capitulo 24

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Nada mejor que una fiesta infantil, para que los adultos se relajen y se diviertan.
El show de animación de payaso fue un completo éxito, los niños estaban pletóricos en cuanto empecé a hacer los animales con globos. Verónica sonreía de forma radiante y Cristhian estaba muy feliz tanto por sus hijos como por su mujer...
Cómo para no, sabía de primera mano que mi comadre había sacrificado mucho de su tiempo para el cumpleaños de sus hijos. Y había valido la pena. Nathaniel, Lia, Iván, Miguel, Lina, Álex y Phebe, todos estaban presentes con sus respectivos hijos. Todos habían tomado el tiempo para compartir este momento con los hijos de mis compadres.
Manda también parecía estar disfrutando de la fiesta.
Y ahora la tenía justo a escasos metros de mi, sentada en una mesa rodeada de todas las chicas. Los grupos se habían separado un rato por lo que yo estaba rodeado de todos mis amigos y les escuchaba bromear y charlar relajados.
La voz de Álex era la que se escuchaba en este segundo...

- ( Álex) Te lo digo Cristhian, ver a mi mujer tan feliz me tiene en las nubes. Fíjate que incluso ya estamos buscando otro hijo...
- ( Miguel) Se la ve muy feliz es cierto hermano. Quién te dice y nos alcanzas a embarazarla antes de que nazca Nathacha.

Bromeo Miguel. Su mujer estaba embarazada de su cuarto  hijo y el apostaba a que sería otra niña.
Note el momento justo en que Samantha revisaba su móvil y me buscaba con la mirada. Cuando me encontró me hizo una señal pidiéndome que me acercara y no dude en ir hasta ella.
Llegué en el presido momento en que respondía alguna cosa a quien llamaba.

"  - No. Lo que ocurra con Joaquín no es mi asunto...

Lleve mi mano a su cintura para alejarla un poco más de la gente y que nadie escuchara su charla. Ella camino a mi lado mientras ponía el altavoz mirándome con miedo a los ojos.

- Nos importa un comino lo que tú quieras. O vienes ver a don Joaquín o enviamos a por ti para que te traigan. Tú no tienes derechos.
- No es mi dueño. Ni el ni nadie lo es.
- Escucha bien, golfa. Tienes dos horas para subir a un avión y venir a Grecia, tú no tienes el permiso de negarte a venir.

Juro que estuve a nada de coger el puñetero teléfono y soltar una revalia de insultos al que le hablaba de esa manera. Pero la mano de Samantha se apoyó en mi pecho, sus ojos fijos en los míos me pidieron que mantuviera el silencio, y el fuego en ellos me dijo que iba a responder.

- Escucha tu engendro de hombre!! Rata beliscosa e inmunda. Ni tú ni Joaquín gobiernan o mandan en mi vida. Pero sabes algo? Si voy a ir a Grecia lo voy a hacer si, pero únicamente para firmar el maldito papel que desconecte a ese gusano que alguna vez hubiera sido mi padre y se valla de una maldita vez al mismo infierno donde pertenece. Y de una vez te advierto Carlos, que no me interesa lo que tú pretendas. No voy a obedecer ni a ti ni a nadie.
- Tu..."

Cortó la llamada nerviosa. Sentía sus manos temblando. Por lo mismo la abrace a mi y bese su frente tratando de darle esa seguridad que necesitaba...

- Estoy aterrada Samuel...

Admitió contra mi pecho. Y me dolió, dolió como la mierda saber que había un pasado en su vida que la asustaba más que nada en este mundo...

- Estoy aquí pequeña, no estás sola Samantha.
- No puedo pedirte hacer esto Samuel...
Esto es mucho más que dejarme tomar decisiones. Es ir a Grecia, es...
- Es apoyar a la mujer que amo. Es estar para ella porque me necesita. Se que puedes defenderte, que no dejarías que ese idiota te controle. Pero sobre todo es dejarte librar tus batallas por ti misma pero con la seguridad de que tienes a alguien cerca tuyo que no permitirá por nada que te vuelvan a lastimar.
- Gracias...

Dijo fijando sus ojos negros en mi. No pude más que besar sus labios dulces. Verla sonreír me hizo calmar un poco la molestia que me causo escuchar a ese imbécil hablarle de esa manera.
Cuando estuvo lo suficientemente tranquila volvimos a la fiesta con los demás.
Pero yo ya tenía decidido lo que haría. Ir a Grecia era sencillo. Sobre todo porque tenía una propiedad y no tenía que detenerme en hoteles. Lo que no quería era arriesgar a Samantha a que ese maldito llegara a tener la oportunidad de hacerle algún daño. Yo no estaba acostumbrado a tener que manejarme con cuidado, y si fuese por mi ni me preocupaba. Me bastaba tenerlo frente a frente y estaba tranquilo que conmigo no podía medirse en una pelea, porque yo no sería muy fan de medirme a golpes. Pero sabía darlos.
Cuando volví al grupo donde los hombres estaban reunidos fue Cristhian el que noto de inmediato que algo ocupaba mi cabeza....

Tu y yo... todo o nadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora