En su mente divagan imágenes que requerían su mayor concentración y yo no tenía idea de qué se trataba.
—Noté que lees a Bécquer —continúa de repente.
Sus ojos exportan un brillo especial al hablar sobre el escritor como si esas imágenes mencionadas fueran en realidad momentos de su juventud, y casi al mismo tiempo, yo tuve la sensación de ilusión, ansias de escucharla emitir su opinión sobre la poesía, curiosa de saber si piensa, al igual que yo, que el romanticismo es un arma sobrevalorada que todos necesitamos, pero parece haber culminado su comentario, dejándome con las ganas de saber más, dejándome con la ganas de saber cómo ella dio con el libro.
—¿Lo conoce?
Rebecca frunce; al fin me mira a la cara y ya no siento como si le estuviera hablando a la pared.
—¿Conocerle? —pregunta sin creerse lo que ha escuchado—. ¿A un hombre que está más que muerto? Por supuesto que no, ¿cuántos años crees que tengo?
La forma en que entiende mi pregunta me deja perpleja, pero luego se ríe en mi cara y entiendo que me está tomando el pelo. Bueno, también tiene sentido del humor. Un poco estropeado, pero lo tiene. Casi me da algo al pensar que le he faltado el respeto sin intención alguna... y ha sido solo una broma.
Quise responderle que a mí me parecía un gran poeta, pero que no he leído el libro por completo, así que mucho por opinar no tengo, mas los nervios se predisponen fortísimos y acabo con la garganta hecha una piedra y el estómago un revoltijo al escucharla reír de su propio chiste.
Las luces de las canchas se encienden y por los parlantes, anuncian al equipo "Eléctrico" que representa al colegio; en efecto, las personas se volvieron locas y buscaron agresivamente un puesto para disfrutar la grandiosa entrada de los jugadores. Fui testigo de cómo un adolescente había empujado a Rebecca para conseguir puesto.
—Joder, cómo detesto las multitudes —se queja.
Le echo un vistazo al niño que seguía corriendo a lo largo.
Vuelve a acomodarse limpiando cualquier suciedad de su ropa. Su odio a las multitudes explica por qué pasa mucho tiempo con Clara en la biblioteca y no en el patio cuando toca el timbre de receso; de hecho, es el mismo motivo por el que lo hago también.
Pero ahora creo que Rebecca no es consciente de lo que su rostro cuenta, de verdad que no le gusta nada estar aquí. Y creo que se añade la pequeña lista de cosas que Rebecca detesta, por ejemplo: le molesta ser interrumpida y cuando lo es, ignora a quien lo hizo (entendible); le molesta que le lleven la contraria, aun así se defiende contraatacando bastante bien (algo que necesito aprender); le gusta observar a las personas cuando están distraídas, quizá es un hábito que adquirió para saber a qué se enfrentará; es de las personas que usan monosílabos para impedir una conversación, aunque hay momentos (como ahora) en que los monosílabos no son una opción; no le sonríe a cualquiera, puesto a que no desea entablar conversaciones continuamente ni por educación, por lo que tampoco le gusta iniciar una charla; y es muy buena profesora, preocupada, elegante, discreta y fruncir el ceño es su firma.
—¿Disfrutas del fútbol? —pregunta sorprendiéndome.
A pesar de seguir, de vez en cuando, en su celular, la encuentro brindándome su atención. Ha empezado la conversación y es un paso importante si se trata de Rebecca.
Recibo el estímulo de su voz en mis oídos y la misma sensación volvió después de tantas ocasiones. Después de haber llamado mi nombre o haberme indicado que estaba estudiando mal, su "es un cuatro" cuando no necesitaba que me lo diga en la cara algo que estaba evidentemente plasmado en rojo. Y pensar que esa misma mujer me está dirigiendo la palabra ahora mismo me entre pone contenta y aterrada. Algo bueno habré hecho bien, ¿no? O simplemente Beatriz tenía razón o yo deduje mal y Rebecca sí puede iniciar conversaciones sin problema.
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Alguien Tenía Que Aprender.
RomansaYo era un polo: fría sin motivo alguno, distante, con un corazón cerrado, protegiendo los pocos pedazos que me quedaban, y ella, con apenas un roce de su mano, me enseñó porqué un volcán explota, porqué mueren las flores en otoño.