25. Drama en el barco

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Los caballeros continuaron con su camino, abriéndose paso por el gran portón que acababa de ser abierto y dejando atrás el cadáver de Rin. Freya era incapaz de mirar atrás, sabiendo que se quebraría por dentro si lo hacía. A un lado suyo tenía a Albafica, y al otro a Asmita. Ambos veían al frente, concentrándose en aquellas ruinas que veían cada vez que avanzaban. El navío parecía volar. Flotaba sobre aquellas nubes que fungían como mar. Eran espesas y no de podía ver la superficie a través de ellas.

La aprendiz de Piscis se acercó a la orilla para tocar aquellas nubes. Bajó su mano y la hundió entre ellas. Se sentía muy suave. Sus ligeros tonos grises dentro de su blancura hacían a la joven sentir nostalgia. A Rin le hubiera gustado verlo. Ella ni siquiera se había dado cuenta de que él había subido al barco hasta que lo vió moribundo sin corazón.

Agitó la cabeza para desaparecer aquel negativo pensamiento que la atormentaba. Se dedicó a observar aquel mar ligeramente grisáceo.

-Tenma, no te preocupes. Juntos ganaremos está guerra-Freya dirigió su vista a donde provenía aquella voz, que sonaba más nerviosa que confiada. Era Yato, tranquilizando al caballero de Pegaso, que estaba tan preocupado que sentia un nudo en su estómago.

La joven se acercó a ellos, que ahora estaban platicando con Yuzuriha.

-Vamos, Tenma, no te preocupes. Eres muy valiente, lo sé. Seguro ganaremos está guerra-dijo la del pelo corto mientras rodeaba a Pegaso entre sus brazos, quién sonrió agradeciendo aquellas palabras de ánimo.

-Tiene razón, no hay porqué acobardarse ahora que hemos llegado tan lejos y con tantos caballeros aún vivos-apoyó la lemuriana mostrando su madurez. Freya la admiraba mucho debido a resaltar y ser guerrera en una época donde las mujeres estaban en desventaja.

Después de haber consolado a Tenma, la chica se acercó a Degel. Estaba platicando con Kardia. Freya pudo escuchar que hablaban de aquella chica que el escorpión había conocido. Los interrumpió y dijo:

-Lo siento, Kardia. Te lo tengo que robar un ratito-dijo refiriéndose a Degel. Tomó de la mano al francés y lo alejó de todos.

-¿Confías en mí, Degel?-preguntó la joven.

-Claro que lo hago.

-Entonces necesito que me hagas un gran favor. Necesito que congeles a todos los caballeros lo más pronto posible.

-¿Qué?

-Lo que escuchaste.

-¿Por qué debería de hacerlo?

-Porque confías en mí-respondió Freya.

-¿Entiendes que estamos a punto de llegar a la batalla final?-preguntó el peliverde y la chica sintió-¿Y por qué quieres hacerlo de todos modos?

-¿Lo harás o no?-preguntó finalmente.

-De acuerdo-se rindió Acuario. Se colocó al fondo del barco, detrás de los demás caballeros y Freya detrás de él-. Espero no arrepentirme de ésto-susurró-¡Ejecución de Aurora!

Todos sus compañeros se congelaron. Después de eso, como la aprendiz de Piscis se esperaba, empezó a oscurecer.

-¿Que sucede?-preguntó Degel-¿Unity?¿Serafina?

El francés estaba a punto de voltear debido a aquellas voces tan conocidas para él que escuchaba. Pero Freya tomó su cabeza, obligándolo a mirar al frente.

-No son reales, Degel. Mantén la calma y no voltees-dijo la joven.

Ella también estaba escuchando voces que la tentaban a voltear. Escuchó la voz de su padre, de sus amigas. Escuchó la voz de Hasgard, Sage, Hakurei y la de Rin. Le decían que voltear a, que los mirara, que los salvara. Estaba a punto de voltear, sabiendo que moriría si lo hacía. Pero en serio quería verlos, ir con ellos. Quería descansar de tanto estrés que tenía al ser la que podría salvar o matar a todos los caballeros y de que la Guerra Santa dependiera de ella.

| Cambio | Saint Seiya: The Lost CanvasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora