Te presto mi voz

38. Te quiero. Crónica de un concierto

Amaia se bajó del escenario y fue en dirección a donde esperaban los demás.

―¿Se ha oído bien? ―les preguntó.

Tanto Miriam como Nil y Roi le hicieron un gesto con la mano de que había estado perfecto. Alfred solo sonreía desde su silla.

―Pues nada, creo que estamos preparados para esta noche, ¿no? ―dijo Mario, frotándose las manos con satisfacción.

Miró a Alfred: no se podía creer cómo era capaz de conseguir todo lo que se proponía. Aquel año, al poco de acabar las Navidades, había dicho que ese año quería que su regalo de cumpleaños fuera el concierto de Te presto mi voz. Se conformaba con uno solo, pero pensaba que era importante que, aunque fuera en una sala pequeña, los fans tuvieran la oportunidad de asistir.

En cuanto se extendió la noticia, todo el mundo volvió a enloquecer. Aunque los propios fans llevaban lanzando la posibilidad del concierto durante meses, casi todos habían perdido la esperanza de que eso ocurriera. Y en parte lo entendían: la situación de Alfred no era fácil. Y había que involucrar a mucha gente para que las cosas salieran bien.

Sin embargo, pronto se dieron cuenta de que cualquier sala que eligieran sería demasiado pequeña para el número de personas que querrían asistir... Habría que ser selectivos, pues. Y anunciarlo en redes para que nadie se sorprendiera si se quedaba sin entrada.

Luego estaba todo el tema de qué sala elegirían... Alfred en un primer momento había sugerido JazzSí Club, ya que seguramente era la que recordaba con mayor cariño. Pero sin duda también era demasiado pequeña. Lo mismo ocurría con Barts, la que sugirió Nil, y que habría sido perfecta por el ambiente intimista que ofrecía.

―Pero... ¿Alfred García dejando descontentos a tantos fans? ―le preguntó Amaia, después de que Mario se llevara casi media hora intentado convencerle de elegir otra un "poco" más grande.

Y ese había sido el argumento definitivo.

Cada vez que te beso me sabe a poco, cada vez que te tengo me vuelvo loco

Al final habían decidido que sería Luz de Gas, ya que al menos tenía capacidad para 500 personas. Pondrían algunas entradas en preventa para familiares y amigos, y el resto tendrían que comprarlas el mismo día. Como había muchos fans que se iban a quedar sin entrar, habían decidido retransmitirlo por Facebook Live. Cuando la mañana del concierto habían llegado para los últimos ensayos, ya se habían encontrado a gente que llevaba haciendo cola desde la tarde anterior, momento desde el cual el hashtag #ConciertoTPMV llevaba siendo Trending Topic.

Al menos, la fecha, el 13 de marzo, para que acabara justo entrando en el cumpleaños de Alfred, no les había dado tantos problemas. Coincidió con que Miriam estaba de baja maternal y Nil y Roi, aunque preparando sus nuevos discos, tenían bastante flexibilidad en cuanto a eso. Al que no consiguieron traer desde Londres fue a Raúl, que les envió sus disculpas y un cariñoso saludo desde allí.

La crisis que había estado a punto de provocar la ausencia de Raúl había sido tremenda: ¿cómo iban a dejar fuera del repertorio el segundo single del disco? Pero entonces a Amaia se le había ocurrido una idea que quizás podría funcionar, y que sería su sorpresa de ese año para Alfred. A él le habían dicho que Amaia la cantaría, aunque eso no le había convencido en absoluto. Pero, para que el plan de Amaia saliera bien, tenían que conjugarse TODOS los astros y la ayuda de Roi. Aunque como había dicho el gallego, ya todos sabían que a Alfred le seguían las luces...

Y cada vez, cuando te miro, cada vez encuentro una razón para seguir viviendo.

Así que allí estaban, la mañana antes del concierto, volviendo a casa para vestirse y prepararse. Amaia había elegido un elegante vestido azul oscuro con cuello de barco, muy apropiado para la ocasión, y llevaba el pelo en elegantes ondas tipo años veinte. El traje de chaqueta de Alfred iba en los mismos tonos que el vestido de Amaia.