14. PARTE MÉDICO: Vete de mí

3.6K 170 53
                                    

Amaia se dirigía al hospital muy decaída aquella mañana. Tanto, que había decidido hacer el último tramo dando un paseo. Se sentía mareada en el coche y necesitaba respirar un poco de aire fresco.

Aquel era el segundo día desde que Alfred había despertado definitivamente, pero las cosas no estaban siendo nada fáciles.

Tú, que llenas todo de alegría y juventud, y ves fantasmas en la noche de trasluz, y oyes el canto perfumado del azul, ¡vete de mí!

Amaia respiró hondo, dejando que el frío aire otoñal llenara sus pulmones y la ayudara a ordenar sus ideas. Había pasado la noche en casa de Aitana, lo cual había sido toda una experiencia: ambas amigas se habían llevado hasta las tantas hablando en la mesa de la cocina de Aitana, contándose sus penas entre sendas copas de vino. Lloraron, se animaron mutuamente y rieron con ironía ante todo lo que el maldito destino les había preparado en aquellos años. Al principio habían pensado en irse a un restaurante, pero allí tenían más posibilidades de que las pillaran los fotógrafos, así que Aitana había hablado con Vicente, que se había comprometido a dejarles espacio y encargarse él de Nico, como si ellas no estuvieran en casa.

Amaia se lo había agradecido infinitamente. Llevaba casi dos semanas en Barcelona, pero desde que Alfred había despertado, se sentía más perdida y desubicada que nunca.

No te detengas a mirar las ramas muertas del rosal, que se marchitan sin dar flor. Mira el paisaje del amor, que es la razón para soñar, y amar.

La chica no era capaz de poner en pie lo que había sucedido a partir del gruñido, solo recordaba el dolor en el antebrazo y la enfermera sacándolos a los tres de la habitación para dejar a Alfred solo con los médicos. Después, se lo habían llevado a hacerle pruebas, y ese día ya no lo habían visto más hasta la noche, que había vuelto a la habitación sedado. Ellos, por su parte, habían tenido que esperar al día siguiente para tener novedades sobre su estado.

-Ayer realizamos diversas pruebas a Alfred. El TAC y la resonancia nos mostraron que efectivamente existe una lesión en la corteza cerebral, que era lo que esperábamos. Contábamos con un cierto daño en el lóbulo temporal, pero el TAC nos ha mostrado que mientras estuvo en la UCI sufrió un pequeño derrame cerebral en el lóbulo frontal, aunque no somos capaces de definir con exactitud el daño.

Mario, que aquella mañana se encontraba presente, había protestado pidiendo que le realizaran más pruebas y esmeraran más en buscar el tratamiento adecuado.

-Y en ello estamos. Pero, por desgracia, y a pesar de todos los avances de la medicina, el cerebro sigue siendo un misterio para nosotros -le respondió el doctor-. Necesitamos observarlo más para poder determinar el alcance y las posibles soluciones. No se sorprendan si no lo ven mucho en la habitación en los próximos días -les avisó.

-¿Pero cuál es el parte ahora mismo, exactamente? -quiso saber Txus, poniendo la nota práctica, tratando de sobreponerse a la desolación que los había invadido a todos.

Yo, que ya he luchado contra toda la maldad, tengo las manos tan deshechas de apretar, que ni te puedo sujetar. ¡Vete de mí!

Desde el evento del día anterior no habían vuelto a verlo despierto, y ni ellos mismos estaban seguros de lo que significaban las palabras del médico. Este se tomó unos segundos antes de responder, quizás buscando la manera más adecuada de decirlo.

-Parece ser que presenta una afasia expresiva, es decir, que su capacidad de habla está dañada. Tenemos la impresión de que se quiere comunicar, pero por ahora solo emite sonidos indefinidos. Me aventuro a diagnosticar que quizás se deba a la pérdida de las conexiones neuronales tras el derrame en el lóbulo frontal, que es el encargado de esta función.

Te presto mi vozDonde viven las historias. Descúbrelo ahora