16. Descanso

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La joven había estado guiando a los tres caballeros dorados que iban junto a ella. Se encontraban en lo más profundo del Bosque de la Muerte buscando alguna señal de Capricornio. Estaban ya muy cansados, por lo que Freya decidió hacer una pausa.
-Chicos, hay que descansar. Traje algo de comida. Sabía que sería necesaria en algún momento. Acomodense en esas rocas mientras preparo todo.

-Espera, espera-Comenzó a decir Manigoldo mientras observaba como sus compañeros de armas estaban obedeciendo a pie de la letra lo que Freya decía -. ¿En qué momento comenzamos a obedecer mujeres?-Ahora se estaba dirigiendo a los otros caballeros que estaban sentados en las piedras.

-Cangrejo, te recomiendo elegir tus palabras sabiamente.

-Tu cállate, Albafica. Deberías estar de mi lado. De verdad, no sé cuándo te volviste tan sumiso.

Él peliceleste ignoró el comentario de Manigoldo, no quería meterse en problemas. Vió que Freya se había quedado callada, observando al peliazul de manera sería e intimidante.

-Oh... Así que que no te gusta que una mujer te mande, eh, Mani.

-Obviamente no. Y menos una mujerzuela que se acostó con Kardia.

-No puede ser que aún pienses en eso, idiota.

Así fue como empezó una discusión entre el caballero de Cáncer y la aprendiz de Piscis. Asmita y Albafica estaban tranquilamente sentados esperando la comida que Freya dijo que prepararía mientras observaban la pelea. Pero se sorprendieron cuando la joven hizo algo que nadie se esperaba.

La chica había tomado a Manigoldo por la camisa y lo había acercado a ella. Se vengaría de aquella vez que él la avergonzó y Kardia fue a su rescate. Se acercó a su cuello y lo olfateó, haciendo que el cangrejo tuviera un severo sonrojó. Se acercó a él mientras se había callado por la sorpresa y le dió un rodillazo en el estómago, sacándolo de su trance y, de paso, el aire.

-Esta es mi venganza por lo de la otra vez.

El peliazul seguía impactado mientras se tocaba su estómago. Le había dolido. Freya siguió preparando la comida como si nada. Manigoldo se resigno a obedecer y sentarse junto a sus compañeros de armas en las piedras.

-¿Quién es el sumiso ahora, cangrejo?- Preguntó Albafica sarcásticamente, burlándose de Manigoldo.

-Cállate, idiota.

Ellos comenzaron una pequela discusión que se basaba en burlas de Piscis hacia Cáncer. Mientras tanto Asmita estaba "mirando" a Freya con sus ojos cerrados. Analizaba sus movimientos y admiraba su belleza y fortaleza capaz de controlar a Manigoldo fácilmente. Él peliazul dejó de discutir con el peliceleste y se dió cuenta de que el hindú no separaba su mirada de Freya.

-¿Así que te gusta Freya, virgen?-Dijo Manigoldo con el propósito de molestar al rubio.

-No soy una virgen.

-Bueno, bueno, pero Freya si te gusta.

Asmita no respondió, solo se quedó callado. Albafica, que estaba tomando agua, la escupió cuando vio que Virgo no respondía.

-¡¿Qué?! ¿Te gusta Freya?-Preguntó Piscis sorprendido y molesto, lleno de celos de hermano.

El hindú solo se sonrojó ligeramente. Eso molesto aún más a Albafica. Sabía que Asmita tenía muchas posibilidades con la chica ya que ella le tenía un cariño especial.

-No te puede gustar. Es como mi hermana. No te-

-¿De qué hablan?-Interrumpió Freya.

Ninguno le respondió, así que ella se sentó y les repartió la comida. Mientras estaban comiendo, Manigoldo llamó la atención de todos lo presentes.

-Oigan, ¿escucharon eso?

-¿A qué te refieres con eso?- dijo Albafica mientras se metía un bocado de pan a la boca.

-Escuché un ruido entre los arbustos.

-No se de qué hablas, yo no escuché nada-Dijo la chica uniéndose a la plática.

-Ahí esta otra vez, ¿escucharon?-Manigoldo al ver que nadie le creía, decidió ir a buscar por la fuente del sonido. Se acercó un arbusto y de ahí salió una persona, más bien un caballero dorado.-¿Que rayos haces aquí, Regulus?

Freya se sorprendió al escuchar ese nombre. Recordó cuando lo rechazó. Ella sabía que era un enamoramiento temporal, ya que Regulus aún era un niño. También recordó que había una amazona con la que Regulus había empezado a hablar hace poco. Se llamaba Serena y era una chica muy rápida y linda.

-Oh. Lo que pasa es que estaba aburrido y mi tío Sísifo me había dicho que ustedes estaban en una misión, por lo que decidí acompañarlos.-Después de decir esas palabras, el cachorro de Leo sonrió lo más encantador que pudo. Aún sentía algo por Freya, y no la dejaría ir tan fácilmente aún después de haber sido rechazado. Él había empezado a usar sus encantos para ganarse un lugar en el corazón de la joven, aunque él no sabía que ya lo tenía. La aprendiz de Piscis lo quería como un hermano menor, y estaba decidida a protegerlo a toda costa.

La chica estaba muy desconcertada. Regulus no debería aparecer en ese entonces. Freya se dió cuenta de que sus alteraciones en la historia estaban produciendo unos ligeros cambios no deseados, aunque la presencia del más joven no le molestaba.

-Ven, siéntate. Estábamos a punto de comer, ¿gustas?- Invitó la joven a Regulus quién, gustoso, se sentó a su lado.

Los cinco empezaron a comer. Regulus estaba muy pegado a la chica, con todo el propósito de celar a los demás. Se recargaba en su hombro, le sonreía, abrazaba, y ella siempre correspondía. Albafica estaba sacando humo por las orejas y Asmita dejó de comer y se concentró en escuchar todo lo que hacían, ya que él no podía ver. En cambio, Manigoldo estaba muy enfocado en comer, sin siquiera notar qué pasaba a su alrededor.

-Freya, dí "ahh".- Propuso el joven Leo mientras ponía frente a la boca de la joven.

-Ahh-Dijo ella mientras habría la boca y recibía el bocado feliz.

Piscis estaba a punto de explotar y Manigoldo seguía comiendo. A diferencia de el peliceleste, el hindú decidió usar su inteligencia e hizo un intento por parar a Regulus. Abrió los ojos para llamar la atención de Freya, y lo logró. Ella volteó a verlo y, como siempre, se quedó hipnotizada bajo aquellos hermosos orbes azules. Regulus se sintió ignorado e hizo un puchero. Pero la chica lo ignoró y se fue acercando lentamente al rubio, sin apartar la mirada de sus ojos. Asmita sonreía y se burlaba internamente del más joven.

La chica, al estar lo suficientemente cerca de Virgo, se sentó junto a él y tomó su mejilla. Sonrió y siguió comiendo como si nada junto a Asmita. Regulus ahora estaba molesto, pero eso no era nada comparado con la furia de Albafica, que estaba que le explotaba la cabeza. Claro, también estaba sorprendido por la reacción de Freya y la manera en la que el hindú usaba sus ojos sin vida como medio de manipulación. Él peliceleste jamás pensó que el rubio fuese capaz de tener esas habilidades y recurriera a tal recurso para calmar sus celos. <<Así que por eso dicen que los más callados son los más peligrosos>> pensó el.

Piscis estaba a punto de decir algo pero fue interrumpido por una gran explosión y un gran cosmos que se podía sentir.

-Son ellos.

-¿A quienes te refieres, Freya?

-A los cuatro dioses del sueño. Hay que ir.

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Hola, ahora que terminamos las vacaciones, actualizaré un poco más lento. Dos a la semana más o menos.

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Gracias por leer.

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