31. Con las ganas

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Alfred... ¿Por qué me haces esto?

Recuerdo que al llegar ni me miraste, fui solo una más de cientos. Y, sin embargo, fueron tuyos los primeros voleteos

No quería irme de tu lado, pero cuando paraste de convulsionarte, traté entre lágrimas de encontrar mi teléfono, para llamar a la ambulancia. ¿Qué número era?

Solo puedo decir tu nombre. Seis letras. Seis notas. Un mundo nuevo. Un mundo que ahora se está desmoronando ante mis ojos.

Alfred...

Cómo no pude darme cuenta, que hay ascensores prohibidos, que hay pecados compartidos, y que tú estabas tan cerca

Llegan los médicos. Ya has parado, pero estás inconsciente y tienes el pulso muy débil. Van a llevarte al hospital. Justo entrabas en la ambulancia cuando aparecieron tus padres. Me lanzo a sus brazos. Es una sensación rara, no me siento dentro de mí.

Me dejan ir contigo en la ambulancia, a pesar de la preocupación y las lágrimas. No me salen las palabras, solo tu nombre.

Alfred... ¿Dónde estás?

Me disfrazo de ti. Te disfrazas de mí. Y jugamos a ser humanos, en esta habitación gris

Dónde estás... Me pregunté eso cada noche desde que te marchaste a Los Ángeles. Al principio, sola en mi cama. Después entre otros brazos, que intentaba desesperadamente que me recordaran a los tuyos. Tu voz susurrando mi nombre.

Trataba de empaparme de ti cada vez que te veía. Tu sonrisa, tu voz, tus ojos, tu olor, tu música, tu todo... Hasta que pensaste que quizás sería más feliz buscando nuevas oportunidades. Y entonces, sí. Sentí que te había perdido para siempre...

Hasta que la vida quiso darnos una nueva oportunidad de la forma más insospechada.

Alfred...

Muerdo el agua por ti. Te deslizas por mí. Y jugamos a ser dos gatos que no se quieren dormir

¿Y ahora? ¿Ahora te he perdido? Cojo tu mano en la ambulancia. Sigue fría. Los horribles pitidos me llevan a esa otra habitación, donde te volví a ver por primera vez, después de tanto tiempo. No querría volver a oírlos nunca más, pero por ti volvería al infierno. Tantas veces como haga falta.

Porque no estás conmigo. Tampoco estás en nuestro mundo. ¿Te he perdido? No me hagas esto... Vuelve a mí.

Alfred... ¿Qué tengo que hacer?

No sé qué acabó sucediendo, sólo sentí dentro dardos. Nuestra incómoda postura se dilató en el espacio

Te alejan de mí cuando llegamos. No sé a dónde te llevan. ¿Te volveré a ver? ¿Volveré a encontrar a mi Alfred? Me quedo mirando la puerta por la que te han metido. Quiero seguirte... Hasta el fin del mundo. Llegan tus padres. Solo sé que hay lágrimas, palabras de consuelo, desconcierto, desolación.

Seis meses... Seis meses en los que tu sonrisa, tu fuerza, tus ganas de luchar, nos habían devuelto la esperanza a todos. ¿Qué ha pasado?... ¿Qué TE ha pasado?

Alfred...

Se me hunde el dolor en el costado, se me nublan los recodos. Tengo sed y estoy tragando, no quiero no estar a tu lado

Sale el médico. Recuerdo la primera vez que vi a uno en este hospital. Entonces ibas a sobrevivir. ¿Y ahora? Estabas conmigo hace nada... ¿Por qué te fuiste?

Estás estable, aunque en coma. Una vez más... No sabemos por qué mundo estás viajando ahora. Pero te encontré la otra vez. Y lo volveré a hacer.

Te presto mi vozDonde viven las historias. Descúbrelo ahora