Freya había regresado a su casa aquella noche. Se dirigió hacia la casa de Piscis, que ahora se encontraba abandonada. Entro al jardín y se sentó frente a la rumba de su hermano.
-Albafica-comenzó a decir-, perdón por no haberte visitado. Estaba de viaje en Venecia con Manigoldo, y me encontré con Gioca, deberías de recordarla. También nos topamos con un joven que tenía un cosmos inmenso, se llama Armus. Debido a su nombre, debería de ser el nuevo portador de Capricornio, Armus es una estrella de esa constelación-pronunció con sus ojos cerrados hasta que algo la interrumpió.
-¡Freya!-llamó una voz conocida para ella.
-¿Qué sucede, Shion?
-Pues pensaba que podríamos dar un paseo.
-¿A las diez de la noche?
-Sí. Pensaba que podríamos ir a ver las luciérnagas que salen en la noche a las afueras del Santuario-explicó el peliverde.
Salieron de la casa de Piscis y bajaron por un costado de la montaña hasta llegar a un valle. Mientras caminaban comenzaron una plática amena.
-¿Cómo pudiste atravesar el campo de rosas de Albafica?-preguntó la chica.
-No lo sé. Me di cuenta de que era capaz de ello hace unos días. Supongo que es por Misopethamenos. Creo que me hace inmune al veneno-respondió.
-Oh, genial-comentó Freya mientras desviaba su mirada hacia el cielo-.¡Mira!-gritó mientras tomaba el brazo de Shion y señalaba el cielo.
Casi no había estrellas, solamente millones de luciérnaga iluminando el cielo en su lugar. Ambos podían ver sus rostros gracias a aquella luz. La joven se sentó en el pasto y hundió sus manos en él. El lemuriano hizo lo mismo.
-Parece que aquí nunca hubo una guerra-susurró la muchacha mientras miraba el cielo con pequeñas lágrimas en sus ojos.
-Tienes toda la razón-aseguró el ahora Patriarca-. Tanta paz es casi irreal.
-¡Estoy harta!
-¿De qué?
-De fingir. Todos fingimos que no nos afecta. ¡Acaba de terminar una estúpida guerra y a todos les vale mierda! ¡Nadie parece afectado por la muerte de Albafica! ¡Ni por la de El Cid y Aldebarán! Es como si no les importara-finalizó bajando su tono de voz.
-Claro que nos importa-murmuró el peliverde con una lágrima en el ojo mientras veía hacia la luna-. Pero, ¿que pensaría la gente del mundo si ve a sus protectores débiles y llorando? No podemos mostrar debilidad ante todos, por el bien de los demás. Pero si entre nosotros-terminó mientras le sonreía a Freya. Ella le sonrió de regreso y lo abrazó.
Lloró en su pecho durante toda la noche mientras Shion hundía su rostro en el hombro de la chica derramando lágrimas.
∆∆∆∆∆
-¡Armus!-gritaba Freya dentro de la Cámara del Patriarca-¿Dónde estas?
-¿Qué sucede?-dijo Shion saliendo de su habitación con su pijama aún medio dormido. También estaba extrañado e que el caballero de Virgo hubiese salido de su templo. Ahora estaba al lado de Freya con sus ojos cerrados y cara de molestia.
-Vengo a buscar a Armus para su entrenamiento-respondió la chica sacando al peliverde de sus pensamientos.
-Su habitación está junto a la mía-informó mientras bostezaba y regresaba a su alcoba.
Freya no esperó más y corrió hacia la siguiente habitación seguida por un Asmita malhumorado. Abrió la puerta de una parada y vió a Armus dormido. Se acercó a él y le picó un cachete.
-¿Eh?-balbuceó adormilados.
-Es hora de entrenar, hijo-dijo la del pelo coro animadamente.
-¿Hijo?-repitieron el caballero de Virgo y el pelirrojo al mismo tiempo.
-Exactamente. Como desde ahora seré su maestra, lo trataré como hijo.
-¿Eso hace a Asmita mi padre?-preguntó el chico pícaro.
-Claro que sí-afirmó la joven impidiendo al rubio hablar-. Ahora vístete. Te esperamos afuera.
La pareja salió de la habitación y esperó a que el joven saliera. Cuando lo hizo, Freya tomó su mano y lo arrastró hasta el campo de entrenamiento. En el camino Armus pudo sentir un aura oscura detrás de él.
-Siento que Asmita me va a matar-le susurró a la chica-. Está celosos, ¿no te das cuenta?
Freya volteó hacia él.
-Claro, por eso lo hago-confesó. Le gustaba verlo celoso.
Al bajar por Piscis la chica sintió que algo la llamaba pero simplemente lo ignoró y siguió adelante. Cuando pasaron por Capricornio, Armus frenó en seco.
-Algo me llama-dijo.
-Es la armadura-explicó Asmita. Todos teníamos sospechas de que serías el nuevo Capricornio.
-La armadura me está diciendo algo-continuó-. Una rosa. Hay que dársela a Hélène. ¿Quién es Héléne?-preguntó.
La aprendiz de Piscis se quedó callada. Vio que al lado de la armadura de Capricornio había una rosa. La tomó y la congeló en un ataúd de hielo, una técnica que recién había aprendido de Degel.
-Vamos a entrenar-ordenó-. Tienes que conseguir la armadura.
*****
Han pasado ya cincuenta años desde entonces. Cuando Armus consiguió la armadura de Capricornio Freya y Asmita salieron del Santuario. Freya se encontraba caminando en medio del desierto, recordando su vida con Virgo. Ahora tenía el pelo largo y su mirada perdida.
Se habían ido a vivir a una cabaña en medio de la nada. Cosechaban su propia comida y vivían como marido y mujer. Se amaban mutuamente cada tanto y siempre meditaban bajo las estrellas. Eso estaba pensando ella mientras recorría el camino de regreso al Santuario. El rubio había muerto hace una semana por viejo. A pesar de no ser mayor de setenta, la esperanza de vida en esa época eran sesenta años.
Tardó una semana en llegar y no había parado de llorar. Entró al Santuario y pasó por cada una de las casas. Ninguno de los caballeros dorados de ese entonces sabían de su existencia. Pasó sin problemas ocultando su presencia de manera experta gracias a su experiencia y cuando llegó a la casa de Piscis sintió otra vez que algo la llamaba. Era la armadura que no había aceptado a nadie como su portador. La armadura de su hermano la estaba llamando.
Se acercó a ella y la rozó con sus dedos. Eso bastó para que Piscis brillara como nunca y saliera de su caja para colocarse en el cuerpo de Freya.
-¿Qué?-susurró sorprendida, pues estaba portando una armadura dorada.
Se sintió en casa. Sintió como el alma de su hermano la rodeaba. Se sintió tranquila y cómoda. Ahora se habían aceptado mutuamente.
Después de eso fue con Shion, quien se sorprendió porque Freya fuera la nueva santa dorada.
Desde entonces se rumorea de un nuevo santo dorado que solo el Patriarca conoce. No se sabe su género, ni su nombre, ni su apariencia, solo se sabe que es tan solitario como el anterior, Albafica, pero más sombrío.
No habla con nadie, ni con sus compañeros, solo deambula de vez en cuando cerca de la casa de Virgo o se para en medio de su jardín de rosas venenosas a observar en cielo y sentarse frente a la tumba de Albafica.
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| Cambio | Saint Seiya: The Lost Canvas
FanfictionFreya es una joven de origen mexicano. Ella apareció en el mundo de Saint Seiya, su anime/manga favorito. Lo mejor es que ella apareció en The Lost Canvas, su saga preferida. Ella usará sus conocimientos para evitar las tragedias que sucederán. ¿Se...