Capitulo 79

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Furiosa era poco...
Mi pequeña estaba echa una maldita fiera enceguesida, tiraba todo lo que encontraba a su paso, pero no me veia, no me hablaba. Solo drenaba todo su enfado. Intenté solo una vez detenerla y que me escuchara y me estampó una muy fuerte bofetada que me hizo girar el rostro y exigió que guardará silencio.
Y que podía hacer yo? Me contuve de soltar un improperio, más que nada porque aquella bofetada la tenia merecida y guarde silencio esperando a que ella lograra calmarse
Había pasado ya tres horas desde la dichosa llamada de aquella demoníaca mujer y mi pequeña seguía en su arrebato de furia...
De pronto mi pequeña transgresora se detuvo a solo dos pasos de mi, fijo sus negros e intensos ojos en los míos y hablo en un tono de voz muy bajo y suave, pero que denotaba una verdadera amenaza y advertencia en cada palabra que decía...

- Si por algún motivo, no me importa saber cual fuere lo que dijo esa maldita fulana sobre ella y tu...
- No es verdad Samantha lo...
- Solo!!! Solo calla y escuchame!!!

Exigio señalandome con su dedo...

- Si llega a ser verdad Samuel Riviera...
Si tu llegas a mantener un romance con ella desde que estoy a tu lado...
Juro por tu vida que te castrare con un alicate para uñas.

Joder!!

- Samantha, nesecito que me escuches. No tengo absolutamente nada con ella, ni con ninguna otra mujer en mi vida que no seas tu.
Solo...
- Porque llegaste hasta las tres de la madrugada?

Bien, podía responder a eso y así ella sabría que no la estaba engañando como le dijo aquella maldita mujer.

- En la clínica con Layla  pequeña...
Estaba en la clínica con Layla. Ella misma puede confirmarte que digo la verdad...

En cuanto mensione a Layla Samantha perdió todo el color en su rostro y la voz se le notaba ahora preocupada...

- Que... Que paso con Layla? Es.. Esta bien? Que...

Me acerque despacio y la envolví en mis brazos rogando por no ser rechazado y para mi fortuna ella solo apoyo con cuidado sus temblorosas manos en mi pecho desnudo.

- Ella está bien pequeña, se recupera muy bien...
Solo que yo tenía deseos de hacerle un chequeo completo, para serciorarme que extirpe todo el tumor y asegurarme que no había ningún otro más escondido en su cuerpo y que no lo hubieran visto... Ya de por sí es extraño que no descubrieran el de su corazón.

Samantha soltó el aire que estaba conteniendo y apoyo su rostro en mi pecho mucho más serena que hasta escasos segundos atrás. Acaricie su espalda y la abrace un poco más a mi, llenando mis pulmones de su delicioso aroma a rosas que su suave y tibia piel desprendía.

- Lo siento, no podía pensar en nada luego de lo que ella dijo...
- No te engañaria pequeña... Lo único que tuve con ella fue un momento de despecho en el que intenté inútilmente no pensar en ti y tu abandono en aquel momento...
Un arranque de locura en el que trate de ser alguien que no quiero ser nunca más en la vida.
- Y porque esa... Esa arpía dijo que pasaste la noche con ella? Porque llamo a tu móvil y me dijo todo eso?

Preguntó fijando sus ojillos negros en mi. Su cuerpo sin que ella lo notara empezó a temblar, su respiración empezó a hacerse errática y una rápida palidez comenzó a envolverla.
De inmediato me preocupe por su estado, era evidente que el remanente de adrenalina que la había llevado a destrozar prácticamente toda la habitación estaba cediendo, y con eso su asma empezaba a pasarle factura.
Ella aún no estaba lista, su cuerpo aún se agotaba demasiado rápido y cuando la situación la superaba se debilitaba con rapidez.
Con calma la guíe a sentarse en la cama y busque en su me silla de noche el inhalador que yo mismo había guardado cuando llegamos a España.

- Es una mujer despechada pequeña...

Comencé a explicar mientras ella ya se administraba la dosis de su medicamento, sin apartar sus enrojecidos ojos llorosos de los míos.

- Supo que nos casaremos y me llamó anoche a reclamar me que no casara contigo...
Ella pretendía dejar a su marido para que ella y yo formalizará os una relación que en verdad siempre fue inexistente. Estuve una sola vez con ella y...

No sabía si continuar, pero pese a que como hombre pudiese resultarme incomodo o bochornoso el reconocerlo, estaba determinado a decirle siempre la verdad a mi mujer.

- y..?

Cargue de aire mis pulmones antes de soltar aquello que no era cómodo de hablar, pero que si quería que mi pequeña transgresora comprendiera que para mi, en mi mundo solo ella existía tenía que saber. 

- No pude ni terminar el... El asunto...

Solté con tono neutro. Las cejas de Samantha se arquearon confundidas.

- No te entiendo, que significa eso? Que quieres decir?

Preguntó mi mujer confundida.
Solté el aire y me puse de pie, apartando me un par de pasos de ella y fijando mi atención en el extenso jardín que se habría paso al otro lado del gran ventanal de nuestra alcoba.
Entendía que ella no supiera lo que quería decir con esas palabras, después de todo toda la experiencia que mi mujer tenía era lo que había aprendido entre mis brazos, lo que yo mismo le había enseñado. Y eso jamás me sucedió con ella. Todo lo contrario... Con ella mi lívido pasaba encendida todo el tiempo...

-Significa que cuando ella alcanzó su orgasmo yo me sentí tan mal, tan culpable de estar haciendo algo semejante en mi afán de arrancarte de mi corazón, de mi mente...
Sentí tanto asco de mi persona que todo en mi se enfrió, no pude terminar, no pude continuar. Me encerré en el baño asqueado de lo que había echo solo por desesperadamente callar mi mente y mi corazón que me gritaban que te estaba traicionando, pese a que tu te habías ido, pese a que me habías pedido que te dejara y pese a saber que yo estaba libre y podía estar con quien quiciera, sabía que te estaba engañando, porque no me detuve a pensar en cuan mal podías estar pasando y cuando podías estar sufriendo... Sentí que te traicionan a, que traiciona a él amor que por ti siento, solo por mitigar un poco el dolor que me causaba tenerte lejos.
- Sam...

Su voz sonaba dulce, repleta de tristeza y angustia y no pude más que corres hasta ella y rodear su cuerpo en mis brazos, y suplique...
Suplique el perdón que necesitaba...

- Perdoname pequeña...
Perdoname por haber comprendido tan tarde que me necesitabas, que me amabas de tal manera que te sacrificaste solo por que yo no corriera ningún peligro...
Perdoname por haber sido tan idiota que no pude cuidarte a ti y nuestro hijo....

Mi rostro estaba enterrado en su regazo, las lágrimas que ya no podía contener por más tiempo en mis ojos, porque todo lo que veníamos pasando en el último año, era demasiado, porque me sentía culpable de que mi mujer y mi hijo pagaran por mis errores de no haber podido ver la realidad en aquel segundo, que ella solo me amaba de tal manera que estaba dispuesta a sacrificarse por mi.
Sus tibias manos se posaron con calma en mis cabellos  y comenzaron a acariciarlo con extrema lentitud y dulzura.

- Nunca... Jamás en tu vida Samuel Riviera, vuelvas a pedirme perdón por eso. No tengo nada que perdonarte, no quiero seguir recordando todo aquello.

Vusque sus ojos y su mirada y su sonrisa me desarmaron por completo.

- Te amo tanto Samantha Álvarez que si un día vuelves a dejarme juro que te perceguire a donde quieras que vallas...

Tu y yo... todo o nadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora