70 horas después del atentado
Caminaba entre las camas improvisadas de la enorme tienda de campaña que se había montado como hospital, ya todos los heridos estaban reubicados en los distintos hospitales, aquellos que sufrieron heridas menores o que resultaron ilesos, fueron enviados a casa con sus familias y tratamiento ambulatorio. Todo se estaba desarmando para guardar, la limpieza de el desastre había comenzado. Más de mil cien pasajeros fueron víctimas de lo ocurrido, más de doscientos perdieron la vida.
Recorría con la mirada todo el lugar, todos estábamos agotados, ninguno de los que respondieron al atentado habíamos tenido un segundo para descansar y ya los rostros de todos reflejaban todo el esfuerzo descomunal echo por salvar a cuantos pudiéramos. Míos ojos buscaban a alguien en particular, y esa era mi pequeña transgresora, Samantha...
La descubrí bastante distraída sentada en una de las camas revisando su móvil. Su expresión cansada, era la que esperaba. Después de todo, todos estábamos casi que al límite de nuestras fuerzas...- Un centavo por tus pensamientos...
Dije ya sentándome con calma a su lado. Cruzando mis piernas y sin dejar de ver cada detalle de su lindo rostro.
Cuando me miró a los ojos, vi el dolor reflejado en sus ojos. Pero a parte de ese dolor lacerante, vi el miedo. Un miedo que solo le vi dos veces desde que la conocía.- Samantha, que tienes?
Pregunté tomando ya sus manos temblorosas en las mías, estaban mortífera mente heladas. Y el color había desaparecido de su semblante. Eso me llenó de preocupación.
- Samantha...
Dije ya acariciando su mejilla y limpiando las lágrimas que empezaron a caer de sus ojillos negros.
- Joaquín... Él está...
- Pequeña que pasó?Pregunté más preocupado aún.
- Está muriendo... Mando buscarme, dicen... Dicen que tengo que ir a Grecia para verle.
Carajo!! No podíamos tener un maldito respiro? Era de no creer, no estaba muy seguro de lo que pasaba por la cabeza de Samantha, lo único que sabia era que eso no era bueno. Algo me decía que no tenía que dejarle ir a ver a ese tipo. Pero...
- Que quieres hacer?
Yo no podía decidir por ella. Después de todo era su padre, hubiese echo lo que hizo era su padre.
- Si voy a Grecia no me dejaran marcharme...
Yo no puedo...
- Yo puedo ir contigo Samantha.Dije. Sus ojos negros me vieron con algo de duda y temor. Y la entendía, joder que la entendía.
- Eso...
Estábamos los dos demasiado agotados en este momento y este no era el lugar para hablar de esto. Teníamos primeramente que comer algo de comida decente, tomar una larga ducha luego y dormir una buena cantidad de horas. Por lo mismo ninguno podía decidir nada en este segundo.
- Escucha, creo que no es el lugar para hablar esto, y los dos necesitamos dormir. Creo que lo mejor es que nos vallamos de aquí, pidamos comida, nos duchamos y descansemos unas cuantas horas. Ya luego de eso podrás razonar y pensar con calma que es lo que quieres hacer. Estás de acuerdo?
Samantha asintió para mi y respire satisfecho. Bien, eso era lo que nos hacía falta. No podíamos pensar estando agotados y nada solucionaríamos en estas condiciones.
Tome su mano y nos encamine al coche. No podía decir que estaba en condiciones de manejar con el cansancio que ambos cargábamos, por lo mismo llamé a Cristhian y le pedí si él podría manejar por nosotros. Tanto el y Verónica estaban entre los voluntarios de la catástrofe, y estaban más descansados que nosotros.
Media hora después Samantha y yo estábamos cruzando la puerta del edificio de nuestros pisos. Con una bolsa de buena comida en mis manos ya lista para almorzar. Cuando cruzamos la puerta de mi piso nos encontramos con todas las bolsas de la ropa que Manda y Verónica habían comprado aquella noche.- Disculpa el desorden que he dejado aquí Samuel, enseguida lo quito del camino.
Dijo Manda empezando a recoger las bolsas.
- Ya veremos eso pequeña. Primero es mejor que comamos, muero de hambre y el aroma de esto me está matando...
Dije elevando la bolsa de la comida.
Samantha sonrió con cansancio y asintió.
Preparamos entre los dos la mesa y nos dispusimos a comer en completo silencio. Creo que ninguno de los dos teníamos fuerzas ya para más nada.
Pero incluso Samantha parecía ya comer media adormilada...
Por lo que me pareció una buena idea preparar la bañera con sales relajantes y bien caliente para poder desentumecer nuestros adolorida y cansados cuerpos.
Cuando la tuve lista Manda apenas si podía sostenerse en pie...- Nena...
Susurre acariciando su mejilla. Apenas si podía mantener los ojos medio abiertos.
- Prefieres acostarte ahora? No creo que puedas permanecer despierta en el agua...
Negó con cansancio y hablo en un tono bajo.
- Necesito ducharme...
Ahora estaba en un verdadero inconveniente. Porque dudaba mucho que aguantará despierta y no cayera dormida en la bañera.
Solo tenía una opción...- Te sentirías cómoda si nos bañamos juntos? No quiero que vallas a caer dormida en el agua...
Pregunté nervioso.
Lo bueno es que Samantha parecía que pese a el agotamiento físico y la falta de sueño tenía la bastante lucidez para razonar lo que le decía.- Si no hubiera pasado lo del atentado habríamos tenido...
Si lo recordaba muy bien. Cómo para no recordar que estuve a nada de hacerla completamente mía.
- Lo sé bien pequeña, pero no quiero que tú te sientas incómoda.
- Podemos ducharnos juntos Sam, no hay mucho que no conozcas de mi...
Y se reconocer cuando estoy a punto de quedar inconsciente.
- Te entiendo. Yo no estoy mucho mejor tampoco.Dije besando sus labios de forma fugaz. Y no mentía, mis energías estaban al límite también, los dos necesitabamos con urgencia descansar. Esto no podía decirse que fuese muy normal, y de seguro cualquier otro hombre quisiera hacer más en una bañera con una mujer como Samantha y maldito cobarde sería yo si en otro momento no se me cruzaría por la cabeza el hacer mucho, pero mucho más que solo tomar una ducha relajante, pero para bien o para mal los dos estábamos en lo último de nuestras fuerzas.
Diez minutos después estábamos ambos metidos en una enorme bañera, dentro de agua caliente y espuma. Samantha con ropa interior y yo con mis boxers puestos. No era de lo mejor, claro que no. Pero por alguna razón extraña no quería ver más de lo que ya había visto. No sin poder tener la energía suficiente ambos para poder hacer....
Pues lo que todos saben.
Veía a Samantha como idiota mientras ella intentaba lavar su largo cabello sin dormirse en medio de la labor. Unas marcadas ojeras se delineaban bajo sus ojos negros y no resisti por más tiempo, está mujer iba a caer dormida en cualquier segundo.
Mis manos ya estaban tomando con cuidado de su antebrazo para acercarla a mi y ayudarle, mientras le hablaba.- Ven aquí pequeña...
Deja te ayudo yo.Ella no hablo, solo bajo sus brazos con cansancio y se dejó hacer. Coloque un poco del champú que estaba por usar en su pelo y empecé a masajear con lentitud por todo el largo.
Sentí más que escuche su suspiro cansado, ese alivio de la relajación que le daba el agua caliente y mis manos.
Frote con suaves movimientos su cuero y mis sentidos se llenaron de ese dulce aroma a rosas. Cuando creí suficiente el trabajo enjuague la espuma de su pelo y tomé la esponja para tallar su cansada espalda.- Si sigues haciendo eso me quedaré dormida...
Fue más un susurro, pero le escuché y no pude evitar reír. Está mujer no tenía ni idea la cantidad de zalamerias que podría responderle. Mis dedos tomaron el lugar de la esponja en sus hombros y empecé a masajear con cuidado.
Cualquier ser humano podría aprovechar estas situaciones pero...- Nena si te duermes en el agua no podré cargarte a la cama. Yo no tengo mucha energía en este momento tampoco.