37. A quién le importa

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Amaia volvió a casa y, después de saludar convenientemente a Txus y Alfredo, fue en busca de Alfred. Como ya utilizaba la Tablet, podía escribir las letras de las canciones, incluso cuando Amaia no estaba delante. Y eso había resultado ser muy conveniente, ahora que ella estaba metida de lleno en la preparación de su disco, que además había tenido que compaginar con las entrevistas que no le había quedado más remedio que conceder.

-Pero... -había empezado ella, la primera vez que hablaron del tema.

Esta vez Mario no la había dejado continuar.

-Amaia, no me vayas a decir que el disco es de Alfred. Llevas razón en que lo es, pero tú eres la voz del disco, así que me temo que tendrás que serlo también de las entrevistas... -le había dicho-. Piénsalo. Puede ser una oportunidad estupenda para empezar a hacer la promoción de tu nuevo disco...

La gente me señala, me apunta con el dedo, susurra a mis espaldas, y a mí me importa un bledo.

Pero Amaia sabía que su música iba a ser de lo que menos se hablara. Como ya ocurriera nada más salir de la Academia, su relación con Alfred volvía a llamar la atención de todo el mundo: querían saber cómo habían vuelto, cómo había vivido ella la enfermedad... Incluso cómo había reaccionado Alejandro y cómo era ahora su relación con él. Muchas veces desde el salseo más devastador.

Y, además, había una diferencia esencial, y es que Alfred no estaría a su lado. Tendría que enfrentarse sola a los periodistas.

-Umh... Con una condición. Bueno, dos -había propuesto ella entonces-. Primero, elegiremos solo a los medios que nos den garantías de profesionalidad. Quiero que las entrevistas sean buenas porque, segundo, solo voy a hacer un máximo de cuatro. Y es mi última palabra -había sentenciado.

Qué más me da, si soy distinta a ellos. No soy de nadie, no tengo dueño.

Después de que Amaia hubiera aceptado, Lorenzo y Mario se habían puesto manos a la obra. Les habían llovido las ofertas para que fueran a sus programas, así que lo más difícil sería elegir los cuatro medios de comunicación pertinentes. Cadena Dial y Cadena 100 eran los que más claro tenían. Siempre habían tratado muy bien a los chicos y, además, estaban especializados en música, así que no se podía pedir más. Para la prensa escrita, seleccionaron a La Vanguardia, así que, sin duda, lo que más les costó fue decidirse acerca de la cadena de televisión. Habían recibido buenas ofertas de varios programas en distintas cadenas, pero al final acabaron decantándose por TVE. A fin de cuentas, aquella cadena les había dado la fama a los chicos, así que aquello parecía lo más adecuado. El programa previo al prime time donde Amaia concedió la entrevista fue lo más visto de la semana.

Yo sé que me critican, me consta que me odian. La envidia les corroe, mi vida les agobia.

Por eso, aquel día, cuando Amaia llegó a casa, le faltó tiempo para ir a refugiarse en los brazos de Alfred. Había estado dos días en Madrid para conceder las entrevistas y le había echado muchísimo de menos. Aquel había sido el periodo de tiempo más largo que habían estado separados desde el accidente de Alfred.

Él, como siempre, había desdramatizado la situación cuando Amaia llegó a casa el día que le dieron las fechas de las entrevistas. Por supuesto, ella no había contado con que tendría que desplazarse a Madrid para hacerlas, y venía especialmente contrariada.

Pues cuando te vayas de gira... Le había dicho él, en el teclado.

A Amaia le había recorrido un escalofrío... ¿Se le estaba olvidando lo que era aquello?

-Mi amor... -le susurró, abrazándolo.

Sintió cómo él movía los brazos con bastante precisión para rodearle la cintura.

Te presto mi vozDonde viven las historias. Descúbrelo ahora