30. Por si te hace falta

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Ese año la temporada de OT había comenzado más tarde de lo normal. Era la decimoquinta edición, y habían querido hacerla por todo lo alto, empezando por tratar de encontrar un nuevo casting que estuviera a la altura.

A pesar de que Noemí le había puesto empeño en las siguientes ediciones, OT2017 había sido tal fenómeno que, igual que pasara con OT1, marcó un antes y un después. Por eso habían decidido dejar descansar de nuevo al formato unos años, para volver con la actual edición. Y, una vez más, la estrategia de Tinet y su equipo había sido todo un acierto.

Amaia habría querido decir que estaba siguiendo la edición, pero la realidad era que, excepto ciertas actuaciones, apenas había visto nada. Eso sí, cuando la atacaba la nostalgia, buscaba en el canal de Youtube algunos momentos en los que aparecieran Manu, Noemí o Mamen, los profesores que repetían en la edición. Pero intentaba evitarlo, porque se le hacía demasiado raro ver cómo repartían temas o hacían pruebas de tonos o pases de micros, sin estar ella allí para vivirlo.

Alfred había intentado convencerla de que vieran algo juntos, pero ella no estaba dispuesta a sacrificar su ratito por las tardes con él, y Alfred llegaba demasiado cansado a las noches como para ponerse a ver nada.

Y, por supuesto, a los dos les habían ofrecido la posibilidad de ser artistas invitados a la Academia, o incluso a alguna gala. En el caso de Mario, apenas había considerado la propuesta: el accidente de Alfred estaba demasiado reciente, y aunque daba muestras de ir mejorando poco a poco, aún era muy pronto para semejante exposición mediática. A Amaia le sorprendía que, a pesar del éxito que había supuesto el reportaje que habían concedido a HappyFM con motivo del cumpleaños de Alfred, Mario había seguido rechazando después las ofertas que le habían ido llegando. Con su actitud demostraba que lo que más le importaba era Alfred, y con eso, cada día se ganaba aún más el respeto de Amaia.

Sin embargo, ella con Lorenzo no había tenido tanta suerte, aunque no podía decir que no se lo esperase. Su representante le había insistido mucho en que la visita a la Academia constituía casi un "deber moral", como ganadora de la edición que marcó un antes y un después. Pero Amaia había seguido escudándose en que, por el momento, su prioridad era Alfred, y no necesitaba tratar a los medios más de lo necesario. Pero entonces, Noemí se lo había pedido personalmente... Y ella había decidido que reconsideraría la propuesta.

-Pero solo por los chicos -le había dicho.

Cuando el jefe no te dé las gracias. Cuando te den el Nobel de la Paz. Cuando te sientas invisible, y no te paren de parar...

Cuando le había contado la situación a Alfred, él le había pedido el teclado.

El mundo necesita tu música. Le había escrito, con sus notas.

Amaia se había acercado a besarle, para deshacer el nudo de su garganta. Le habría gustado responderle que, en cualquier caso, el mundo necesitaba mucho más la suya, pero sabía que eso los habría enfrascado en una eterna discusión sin fin, así que prefirió dejarlo pasar.

Desde hacía unas semanas, ambos se sentaban varios días a la semana al teclado para trabajar: Alfred estaba volviendo a componer. Manu Guix les había insistido mucho después de haber experimentado la técnica en sus propias carnes. Y cuando Mario había escuchado Despertar, decir que se había emocionado era poco.

Solían hacerlo martes, jueves y sábados. Y, si Alfred se sentía con ganas, quizás también algunos domingos. Sin embargo, aquel jueves, Amaia estaba faltando a su cita, pero con una buena excusa: había ido a la estación de tren a recibir a Ana Guerra. Esta venía como invitada a la Academia, a la que asistiría al día siguiente después de la hora de la comida.

Te presto mi vozDonde viven las historias. Descúbrelo ahora