose al camino por donde habíamos venido.

Mientras llegábamos al castillo la noche cayó oscureciendo el retorno. Entré, y directamente me fui agotada a mi habitación. Me duche, me vestí con un uniforme blanco, como no, y me tumbe en la cama rendida.

Nose si comer... Estoy muerta en vida. Mañana me espera una muy grande, pelear habiendo hecho esto por primera vez... Que locura.

Me escogí, y cerrando los ojos, entré a un nuevo mundo. Estaba completamente dormida.




Al Otro Lado Del Mundo.(La Profecía De La Luz)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora