5. El Cambio y la llegada de Thomas

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La chica empezó a recuperar la consciencia y no pudo evitar preguntarse si estaba muerta, pero en seguida el daño de su cuerpo le dijo que no era así. Ana gimió de dolor antes de abrir lentamente los ojos. Le dolían, como si no estuvieran acostumbrados a la luz. Todo se veía borroso, hasta que las imágenes se fueron clarificando, a la par que sus ojos se iban acostumbrando.

—¡Mierda! Otra vez despierto aquí. Me parece que lo del valle de los unicornios no se va a cumplir nunca —murmuró al aire, mientras se frotaba los ojos.

—Lo que sí se va a cumplir va a ser mi muerte por un sangriento infarto. Primero Nick muere y ahora te pican a ti. ¿Estáis compinchados para matarme o qué? —cuestionó una voz que conocía muy bien.

Ana sonrió y giró la cabeza para ver a Newt, sentado en una silla.

—Nos pillaste, somos asesinos en serie y por eso tratamos de matarnos a nosotros mismos —bromeó ella alzando los brazos, como si se rindiera.

—¿Cómo se te ocurrió adentrarte en el Laberinto? —preguntó Newt más serio.

—¿Qué puedo decir? Veo un peligro mortal y digo "Hey, hoy es un buen día para morir" —respondió Ana, con una sonrisa inocente.

—Me parece que te llevarás muy bien con Tommy —comentó, soltando una risa.

—Vaya. Desaparezco unos días y te echas novio. Eres todo un Casanova, Newtie —bromeó.

El chico puso una cara de horror, que hizo que Ana soltara una fuerte carcajada a la que él también terminó por unirse, hasta que sus risas se desvanecieron en el aire, dejando un cómodo silencio.

—Me diste el sangriento susto del siglo —confesó Newt, después de un rato.

Ana se incorporó y al acercarse se dio cuenta de que el muchacho tenía unas profundas ojeras y los ojos muy cansados y algo rojos. Probablemente había llorado y no lo culpaba. Después de la muerte de Nick, si ella le hubiera perdido a él o a cualquiera de sus amigos, se habría disgustado muchísimo.

La chica lo abrazó y él le devolvió el abrazo.

—¿Por qué dices tanto la palabra sangriento? —preguntó ella de repente, mientras se separaba y ambos se quedaban sentados en la cama, contra la pared.

Newt soltó una carcajada.

—Como tú dijiste una vez "es parte de mi encanto natural" —respondió el chico, tratando de imitar su voz.

En respuesta ella le dio un puñetazo juguetón en el hombro, mientras reía. Y cuando el silencio volvió a llenar el ambiente, Newt lo rompió.

—¿Recuerdas algo? —preguntó el chico—. Es que no se te ve tan cambiada.

Ana cruzó las piernas en posición de meditación y empezó a pensar en lo que había ocurrido.

Le habían explicado lo del Cambio y lo que conllevaba. Sí, había recordado ciertas cosas, pero la mayoría ya se habían disuelto.

—Te recuerdo a ti, a mí, a nuestras hermanas... —empezó a decir, tratando de organizar sus ideas.

—Espera, espera. ¿Qué? ¿Tú y yo nos conocíamos y teníamos hermanas? —preguntó Newt, confuso.

Ana sacudió la cabeza, tratando de decir algo que él pudiera entender.

—No solo nos conocíamos tú y yo, también algunos más... No sé, todo está muy borroso. Ni si quiera sabemos si esto es real o los Creadores nos lo implantan en la cabeza —respondió la chica.

Newt asintió y, de repente, en su cara se plantó una expresión de sorpresa, como si se hubiera acordado de algo.

El chico pasó el brazo por detrás de la espalda de Ana, para alcanzar una especie de bolsa que había dejado a los pies de la cama y sacó algo.

Maze Runner: La Prueba de la EsperanzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora