Reencuentro

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-¡Apresúrate!-gritó Freya desesperada- ¡Es solo una maleta!

-¡Uy, perdón!-se burló Manigoldo- ¿Tan necesitada estás de mi amor?

-Ya cállate y hazlo más rápido-ordeno mientras pensaba <<Si tan solo supiera que es precisamente por amor que hacemos el viaje>>.

-¡Ya terminé!-anunció mientras se acercaba a Freya, quien los estaba esperando en la entrada de Cáncer- ¡Ups! Se me olvidó ir al baño-dijo mientras se regresaba.

Freya lo tomó del brazo para detenerlo y justo cuando iba a hablar él la interrumpió.

-Era broma. Ya vámonos.

Los dos salieron del templo. Pasaron por Tauro y por Aries. Cuando estaban en la salida del Santuario, la aprendiz de Piscis le dió un última mirada a la casa de Virgo. Suspiró y siguió su camino junto al peliazul.

Cuando llegaron al Rodorio, compraron comida y agua para el camino. Salieron de Grecia y tomaron un barco para ir a Italia. Al estar en tierra, un señor los llevó en su carretilla hasta Venecia.

∆∆∆∆∆

Después de haberse instalado en una posada, salieron a pasear.

-Ya vinimos, ¿ahora qué vamos a hacer?-preguntó Manigoldo mientras caminaba con las manos detrás de su cabeza.

-Tú solo entra a una cantina o algo. Después nos volveremos a encontrar-dijo Freya-. Solamente no quedes totalmente ebrio, tines que ser capaz de hablar y pensar más o menos bien.

-Sí, sí-aseguró mientras se alejaba.

<<Perfecto>>, pensó la joven. Entonces se sentó en la plaza principal. Sacó su billetera y la colocó junto a ella al aire libre. Fingió haberse dormido y esperó.

Y como ella había planeado, un niño de aproximadamente doce años se acercó a robarle. Cuando ya había tomado su billetera, Freya tomó su mano, espantandolo.

-Lo siento, señorita-dijo el niño con un hilo de voz-. Le juro que sólo quería despertarla para que nadie le robara.

-Pequeño, no tienes por qué mentirme-dijo mientras sonreía-. Sólo quiero que me lleves con Gioca, sé que la conoces.

-¿Cómo?-preguntó el niño.

-Tengo mis contactos-respondió mientras acariciaba la cabeza del chiquillo.

-¿Qué me dará a cambio?

-¿Que te parecen ciento cincuenta monedas?

-Sígame, por favor-dijo el niño mientras tomaba la mano de Freya y la guiaba.

Se alejaron del centro de Venecia, pasaron cerca de unas alcantarillas y llegaron a una mansión abandonada.

-Aquí está ella-aseguró.

Abrió el enorme portón. Dejó a la vista a varios niños, algunos pequeños y otros más grandes.

-Venga conmigo.

Freya siguió al pequeño. Pasó por varias habitaciones. En una de ellas pudo ver a un joven pelirrojo, serio y muy alto. Establecieron contacto visual por unos segundos, hasta que el niñito volvió a tomar la mano de la chica.

Llegaron a una habitación especialmente grande. Dentro de ella, una joven pelinegra con largo cabello estaba sentada detrás del escritorio. Los volteó a ver y preguntó con voz seria:

-¿Quién es ella, Leo?

-No sé. Pero me dijo que la conocía.

-Ya veo. ¿Podrías dejarnos solas?-pidió mientras no despegaba su mirada de la de Freya.

| Cambio | Saint Seiya: The Lost CanvasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora