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La noche había pasado tranquila, no habían hecho ruido los imbéciles de abajo, así que supongo que habían dormido temprano.

Mi estomago rugía de hambre, hace más de un día que no comia, debería haber aceptado lo que Bryan me trajo.

La puerta se abre y puedo ver a Bryan entrando con una charola en sus manos, le sonrió de lado.

-¿Podemos almorzar juntos?- murmura desde la puerta, algo dentro de mi, se emociona.

-Sí- le respondo, pasa y camina hasta mi lado, se sienta junto a mí, después deja la bandeja en el suelo.

-¿Que crees que sea?- me pregunta, yo arrugó la nariz.

-¿Hot cakes?- pregunto, el niega- ¿Tacos?¿Quesadillas?- el vuelve a negar- No lo sé- me rindo.

Una risa ronca brota de sus labios.

-Es un rico homelet- me responde, se me hace agua la boca.

Mi estómago ruge, el vuelve a reír.

-Valla que tienes hambre, pues a comer- me dice, tomo el tenedor, corto un poco y lo llevo hasta mi boca.

El sabor inunda mis papilas gustativas, y cierro los ojos por el placer.

Doy un bocado tras otro, cuando termino, tomo un poco de jugo del vaso junto a el plato.

Cuando el termina de comer, guarda los trastos en la bandeja, y la pone a un lado.

Me recargo en la pared, esta pared ya me es tan familiar, tengo tantas ganas de que eso desaparezca.

Suspiro, el me observa.

-¿Pasa algo?- murmura con tranquilidad.

-Creo que, todo esto, ya me es tan familiar, los cubiertos, los vasos, las cuerdas, la cama, la pared, el piso, el sonido de la puerta, tus pasos, comer contigo, recargarme en esta misma pared todos los días- suelto ironica- Me aterra todo esto, tanto como el primer día- terminó, bajo la mirada.

-Lo sé- responde- También lo es para mí, creo que no me imagino estar sin ti, ¿Sabes? No me imagino no traerte el desayuno, o no cubrirte con la manta cuando caes dormida, ni ver tus hermosos ojos azules- el color carmesí sube a mis mejillas, toma mi mentón con su mano, y me hace mirarlo a los ojos- Quiero que estés conmigo, quiero estar contigo- se sincera, lo miro un segundo, después sonrió.

Tomo su mejilla con la palma de mi mano, y junto nuestros labios.

El posa su mano en mi cintura, e intensifica el beso.

Nos separamos un poco unos segundos después, pero seguimos tan cerca para poder sentir su respiración mezclarse con la mía.

-Sabes a homelet- sonrió, el ríe y choca su frente con la mía.

-Tú sabes a jugo de naranja- me responde, ahora yo río tiernamente.

Vuelve a juntar nuestros labios, cuando nos separamos, me recargo en su hombro y mientras que el acaricia suavemente mis nudillos.

-Como me hubiera gustado conocerte de otra forma- murmura con voz ronca, yo suspiro y me levanto de su hombro.

-Yo no- respondo, me observa, después, deposita un pequeño beso húmedo en la comisura de mis labios; tan cerca, pero a la vez, tan lejos. 



Aislada; Bryan Mouque.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora