12. Sentimientos incomprensibles

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Ana suspiró agotada.

—¿Qué te pasa? —le preguntó Newt, sentándose a su lado.

La niña lo miró extrañada. Ninguno de los demás le preguntaba qué le pasaba y mucho menos con la seguridad de que le pasaba algo. ¿Cómo es que aquel niño podía saber que era así?

—¿Eres como Lord Voldemort? ¿También puedes meterte en mi cabeza? —soltó la primera teoría que se le ocurrió.

—¿Qué? —preguntó el chico, soltando una risa, pero aún así algo confuso.

—No importa, es de un libro que leí —respondió ella, encogiéndose de hombros—. No entiendo cómo puedes saber que me pasa algo.

—No sé. Lo veo en ti, en tu cara. Normalmente siempre quieres ir a burlarte de Minho, pero hoy no lo hiciste. No te portas como tu misma, Annie —explicó Newt, encogiéndose de hombros.

La chica pensó sus palabras. Aquel niño tenía bastante intuición social. Normalmente estaba acostumbrada a leer a las personas y sus emociones sin problema, pero era algo extraño que los demás hicieran lo mismo con ella.

—Es Deedee —murmuró ella—. No para de decirme que deje de llamarla así y que olvide todo lo que pasó.

—¿Qué pasó?

—Problemas. Todos aquí tuvimos y tenemos nuestros traumas con nuestros seres queridos y nuestra familia no es la excepción. Pero no logro entenderlo. ¿Por qué olvidarlo todo? Yo no quiero olvidar, porque ello implicaría olvidar las cosas buenas que, aunque no fuesen demasiadas, valen demasiado y nos hicieron quienes somos —explicó Ana.

—Lo entiendo. Yo tampoco podría olvidarme de mi hermana Lizzy. Tal vez me hicieran olvidar mi nombre, pero no podrán hacer que me olvide del suyo. —La chica asintió, entendiendo lo que decía, ella había pasado por lo mismo—. Pero no todos son como nosotros. No todos son como tú, Annie. Eres muy positiva y siempre te quedas con las cosas buenas, pero tal vez tu hermana no sea así, tal vez, por mucho que lo intente, solo sea capaz de recordar las malas y por eso prefiere olvidar y ser alguien nuevo.

La niña dirigió su mirada hacia él. No lo había pensado así. Aunque muchas veces les habían dicho que Deedee y ella eran como la noche y el día, nunca había hecho caso de eso. No creía ser tan diferente de su hermana.

—No quiero perderla, Newt —murmuró Ana en un susurro casi inaudible, mientras se abrazaba las rodillas, sintiendo como si sus propias palabras la hiciesen más pequeña.

—Oye, tú al menos la tienes contigo y aunque tengas que pretender que la has olvidado, puedes dejar de hacerlo cuando no te ven. Yo daría lo que fuera por tener a Lizzy conmigo, poder abrazarla, hablar con ella... —Su voz se quebró y una lágrima resbaló por su mejilla—.  Aunque la renombraron, si ella me hiciese llamarla por ese sangriento nombre, solo aprovecharía el tenerla conmigo.

Ana asintió. Newt tenía razón, tal vez su hermana ya no fuese la misma, pero estaba allí, la había encontrado y la tenía a su lado, eso debía ser suficiente. Él no tenía esa suerte y el verle así le dolía. Entendía lo mucho que significaba para él su hermana, pero no comprendía cómo aguantaba todo aquello. Definitivamente era una de las personas más fuertes que conocía.

La muchacha se acercó y lo abrazó.

Newt se sorprendió, ya que no era muy habitual aquellas muestras de afecto por allí, sin embargo no le desagradó en absoluto. Terminó rodeándola con sus brazos y se quedaron así un rato.

Maze Runner: La Prueba de la EsperanzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora